Preguntas para el tipo que le enseña el rabo a Jordi Sánchez en la cárcel

Para el que no se haya enterado todavía, parece ser que hay un preso en Soto del Real que se encarga de que Jordi Sánchez no pueda comer sin tener que soportar como pasea su miembro viril alrededor de su mesa del comedor. Un acción que parece pertenecer a una “estrategia” seguida por una serie de presos con el fin de hacerle la vida imposible al presidente de la Assamblea Nacional Catalana (ANC). Que Sánchez pidiese un cambio de módulo porque algunos presos le gritasen “Viva España” sentó mal y claro, pene al canto.

Lo cual no deja de ser significativo de lo que está siendo el procés, un tipo asustado pidiendo mediación externa y un tipo muy seguro de sí mismo gritando “Viva España” e imponiendo su voluntad a golpe de polla. En fin, estas son algunas preguntas que nos gustaría hacerle al preso en cuestión, para ver si con ellas podemos arrojar algo de luz a todo este rollo de Catalunya que está llegando a niveles ridículos, tanto dentro como fuera de la cárcel.

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¿Qué tiene que ver España con sacarse el pene?

Tenemos un artículo dedicado a hablar de por qué los hombres se sacan la polla en situaciones inapropiadas, pero joder, que un tipo lo haga para defender España es algo que no se nos había pasado por la cabeza. Sin embargo, puede parecer muy lógico, ¿no? Es decir, hablando sinceramente, con el corazón en la mano, en ningún momento sentí extrañeza por el hecho cuando leí la noticia por primera vez. Es muy español eso de sacarse la polla por la patria. ¿ Soy el único al que no le ha chocado que pase esto? De hecho, obviamente no lo soy porque hay un tipo en Soto del Real que ha decidido llevarlo a cabo, pero sigue haciendo falta que alguien sea capaz de darnos un “por qué”. Estudiantes de ciencias sociales, aquí tenéis algo sobre lo que escribir vuestros trabajos.

Sacarse el pene, ¿por qué?

Vale, sí, acabo de decir que sacarse el pene para defender España tiene sentido, o al menos lo tiene para mí, pero, ¿realmente hacía falta?

Quiero decir, tío, ya tenéis a Jordi sentado al lado de la garita de unos guardias a los que seguramente el tipo haya calificado como fuerzas de ocupación fascistas en más de una ocasión y a los que ahora necesita para garantizar su seguridad. Humillado, cabizbajo. Sánchez se veía ya en una Catalunya independent y ahora está en la misma cárcel que Bárcenas. Y encima la gente prefiere a Bárcenas antes que a él…

Entonces, ¿de verdad hace falta sacarse el pene en un acto de desafío viril con alguien que ya está encarcelado? ¿Responde realmente a la voluntad de defender España o es que hay algún asunto sin resolver con eso de sacarse la chorra en sitios públicos? ¿Eres de esa gente que le pone nombre a su pene? ¿Es tu contraargumentación más habitual? No quiero tirarme un rollo pseudofreudiano, pero bueno, tenlo en cuenta.

¿Era ese tu mejor plan?

Si leéis el artículo de El Mundo os daréis cuenta de que hay peña que ha hecho cosas mucho más curradas que sacarse el pene y pasearse por el comedor. Hay un grupo de presos que se han convertido en auténticos profesionales de esto de “putear al indepe” y se han gastado 79 pavazos en unos radiocedés —más lo que cuesten los respectivos cedés— para ponerle a Jordi “El novio de la muerte”, el “Que viva España” Manolo Escobar, etc. Gente realmente comprometida con la unidad de España, o al menos con la causa de joder a Jordi Sánchez. Y de repente vas tú y te sacas el pene. No se, ¿parece un poco flojo, no? Sin premeditación, sin esfuerzo, tirando —literalmente— de lo que tienes a mano.

Es como cuando alguien monta una fiesta de disfraces y aparece alguien disfrazado de algo supuestamente ingenioso, que no parece un disfraz y que realmente no es más que ropa vieja rescatada del armario porque no quería gastarse un duro en un disfraz de mierda que solo va a usar una vez en su vida. No digo que no esté bien ni que tu decisión no sea razonable, pero obviamente denota que te ha pillado un poco el toro y que realmente no te importa tanto la fiesta como a los tíos que se han gastado la pasta en un disfraz hiperrealista de Eduardo Manostijeras o algo así. O en este caso, unos radiocedés de 79 euros.

¿Cómo creías que iba a reaccionar Jordi?

No nos consta la reacción de Jordi. No sabemos si se sobresaltó, si se enfadó o si le pareció un acto de soberanía y empoderamiento popular. Pero me atrevo a decir que a Jordi no le importó. No porque le pareciese bien, sino porque no estaba ahí. Mientras tú te paseabas con tu miembro al aire, el Gobierno español acababa de decidir la aplicación del artículo 155. Ante sus ojos tu cimbrel oscilaba arrítmicamente, pero lo que Jordi veía era el hundimiento de la causa por la que ha luchado toda su vida. Hacia la izquierda, el Parlament, hacia la derecha, la Generalitat, hacia la izquierda otra vez, el Estatut, hacia atrás retorciéndose un poco, TV3.