Este artículo fue publicado originalmente en Noisey, nuestra plataforma de música.
La espera ha valido la pena. Finalmente está aquí para el solaz de tu corazón. Una de las más grandes leyendas de la música popular estrenó hoy su quinta placa de estudio, la primera colección de canciones originales que saca desde el Amused To Death de 1992 y el primer trabajo a su nombre desde la ópera en tres actos Ça Ira que lanzó en 2005. Producido por Nigel Godrich, Is This The Life We Really Wanted? reúne los elementos clásicos de la música del ex integrante de Pink Floyd: comentario social agudo, atmósferas de rock setentero, efectos de sonido con ladridos y pedazos de grabaciones puestos en loop, guitarras delicadas, nostalgia depresiva y una visión artística profunda y universal.
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Aunque los recursos son exactamente los mismos que tenía en los años setenta, en la oferta de música actual estos se sostienen por su integridad y por su urgencia: música lenta para tiempos frenéticos, en la encrucijada entre rock blues y rock de estadio, y con palabras que queman. Sobre todo en temas como “Picture That” o la homónima al disco, la crítica a la manera en cómo se cae a pedazos nuestra organización social, se siente poderosa y reflexiva, tocando muchísimos puntos de manera frontal y sin adornos retóricos ni excesos musicales, sino todos los elementos acomodados quirúrgica y asépticamente, como una capa de depresión que cubre todo. También es interesante comprobar con este tipo de productos, que los artistas jóvenes de nuestra época no tienen la capacidad de articular un discurso de esta naturaleza que sepa hablarle a millones de personas, como si, al igual que un sonido como el de la música disco o la salsa, fuera algo perteneciente a generaciones de músicos pasados.
Hay canciones de Is This The Life We Really Wanted? que se sienten descaradamente sacadas de trabajos anteriores del músico inglés, como “Bird in a Gale” u “Oceans Apart”, pero esos guiños taquilleros saben conquistar el corazón de los fans, y son más un gesto humano y entendible para una leyenda de la música popular. Lo más propio y justo, más bien, es que le hinquen el diente al quinto disco de estudio de Waters, un artista perfectamente consciente de quién es, dónde está parado y qué implica ser consciente de ambas cosas.