Todo lo que sabemos hasta ahora del presunto espionaje del Gobierno contra Podemos

Pablo Iglesias

“Vienen a por nosotros”. Lo dijo Pablo Iglesias el día de su reaparición pública tras su baja por paternidad, que daba el pistoletazo de salida a la campaña de cara a las Generales del 28 de abril. Y lo dijo a sabiendas de lo que venía.

Unos días después se conocía que en 2017, durante un registro a la casa de Villarejo, se encontraron datos extraídos a un teléfono móvil de la exasistente de Pablo Iglesias Dina Bousselham. Se lo habían robado durante una visita a Ikea, en el año 2015. Las compuertas de las cloacas del Estado se abrían de nuevo. Muchos hablan ya del Watergate español. Pero vayamos por partes.

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Qué son las cloacas del Estado

“El estado de derecho también se defiende en las alcantarillas”. La frase se atribuye a Felipe González. Supuestamente la pronunció cuando más olían a podrido los desagües, coincidiendo con el caso GAL, y es mencionada recurrentemente, quizá por sucinta y clara, dos cualidades que rara vez convergen en el discurso político tradicional, para referirse a lo que se denominan “cloacas del Estado”. Es decir, para hablar del aparataje institucional que presuntamente -aunque cada vez más clara y menos presuntamente- opera gracias al respaldo de la democracia representativa pero cuyos tejemanejes, tretas y objetivos finales no solo no tienen que ver con ella sino que van contra sus principios fundacionales.

La fórmula cobró actualidad en 2017, cuando Roures dirigió Las cloacas de Interior, un documental de 2017 basado en las investigaciones de los periodistas Carlos Enrique Bayo y Patricia López que destapaban las prácticas ilegales del ministerio del Interior cometidas durante el mandato de Jorge Fernández Díaz. Ya sabéis, lo de Villarejo, ese señor con gafas y boina que nos recuerda que la realidad a veces supera la ficción. El del Windsor, la Operación Cataluña, la Tándem, las escuchas y la “agencia de modelos” para conseguir “información vaginal”.

Por qué se habla tanto de ellas en los últimos días

Porque “la cámara de los secretos ha sido abierta” como escribía J. K. Rowling. Porque las alcantarillas siempre están ahí, pero cuando no huelen mal pasan desapercibidas. Solamente cuando empiezan a apestar somos conscientes o nos acordamos de su existencia. Veamos. El pasado 23 de marzo, Pablo Iglesias reaparecía tras su baja de paternidad en un acto de Podemos en la plaza del Reina Sofía. Desde el púlpito anunciaba lo que estaría por venir: “van a por nosotros”.

Días después se hacía público que en uno de los registros de la Operación Tándem, por la cual en noviembre de 2017 Villarejo fue detenido por supuestos delitos de blanqueo y organización criminal, se había encontrado información extraída del teléfono móvil de una asistente de Pablo Iglesias, Dina Bousselham, que había sido robado en 2015.

¿Hay una operación parapolicial contra Podemos?

Eso es lo que se está investigando. El 27 de marzo, cuatro días después de su vuelta al ruedo político y de aquel “van a por nosotros”, Pablo Iglesias declaraba en la Audiencia Nacional como perjudicado por presunto robo de datos comprometidos. Se trataba de 40 terabytes de información encontrados en un registro en la casa del ex comisario que fueron extraídos del móvil de Dina Bousselham, asistente de Pablo Iglesias durante su etapa como europarlamentario. Lo que se investiga es cómo y por qué llegaron del teléfono de Bousselham, que le robaron en el Ikea de Alcorcón en 2015, a la casa de Villarejo, donde fueron encontrados dos años después.

Según publica Eldiario.es, que remite a fuentes de la investigación, entre los documentos encontrados habría una “ingente cantidad de información personal y política” tanto de la formación morada, que poco después del robo, recordemos, obtuvo más de cinco millones de votos en las Generales, como de su líder, Pablo Iglesias. “Este dato, y que Pablo Iglesias haya sido llamado junto a la propietaria del teléfono (a la Audiencia Nacional)”, continúa la pieza de Eldiario, “confluyen en la tesis de que el robo del terminal es parte de una operación parapolicial con el fin de perjudicar al líder de Podemos”.

