Heces fecales, ceniza, gas y aceite son las variedades de olores que los vecinos del Pau de Vallecas llevan años padeciendo y notificando a través de la web de la asociación de vecinos. En el origen está el problema.
Un barrio inventado a finales de siglo, en plena vorágine del ladrillo, durante el dominio de la Burbuja Inmobiliaria (1998-2007). Madrid se expandía, y el gobierno autonómico y el ayuntamiento declararon urbanizables todos los eriales, daban igual las condiciones o la calidad de vida de, en este caso, 54.000 futuros habitantes.
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El motivo de los olores está al otro lado de la M-50, hundido entre las lomas, rodeado de vertederos de basura ilegales y compartiendo desvío con la Cañada Real. Se trata del Parque Tecnológico de Valdemingómez, un eufemismo para denominar a la macroinstalación de residuos encargada de gestionar las más de cuatro mil toneladas de basura que a diario se generan en Madrid.
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“Quien permitió construir fue el Ayuntamiento, que también es el titular de Valdemingómez, por lo tanto eran previsibles los malos olores. Se supone que los permisos de habitabilidad garantizan unas condiciones mínimas. Sobre el papel, un barrio nuevo, joven… cuando abrimos la ventana, nos encontramos la realidad y el problema”, explica José Luis Huelves, de la Asociación de vecinos del Pau de Vallecas.
Así, la elección para vivir en esta nueva zona de edificios modernos, muchos con piscina, rotondas y anchas avenidas se convirtió pronto en pesadilla. A algunos les tocó vivir en el Pau a través del concurso público de protección oficial, y otros cargaban con la hipoteca “marrón” a 30 años.
“Y no es el único problema grave que tenemos, también necesitamos más plazas escolares en primaria y secundaria. Los medios de transporte son insuficientes, además de que no hay ninguna biblioteca. Es un caso de irresponsabilidad de la administración”, explica José Luis Huelves.
A algunos les tocó vivir en el Pau a través del concurso público de protección oficial, y otros cargaban con la hipoteca “marrón” a 30 años
La pestilencia manda y se expande a otros distritos y municipios, como Vicálvaro o Getafe. “Imagínate que ahora en verano duermes con la ventana abierta, y de repente te despiertas a las tres de la madrugada por un olor muy fuerte que inunda toda la casa”, explica José Luis Huelves.
Asegura que es “es un olor que te altera tanto, que te interrumpe el sueño. Cierras la ventana, pero todo el olor se ha quedado dentro, y hasta que se despeja, pasa un rato. Entonces todas las noches tienes el dilema de si abrir o no la ventana para dormir, porque no sabes… . O estás paseando con el niño por el parque, y de repente empieza a oler todo y te tienes que ir rápidamente a casa, porque a los niños les afecta mucho”.
“Es un olor que te altera tanto, que te interrumpe el sueño. Cierras la ventana, pero todo el olor se ha quedado dentro” — José Luis Huelves
“Si tienes ropa en el tendedero tienes que cerrar, porque el olor se impregna en la ropa. Si estás en una terraza tomándote algo, te tienes que ir porque no se puede estar”, declara Pedro Romero, de la Asociación de Vecinos del Pau de Vallecas.
“Tampoco se pueden hacer deportes al aire libre, como el running. Mucha gente se ha ido del barrio por todos estos motivos”, explica Rosa Pérez Mateo, presidenta de la asociación.
Cuanto más quema, más dinero gana. Y, la quema de mezclas de restos orgánicos con plásticos o tintas de impresión emite sustancias altamente cancerígenas
Los vecinos coinciden en que en verano es cuando peor se lleva todo esto, además de incidir en que, de todas las consecuencias de vivir junto a la única planta de residuos de Madrid, los olores son el menor problema.
“Sabemos que proceden del vertedero, de la planta de compostaje y de la de biogás. Es un tema que está en vías de solución. De hecho se ha reducido la frecuencia, ha pasado de ser un problema diario, a semanal. Nosotros firmamos un convenio con el Ayuntamiento de Madrid en 2015. Ahí acordamos que se iban a realizar una serie de estudios e incrementar las medidas correctoras, también a hacer una ordenanza sobre la contaminación odorífera porque no existe legislación, algo que sí pasa con la contaminación acústica”, apunta Rosa Pérez Mateo.
Y continúa: “Los ritmos de la Administración son los que son, y hasta el año que viene no se implementarán, pero hay un compromiso y un presupuesto. Lo que más nos preocupa es la incineradora de residuos de Valdemingómez, que es un problema distinto a éste de los olores, y que está demostrado que conlleva riesgos para la salud”.
Cáncer y quema de residuos
De todas las plantas de gestión de residuos que forman parte del llamado Parque Tecnológico de Valdemingómez, la más polémica es la incineradora. Y es, además, el caldo de cultivo perfecto para los chanchullos entre constructoras y políticos.
