Los datos que relacionan el consumo de cocaína con las prácticas sexuales son más bien paradójicos. Por un lado el 72% de los hombres con problemas de adicción afirman haber consumido drogas para ser capaces de mantener una relación sexual o para mejorar la satisfacción durante el coito. Por el otro se sabe que el 27% de adictos a la cocaína presentan dificultades para lograr una erección suficiente para poder realizar una relación con penetración. Los datos en mujeres cis de nuevo brillan por su ausencia en un mundo falocéntrico.
Prácticas como la que aparece en El Lobo de Wall Street o la que trascendió en prensa en 2018, cuando un médico alemán presuntamente provocó la muerte de su amante al ponerse cocaína en el pene para que le practicara sexo oral, han alimentado una especie de leyenda urbana acerca de la cocaína y el sexo que se desmitifica con estudios contrastados que aseguran que su consumo afectaría a los genitales masculinos y al esperma.
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Según nos cuenta Fernando Caudevilla, médico experto en cannabis, cocaína y drogas de síntesis, casi cualquier droga en pequeñas dosis puede desinhibir, facilitar la erección o producir excitación. Sin embargo nos explica que cuando se consume en dosis excesivas o bien de forma habitual al final acaban interfiriendo en la función sexual. Aunque podamos pensar que la cocaína o bien el popper son las sustancias más utilizadas, la droga más consumida para deshinibirse, también a la hora de follar, es el alcohol, según asegura Caudevilla.
Para alguna gente, como en el caso de Javier*, salir, beber y meterse unas rayas es sinónimo de tener sexo. “Cuando me coloco me vuelvo una bestia. Si tomo coca me pongo voraz y tengo que follar sí o sí. Es una necesidad. Yo, si esnifo, quiero comerme un culo”, dice. Esta causa consecuencia la tiene tan interiorizada que incluso dice que, en ocasiones, cualquier alternativa le es válida.
“Si me meto una raya la coca me dice ‘¡ey, que quieres follar!’, y me enfoco en eso toda la noche”
“Follo con quien puedo. A veces puede que no me guste tanto, pero siempre elijo la mejor opción entre lo posible. En raras ocasiones no consigo follar con nadie, entonces me masturbo mucho”.
Cada sustancia es un mundo y afecta a los cuerpos de forma distinta. “Incluso a una misma persona le puede afectar más o menos dependiendo de múltiples factores”, nos explica Caudevilla. “Si bien es verdad que los derivados anfetamínicos tipo éxtasis son los que están asociados a un mayor retraso de la eyaculación y las prácticas que implican dolor con la ketamina, el acceso y el ambiente de cada persona también afecta a la hora de consumir una sustancia u otra”, nos asegura el experto.
Sin embargo, nos ha sido mucho más fácil encontrar a personas que después de consumir MDMA sientan esa subida de la líbido y un deseo expreso de tener sexo que no con la cocaína. “La cocaína es más estimulante pura y la MDMA tiene un componente más sensual, más que sexual, por lo que tiene lógica que haya más gente que con la MDMA se sienta excitado que con la cocaína”, explica Caudevilla.
Pero en el cerebro humano a veces la lógica no existe y hay gustos para todos los colores. Algunos consumidores incluso se vuelven dependientes de la falsa sensación de seguridad que les da la cocaína, también a la hora de desinhibirse y buscar a alguien que también le apetezca echar un polvo.
Esto es lo que le ocurre a Dani*, que cuando está en un ambiente de fiesta y ha consumido le sucede algo similar. “Estoy seguro que si solo tomase alcohol haría el ridículo y cuando tomo coca hago el ridículo igual y no recuerdo nada pero en el momento me pienso que no”; nos dice. Hay personas que precisamente por este motivo asocian una cosa con la otra y ya la conciben de forma automática.
“Cuando tomaba solía ponerme bastante cachonda y siempre acababa en la cama con un desconocido o con algún amigo, lo que era casi peor”
“A mí la coca me provoca que esté más centrado en algo y el alcohol todo lo contrario. Cuando voy taja suelo querer follar, pero voy taja, pero entonces si me meto una raya la coca me dice ‘¡ey, que quieres follar!’, y me enfoco en eso toda la noche”.
Los expertos aseguran que una sola dosis de cocaína puede entorpecer la capacidad de reconocer la capacidad de rechazo de los demás. Es innegable que a la mayoría de gente le encanta pillar ciegos y también follar. Pero hay que tener en cuenta cómo afectan las distintas drogas al sexo y también a nuestro estado de ánimo.
Ana ya ha dejado de consumir, sin embargo confiesa que en una determinada época de su vida cuando consumía tenía que follar sí o sí: “Cuando tomaba solía ponerme bastante cachonda y siempre acababa en la cama con un desconocido o con algún amigo, lo que era casi peor”; asegura.
Esta sensación de haberla cagado, de acostarse con un amigo y que la relación deje de ser lo mismo puede pasar factura. Ana está convencida que esta motivación extra la empujó a tomar determinadas decisiones en su vida que de otra forma quizás no se habría planteado o quizás no se hubiera atrevido.
“La última vez que tomé recuerdo que estaba con unos amigos que son pareja y les estuve insistiendo en hacer un trío. Al principio parecía que sí, pero luego se rajaron, así que me puse en la salida de la discoteca para ver si intentaba cazar a alguien, pero no hubo suerte. Me fui sola a casa”, nos dice.
Y es que se sabe que la capacidad de estimulación de la cocaína, puede generar sensaciones de euforia, energía e hiperatención, pero según varios estudios científicos aunque parece aumentar la sensación de deseo sexual (en menor medida que otras drogas), también puede provocar un aumento de tener relaciones sexuales de riesgo puesto a que las personas que han tomado esta droga están menos dispuestas a aplazar una relación sexual en el caso de no conseguir un preservativo.