A principios de la década de 2000, los fabricantes de teléfonos móviles se esforzaban por crear los dispositivos del tamaño más reducido posible. La década siguiente, la tendencia se invirtió y la calidad de un smartphone se medía por el tamaño de su pantalla. Este año parece que volverá a haber cambios: el último modelo comercializado por Apple, el iPhone SE, cuenta con una pantalla relativamente minúscula de solo 4 pulgadas. No obstante, a los señores de Apple todavía les queda mucho camino por recorrer hasta ponerse a la altura de los fabricantes del Zanco Fly.
Con su pantalla de 0,66 pulgadas, el Fly es uno de los móviles más pequeños del mundo, aunque no el único. Probablemente no te suenen los nombres de las empresas detrás de todos estos nuevos nanomóviles, que suelen encontrarse a la venta en Amazon o eBay por unos 40 euros.
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Los minimóviles tienen prestaciones bastante interesantes como una autonomía de tres días, pero si estás preguntándote qué hace que estos pequeños sean tan valorados por encima de los smartphones de última generación, prueba a meterte un Samsung Galaxy Note 4 por el culo y luego hablamos.
Sí: por si todavía no lo has adivinado, muchos presos gozan del privilegio de tener móvil gracias a que pueden escondérselo en el agujero de evacuación.
Puede parecer una extrapolación un tanto forzada, pero lo cierto es que incluso la publicidad de estos móviles sugiere que su destino probablemente va a ser el de acabar en un orificio anal. Así, muchos se anuncian como fabricados completamente con plástico,indicando que pueden pasar desapercibidos en un escáner de orificios corporales.
Las reseñas de los clientes sobre estos móviles son muy variopintas y van de lo sutil a lo más directo. Un usuario afirma que el teléfono es “muy pequeño y es muy fácil e indoloro esconderlo”, si bien se lamenta de que el modelo no esté fabricado enteramente en plástico y, por tanto, pueda ser detectado por los escáneres. Termina su reseña dando al móvil una estrella, “ya que imagino que la mayoría lo querrá para el mismo propósito”.
Otro usuario, Sean, no se anda con rodeos. En su reseña de cinco estrellas, calificada como “útil” por 23 personas, señala: “¡¡¡Sin problemas anales!!! No me dolió nada el culo. ¡Gracias, chicos :)!”.
En 2013 ya fueron noticia unos dispositivos similares, fabricados con un aspecto similar al de un llavero de BMW y principalmente con piezas de plástico. Al parecer hoy día ese modelo es ilegal, posiblemente debido a que plagiaron el logo de BMW. Pese a todo, el tema de los teléfonos móviles en las prisiones sigue siendo un gran problema, y las cifras de dispositivos confiscados en distintos centros penitenciarios no dejan de crecer, superando en algunos casos incluso a la de drogas.
“Hay teléfonos por todas partes”, afirma el expresidiario Carl Cattermole, autor de una guía de supervivencia en prisión que ofrece una interesante mirada a la vida entre rejas. “Los entran los propios funcionarios, o se los puedes comprar a otro preso a cambio de algún favor o de otra cosa o le pides a alguien de fuera que te lo compre. Normalmente los usan en la celda mientras otro vigila, pero a veces llegan incluso a usarlos en los vestuarios, como si nada”.
Carl añade que cuando ingresas en prisión debes pasar por un registro de cavidades corporales, por lo que quizá no sea muy buena idea entrar con un teléfono ahí dentro. Existen muchas otras formas de colar objetos en una prisión. Lanzar las cosas por encima de un muro es una de las más básicas y efectivas; otra consiste en pescar: el año pasado a alguien le cayeron dos años y medio por intentar atar un paquete con drogas, un cuchillo y un McMuffin a un hilo de pescar que sujetaba por el otro extremo un preso en la penitenciaría de Wormwood Scrubs. Al margen de cómo logren colarse los teléfonos móviles, una vez dentro es muy importante mantenerlos ocultos.
En las noticias muchas veces aparecen casos de personas que se han escondido el móvil en el culo. El verano pasado, un hombre que empezaba su condena de 16 meses por fraude intentó colar un teléfono móvil y su cargador ocultándolos en el ano. El pasado febrero, un triple asesino que cumplía condena en una prisión de máxima seguridad de Nueva Gales del Sur estuvo 12 días en huelga de hambre para evitar expulsar un móvil que los funcionarios habían detectado mediante el escáner (al final expulsó el móvil el 25 de febrero). Un año antes, en el orificio anal de un recién ingresado en una prisión de Manchester se hallaron cuatro móviles, cuatro tarjetas SIM y cuatro cargadores. Luego tenemos a André Silva, cuya cavidad anal sería el equivalente a la Cueva de Aladino del contrabando: según un informe, en el conducto trasero de Silva había ocultos “dos teléfonos móviles, dos baterías, unas pinzas, dos taladros, ocho trozos de hoja de sierra, cinco clavos y tres tarjetas SIM”.