El fundamento está en que los municipios pagan a la incineradora para que haga desaparecer la basura. Desde su inicio, en 1993, el negocio se mantuvo en manos de la constructora ACS. Hasta enero de este año, cuando un fondo de inversión chino se hizo cargo de esta instalación.
2020 será una fecha clave: la Comunidad de Madrid decidirá si renueva o no la licencia por otros 25 años.
Un informe epidemiológico de la Universidad Carlos III concluyó que existe un riesgo significativo de cáncer en las localidades próximas a incineradoras
Cuanto más quema, más dinero gana. Y, la quema de mezclas de restos orgánicos con plásticos o tintas de impresión emite sustancias altamente cancerígenas. Es decir, no separar la basura en condiciones provoca cáncer, además de contribuir al grave deterioro medioambiental.
Jesús Pérez, experto en residuos de Ecologistas en Acción apunta que “a las empresas de gestión de residuos se les paga en función de la cantidad de basuras que mueven, no en función de lo que reciclan. No hay una exigencia de que estas plantas funcionen de forma adecuada”.
En los de 22 años de actividad, los vecinos de Rivas-Vaciamadrid, los más perjudicados en el tiempo junto a los de Cañada Real, no han dejado de luchar por el cierre, explicando los riesgos medioambientales, alertando sobre la toxicidad de las emisiones y promoviendo planes de residuos destinados a reciclar más y quemar menos. Su reivindicación ha sido apoyada por organizaciones como Greenpeace o Ecologistas en Acción.
“En mi bloque de 10 viviendas somos 5 personas afectadas de cáncer, 2 ya fallecidos y otras 3 personas con leucemia. Y, en toda la calle, sé que hay una media de 2 personas con cáncer por cada bloque de 10 viviendas” — Clara Perales
La primera pista de que la incineradora estaba deteriorando la salud de los vecinos de Rivas-Vaciamadrid la dio un profesor de música de un colegio del municipio, al que le llamó la atención la cantidad de alumnos con problemas de garganta. Después, en 2012, un informe epidemiológico de la Universidad Carlos III, concluyó que “existe un riesgo significativo de cáncer en las localidades próximas a incineradoras e instalaciones para la recuperación o eliminación de residuos peligrosos”.
Clara Perales, vecina de Rivas desde 1982, vive a menos de 10 km de la instalación. Su historial clínico recoge cómo pasó de ser una persona sana, a empezar con problemas respiratorios, después fibromalgia —una enfermedad que según recoge el informe de la Carlos III, tiene una especial incidencia en zonas cercanas a incineradoras de residuos—, complicaciones bronquiales graves y problemas de bajada de defensas, hasta derivar en una leucemia, ahora en fase inactiva.
“En mi bloque de 10 viviendas somos 5 personas afectadas de cáncer, 2 ya fallecidos y otras 3 personas con leucemia. Y, en toda la calle, sé que hay una media de 2 personas con cáncer por cada bloque de 10 viviendas, además de muchos problemas de asma, alergias o fibromalgia”, explica Clara Perales.
Y continúa: “Todo esto me ha supuesto ingresos hospitalarios, periodos largos de bajas laborales… soy una persona que ni fumo, ni bebo y desde siempre he extremado el cuidado de mi salud. Lo que pedimos es que no se renueve la licencia de la incineradora en 2020, y que se haga, antes de esa fecha, nuevos estudios epidemiológicos y ambientales específicos de las zonas afectadas por Valdemingómez, porque el de la Carlos III era un estudio en varias zonas de España”.
“Aquí ha gobernado siempre IU, pero en este tema no han hecho la fuerza que deberían. En parte porque durante el boom de la construcción interesaba vender muchas casas, y prefirieron no dar mucha publicidad al tema de la incineradora” — Clara Perales
Con este panorama no es de extrañar que a Clara, como a muchos vecinos de Rivas, le pregunten constantemente por qué no se va a vivir a otro sitio. “No es tan fácil. Procuro irme en cuanto tengo oportunidad. Pero vivo en la misma casa desde 1982, una casa amplia que he ido reformando a mi gusto, rodeada de zonas verdes. Rivas es un municipio muy agradable, con muy buenas dotaciones, comparado con otros. Los vecinos hemos luchado mucho por mejorar esto. Si no tuviésemos este problema de la incineradora, en Rivas tendríamos una excelente calidad de vida. Aquí ha gobernado siempre IU, pero en este tema no han hecho la fuerza que deberían. En parte porque durante el boom de la construcción interesaba vender muchas casas, entonces prefirieron no dar mucha publicidad al tema de la incineradora. Ahora ha entrado Podemos en el ayuntamiento y los vecinos que luchamos para el cierre en 2020 tenemos más apoyo. Antes ningún político me llamó para preguntarme por mi salud, cuando mi caso y el de otros vecinos afectados es conocido en Rivas”.
“Las mediciones de las emisiones siempre son favorables a Valdemingómez, se hacen una vez cada tres meses, previo aviso”
Los estudios son imprescindibles, máxime cuando las mediciones de contaminación realizadas periódicamente en la instalación, no son nada fiables.
