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Ya es oficial: el estado de Nueva York prohíbe el fracking

El estado de Nueva York ha prohibido el fracking oficialmente este lunes. La medida llega después de que el gobernador, Andrew Cuomo, se comprometiera durante el pasado mes de diciembre a prohibir la controvertida técnica de perforación.

“A nivel medioambiental, que un estado de la envergadura y de la población de Nueva York haya tomado la decisión de prohibir el fracking, constituye un auténtico punto de inflexión”, así se expresó la directora del departamento de División de Aguas en la ONG Riverkeeper, Kate Hudson, en declaraciones a VICE News.

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El departamento de Conservación Mediaombiental del estado ha realizado durante siete años un informe sobre el impacto económico y medioambiental del fracking. La agencia concluyó que el fracking podría disminuir los recursos de agua fresca, provocar la erosión del suelo, contaminar el suministro de aguas subterráneas, perturbar la vida animal y desencadenar una emisión todavía mayor de los gases causantes del efecto invernadero. El informe también ha detectado que las previsión de empleo, de ingresos y de impuestos generados por el desarrollo del negocio del gas en el estado de Nueva York, sería sustancialmente inferior del contemplado originalmente. Las consecuencias son especialmente evidentes cuando se estiman los esfuerzos en mitigación que serán necesarios para equilibrar el impacto medioambiental.

El sur de Nueva York descansa sobre un pedazo de unidad de roca sedimentaria marina autóctona conocida como Marcellus Shale. Se trata del mayor campo de gas natural del país: se extiende por Ohio y el oeste de Virginia hasta alcanzar Pennsylvania y Nueva York. Tan solo dos de esos estados — Nueva York y Maryland — han prohibido el fracking en sus respectivos límites territoriales.

‘Yo no lo llamaría un estudio, realmente’.

El fracking, o fractura hidráulica horizontal, se efectúa de dos maneras: ya sea perforando un pozo de manera vertical por debajo del suelo, o haciéndolo horizontalmente. Una vez consumada la perforación se inyecta un mezcla presurizada de arena, productos químicos y de agua en el interior del pozo. La técnica ha permitido a las compañías energéticas desmenuzar comprimidas formaciones de pizarra, lo que ha permitido la liberación de depósitos de petróleo y de gas natural, que hasta entonces eran inaccesibles.

Si bien estos procedimientos relativamente novedosos han cambiado la cara de la industria del gas y del petróleo y han permitido catapultar a Estados Unidos a lo más alto de la producción mundial de combustibles fósiles, la técnica ha tenido que enfrentarse a la oposición furibunda de los grupos medioambientales.

Además de ser un procedimiento intensivo potencialmente perjudicial para el agua, el fracking también amenaza el suministro de agua subterránea si su mezcla química llega a filtrarse a los acuíferos.

La eliminación responsable de las aguas residuales — la mezcla química inyectada que fluye de nuevo hacia la superficie una vez el pozo ha sido perforado — supone otra preocupación. Las compañías perforadoras bombean a menudo el agua residual por debajo del suelo. Sin embargo, al igual que sucede con las perforaciones en sí mismas, se trata de una actividad de riesgo que puede contaminar las reservas de agua subterránea. Algunas empresas también almacenan el agua residual en canteras aéreas para posibilitar que se evapore, lo cual equivale a liberar componentes químicos dañinos y, a menudo, cancerígenos, a la atmósfera.

Pero es no es todo. El fracking ha sido asociado con escaladas de la actividad sísmica en varios estados distintos. El informe elaborado en Nueva York alude a una serie de terremotos registrados en Polonia, Ohio, entre el 4 y el 12 de marzo de 2014. Su magnitud oscilaba entre 1 y 3 puntos en la escala de Richter, una actividad que se achaca por completo a las operaciones de fracking desempeñadas en las inmediaciones. Las autoridades de Oklahoma culpan al fracking del incremento de la actividad sísmica. De hecho, a día de hoy, el estado lidera los índices de seísmos del país.

Y finalmente, los conservacionistas argumentan que mientras se facilita la extracción de vastas cantidades de gas natural, el fracking está debilitando la hasta ahora vigorosa transformación de las energías renovables.

“Al final, ya no quedan alternativas viables o prudentes que eludan adecuadamente o que sean capaces de minimizar los devastadores efectos medioambientales. Ni siquiera quedan alternativas que puedan combatir la incertidumbre científica o el riesgo para la salud pública que genera el fracking”, advierte el informe. “La medida de prohibir los elevados volúmenes de fracking hidráulico ejecutado por el departamento es la mejor alternativa posible. Y está basada en el necesario equilibrio entre la protección al medio ambiente, la salud pública y las consideraciones socioeconómicas”.

El informe subrayó que la ausencia de pruebas científicas concluyentes sobre el impacto medioambiental del fracking ha despertado suficientes alertas rojas como para garantizar el impedimento de su práctica.

La ONG Riverkeeper Hudson ha elogiado la medida.

“La decisión ha sido tomada tras considerar la información científica; o más bien, su ausencia”, declaró a VICE News. “El hecho de que la incertidumbre haya decantado la balanza a favor de la prohibición en lugar de hacerlo en contra de ella, es el reflejo de un principio preventivo… Del principio que reza que no se pueden tomar decisiones cuando no existen las garantías necesarias”.

Por su parte, la industria petrolífera y la del gas natural, clamaron que el informe no es científico y que está basado en rumores.

“Yo no lo llamaría un estudio, realmente. Se trata, más bien, de un rumor o de un documento especulativo que viene a decir: ‘De acuerdo, tenemos este problema y este otro problema”, comenta Larry Nettles, uno de los socios de Vinson&Elkins, un bufete de abogados internacional especializado en el sector de la energía. Nettles afirmó a VICE News que los hallazgos del informe estaban seriamente cuestionados por los resultados arrojados por otro estudio sobre el impacto del fracking, conducido por la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) de Estados Unidos, a principios de este mes.

El estudio de la EPA concluía que el fracking no provoca “impactos sistémicos y generalizados” en el agua potable del país. Sin embargo, la agencia subrayó la existencia de numerosos casos en los que las operaciones de fracking habían contaminado las reservas de aguas. Como era de esperar, el informe de la EPA fue aplaudido tanto por los activistas medioambientales como por los grupos de la industria. Ambos entienden que el informe apoya sus respectivas opiniones sobre el fracking.

Nettles dijo que la prohibición obstaculizará el crecimiento económico de Nueva York e impedirá que los propietarios de grandes superficies de tierra en áreas rurales puedan explotar los recursos de sus tierras. Sin embargo, no se refirió a lo que reivindica el informe, según el cual la creación de empleo y de beneficios fiscales generados por las perforaciones son exagerados.

Sigue a Esha Dey en Twitter: @deyesha