Lo bueno de estos dispositivos de 40 euros no es solo que sean difíciles de detectar, sino que son fáciles de ocultar. Obviamente, es posible introducir objetas de tamaño considerable por el culo —si no, el fisting no sería un pasatiempos tan popular, pero la clave está en que el objeto sea lo más pequeño posible para poder ocultarlo y recuperarlo con facilidad. “No se ven muchos iPhones en prisión”, afirma Cattermole. “Tarde o temprano te ves en la necesidad de meterte el móvil por el culo, y en ese caso le pueden dar mucho por culo —nunca mejor dicho— al iPhone 6 Plus. Si te intentaras esconder ese trasto en el culo parecerías Bob Esponja. Pero bueno, yo conozco a un enano que se consiguió meter una Blackberry”.
Por muy divertida que resulte la imagen de un tipo intentando no cagar el último modelo de Samsung, si alguien nos dijera que a partir de ahora no podemos hablar con nuestros seres queridos, probablemente haríamos lo mismo. ¡Qué digo! Teniendo en cuenta el pánico ciego que nos atenaza cuando el nivel de batería de nuestro móvil baja del 30 por ciento, tendríamos siempre un ojo puesto en el lubricante. “Creo que esto solo lo puedes entender cuando has estado en la cárcel”, afirma Carl. “Es segregación emocional. Encontraría la forma de meterme hasta una cabina telefónica, con tal de poder estar en contacto con mi familia”.
La mayoría de las veces, los presos hacen un uso inocente de los móviles el año pasado, dos presos de un centro de Birmingham vieron su condena ampliada nueve meses por grabar un vídeo de rap en la cárcel, pero sería ingenuo pensar que no hay otros fines no tan limpios. “Muchos usan los móviles para organizar actos delictivos desde la cárcel”, explica Carl. “Igual que el Chapo seguía organizando el mayor cártel de la droga desde su celda, Juan también usará el móvil para seguir haciendo lo que sea que hiciera antes de ingresar”.
Todavía está por resolver la duda de si estos diminutos aparatos realmente funcionan. Mi primer paso consiste en comprar uno en Amazon: el teléfono da línea con todas las redes excepto con tres de ellas, más que suficiente para satisfacer al más ambicioso de los reclusos.
El paso lógico a continuación sería realizar la prueba personalmente, pero dado que hace casi una década que por mi orificio no ha entrado nada digno de consideración, determino que es mejor que las cosas sigan igual en ese aspecto y decido dejar la prueba en manos del supermercado.
Como podéis ver, el agujero de un donut de chocolate da cierto margen de maniobra:
Y ¿qué hay de la prueba de las cavidades corporales? Para ese caso me decanté por un clásico de los orificios: un pollo. Adentro con el móvil.
BUENAS NOTICIAS: Me complace comunicaros que después de haber pasado la noche metido en un pollo, el teléfono funcionaba perfectamente a la mañana siguiente.
Pero, ¿estos móviles se han fabricado expresamente para retenerlos en el ano o son un poco como el papel de plata, que se hizo con un propósito pero se suele usar con otro?
Intenté rastrear al fabricante de mi terminal, pero no resultó fácil. Al parecer, mi modelo, el Zanco Fly, ha sido fabricado por Zini Mobiles Ltd, empresa creada en el Reino Unido en 2013 y disuelta el verano pasado. La entidad estaba registrada en una dirección de envío y solo tenía un director, quien al parecer sigue vendiendo este teléfono a través del sitio web Alibaba (pedido mínimo: 3.000 unidades), en el que Zini consta como empresa británica cuyos supuestos ingresos anuales exceden los 89 millones de euros. Otras fuentes de internet afirman que Zini llegó a tener más de 300 personas empleadas.
Finalmente conseguí hablar con Adam, un tipo de Birmingham que empezó vendiendo estos móviles por eBay y posteriormente creó el sitio web smallestmobilephones.co.uk. Adam ha tratado con Zini y durante nuestra conversación hace mucho hincapié en que en su sitio web no se vende “nada que tenga que ver con prisiones ni con culos”. ¿Significa eso que no sabe cómo se utilizan los móviles que vende?
“Nosotros no decimos a nadie nada de eso”, explica. “Si eso es lo que quieren hacer, que lo hagan, pero nosotros nunca hemos probado los teléfonos para ver si los escáneres los detecta; algunos están hechos principalmente de plástico, pero no pueden ser todo plástico; tendrán que llevar un circuito”.
Adam habla con sorprendente franqueza sobre la mercancía que vende: los de Zini son muy buenos, pero hay otros “que no lo son tanto, la verdad”. Respecto a las baterías, Adam señala que hay fabricantes que “no usan precisamente los mejores materiales”, razón por la que pide precaución a la hora de esconderlos por el recto.
“Mira, tío”, dice entre risas, “si alguien me llamara y me dijera que se va a meter uno de estos por el culo, le diría que no lo hiciera. Hay gente que me ha dicho que les ha explotado el móvil mientras lo tenían cargando”. Y a modo de consuelo añade: “Pero bueno, tampoco creo que sea una gran explosión”.
No sé cómo decirle que una de las máximas no escritas que sigo en mi vida es la de evitar todo tipo de explosiones, grandes o no, en la zona del ano. Hasta ahora me ha ido muy bien siguiendo esa máxima.
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Traducción por Mario Abad.