“Las mediciones de las emisiones siempre son favorables a Valdemingómez, se hacen una vez cada tres meses, previo aviso, y durante 6 horas, en sólo un horno de los 3, de esta manera, los residuos pueden ir en los otros dos hornos que en ese momento no están controlados”, explica Javier Navascués, ingeniero de profesión y portavoz de la plataforma Rivas Aire Limpio.
“En algunas de las zonas exteriores al tratamiento de residuos se producen vertidos ilegales, y a veces surgen incendios, como el del verano de 2015, muchas veces originados por la quema ilegal de cable que realizan algunas personas para obtener cobre” — Javier Navascués
Existe un discurso bastante generalizado de que la quema de basuras es un método sostenible y responsable para la generación de energía. Jesús Pérez, de Ecologistas en Acción, contradice esta opinión “este tipo de incineradoras no recuperan más de un 20% de la energía que hay en los residuos; hay métodos mucho más eficientes de obtención de energía. Sólo la construcción cuesta unos 300 millones de euros. Cada incineradora precisa además un vertedero especial al que destinar las cenizas tóxicas. Otro problema es que los contratos que se hacen con las empresas que gestionan son muy a largo plazo, a 25 o 30 años, esto es un callejón sin salida para los municipios, porque, aunque consigan poner en marcha medidas de reutilización de residuos, tienen que compensar económicamente a las empresas que gestionan las incineradoras”.
El cierre de la incineradora también mejoraría las condiciones de vida de los habitantes del poblado chabolista de la Cañada Real, cuyos sectores se encuentran rodeando toda la instalación del parque tecnológico.
“En algunas de las zonas exteriores al tratamiento de residuos se producen vertidos ilegales, y a veces surgen incendios, como el del verano de 2015, muchas veces originados por la quema ilegal de cable que realizan algunas personas para obtener cobre, y que generan muchas molestias, porque muchos de estos incendios se descontrolan. En el poblado vive mucha gente en situaciones muy precarias, sin trabajo, y la muchos se dedican a estas actividades porque no tienen otra cosa”, explica Javier Navascués, portavoz de Rivas Aire Limpio.
La importancia del modelo de Residuo Cero
En Madrid reciclamos poco y mal. No tenemos contenedor marrón, el específico para residuos orgánicos, y el resultado es un desastre. La única alternativa a las incineradoras es adoptar el paradigma de Residuo Cero, centrado en la reutilización y el reciclaje.
Jesús Pérez, de Ecologistas en Acción, cuenta que “no hay ninguna tecnología que separe los residuos, si no hay una buena separación en los domicilios, es imposible que la cosa se haga bien. Pero las administraciones también se tienen que implicar, priorizando la separación orgánica. Hay una serie de incentivos, como la recogida puerta a puerta, en lugar de los contenedores, o el pago en función de la cantidad que se deposite, que sabemos que son muy eficientes”.
Uno de los argumentos en contra del modelo de Residuo Cero está en las dificultades de aplicación en núcleos tan poblados como Madrid. Jesús Pérez también refuta esta idea “está el caso de Milán, donde se están recuperando para reutilización y reciclaje más del 86% de los residuos. Ahora mismo en Madrid no hay casi nada de reutilización, y el porcentaje de reciclaje es inferior al 20%”.
“La Comunidad de Madrid planea construir dos incineradoras más, y un macrovertedero”
La responsabilidad de cerrar la incineradora de Valdemingómez en 2020 y adoptar un modelo alternativo beneficioso para todos, está en la administración. De no ser así, la instalación permanecerá activa otros 25 años más. Los responsables de la plataforma Aire Limpio ya han tenido reuniones con los principales actores “no pedimos que la cierren mañana, queremos que no se renueve en 2020. En la Comunidad de Madrid nos han respondido por carta que van a colaborar con el Ayuntamiento en ese estudio epidemiológico que hemos solicitado. Hasta ahora, la única relación que hemos tenido ha sido vía demanda. Pero, en general, nos parece un lavado de cara. El Ayuntamiento sí está dando pasos en la buena dirección, pero tampoco se quieren comprometer con el cierre de la incineradora”, explica Javier Navascués.
Por su parte, el experto en residuos de Ecologistas en Acción alerta que “el borrador de la Comunidad de Madrid planea subir a un 30% de incineración, ahora está en el 9%, con la construcción de dos incineradoras más, una en Colmenar Viejo y otra en la zona Pinto y Getafe, además de la creación de un macrovertedero en la zona de Loeches. La consejería está diciendo públicamente que no, pero ahí está el documento“.
Con todo, Javier Navascués añade que “antes de renovar o dar autorizaciones deben hacerse estudios y obligar a la empresa a controlar de forma efectiva su actividad. Estamos convencidos de que las autoridades tienen que cuidar y proteger la salud de forma preventiva, no esperar a que nos muramos y luego cerrar”.
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