Villarejo explicó en sus declaración que los datos del teléfono llegaron a la redacción de la revista Interviú en un pendrive y al considerar el director que el contenido no era publicable, se lo hizo llegar. Con el contenido, según él mismo cuenta, elaboró un informe que trasladó a sus superiores comentando que no tenía interés policial alguno y lo archivó. Atribuye la filtración de estos datos a un acto de venganza o despecho contra la exasesora de Pablo Iglesias.

Pero no es la primera vez que se habla de una “policía política” o “policía patriótica” al servicio del Partido Popular: el 2 de enero de 2016, a apenas 24 horas de que se constituyeran las Cortes y ante el inminente pacto del PSOE con Podemos, varios medios de comunicación publicaron un informe policial sobre la presunta financiación irregular del partido de Iglesias. En él no constaba ni el sello de ninguna unidad policial ni la firma de ningún funcionario. Se llamaba “P.I.S.A” (Pablo Iglesias Sociedad Anónima). La Fiscalía lo despreciaba meses después denominándolo “mera remisión de informaciones no autenticadas” cuando Manos Limpias lo incorporó a una de sus querellas contra los líderes de Podemos.

Ayer mismo se filtraba un audio de una reunión mantenida entre un grupo de agentes de la Policía Nacional enviados a Nueva York por el exministro Jorge Fernández Díaz en 2016 para recabar datos sobre la presunta financiación ilegal de Podemos y Rafael Isea, exministro de Finanzas del gobierno de Chávez. El encuentro se saldó con una declaración de Isea en la que avaló la autenticidad de un documento que recogía un pago del gobierno venezolano a la Fundación CEPS, considerada el germen de Podemos, en 2008. Previamente y “por orden de Fernández Díaz y Mariano Rajoy” según los audios filtrados, se le habían ofrecido al exmandatario chavista las medidas de protección que solicitara, así como identidades nuevas y “una nueva vida” para su familia.

En noviembre 2016, en el programa de Jordi Évole, Pedro Sánchez ya habló de las presiones de varios oligarcas para que pactara con Ciudadanos en lugar de con Podemos. El periodista Pedro Vallín escribe en La Vanguardia que “todo abunda en la misma hipótesis: entre 2014 y 2016 Podemos fue objeto de maniobras para evitar que accediera al gobierno, a pesar de casi haber empatado con el PSOE en las elecciones de diciembre del 2015”.

Qué pinta Inda en todo esto

En una entrevista concedida a Los Desayunos de TVE, Pablo Iglesias se refería a Eduardo Inda, director de OK Diario y enemigo declarado del líder de Podemos como “pata mediática” de la trama que tendría por objetivo el desprestigio y la difusión de noticias falsas sobre su partido. Se refería a que, presuntamente, algunas de las informaciones -entre las cuales hay conversaciones privadas- publicadas por el diario de Inda habrían sido extraídas de entre la información encontrada en el domicilio de Villarejo que le habría sido extraída al móvil robado de su colaboradora Dina Bousselham.

El pasado 1 de abril, el presidente del Grupo Z, Antonio Asensio, era citado también por el juez del Caso Villarejo, Manuel García Castellón, en relación con el robo del móvil. Una semana antes, Pablo Iglesias había afirmado en su declaración ante el juez que fue Asensio quien le entregó la tarjeta SIM del móvil robado en 2016, según cuenta Público que han informado fuentes jurídicas.

“Hemos perdido el sentido común democrático si permitimos que un escándalo de la gravedad del espionaje a Pablo Iglesias, con elaboración de pruebas falsas incluido, se pueda diluir como una noticia más de esas que se evaporan en un par de días. Porque no se me ocurre nada que pueda resultar más disolvente para un estado de derecho que la existencia de una mafia policial encargada de destruir u ocupada en destruir a partidos políticos legales por presuntos patriotismos y con dinero de todos los españoles”, decía Iñaki Gabilondo al respecto anteayer.

Y terminaba su reflexión apelando al espíritu de una ciudadanía que, pese a sus diferencias ideológicas, debería a su juicio y en defensa de la democracia en la que supuestamente cree condenar el espionaje y el complot contra el líder de Podemos. “Todos unidos porque aquí solo hay un bando. Y Pablo Iglesias es de los nuestros”, remataba el histórico periodista.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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