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La tumba, el exilio, la delincuencia y la resiliencia

Las cuatro caras de la juventud venezolana.

Venezuela es exactamente una obra distópica, un país donde los servicios básicos son precarios, la hiperinflación es un cáncer, la delincuencia mancha de sangre el mapa y el éxodo es lo cotidiano, la mejor alternativa para los jóvenes.

Venezuela está sometida a un régimen opresor y omnipresente. Es un territorio donde es más probable ser atracado en la calle que conseguir analgésicos. Los precios de los productos y servicios suben a cada hora y, el gobierno manipula a la gente con un carnet al mejor estilo dictatorial.

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La crisis económica ha originado nefastas consecuencias en la sociedad en los últimos cinco años. Aunque Chávez ya venía abonando el terreno para sembrar su semilla de miseria. Sin duda, los venezolanos vivimos en un experimento psicosocial sin precedentes. La frustración arropa a la juventud. Hay que pensarlo dos veces para ir a la playa o a un concierto, ya sea por el tema económico o porque la delincuencia ataca en lugares públicos y privados.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Venezuela cerrará el 2018 con una hiperinflación de 1,000,000%. Una estimación extravagante, pero creíble. Todo esto se traduce en más caos, miseria, enfermedad, y muerte.

La delincuencia en Venezuela es el reflejo de la corrupción histórica que ha infectado al país. Sin olvidar que los pranes (jefes de cárcel), y los colectivos (grupo de chavistas armados), son la creación mimada del chavismo. Las cifras de homicidios al año son impresionantes.

Venezuela es uno de los países más violentos del mundo. El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) dice que en el 2017 un total de 26,616 personas murieron de forma violenta. A esto se le suma la diáspora de profesores universitarios y médicos ante los mediocres salarios.

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En cuanto a la relación juventud-política, en Venezuela los jóvenes son carne de cañón de una guerra política en donde no se distingue quién es el enemigo. Por un lado, la juventud chavista parece ser una invención onírica de Dalí y por otro el lado, la Mesa de la Unidad (MUD) ha llevado a cientos de estudiantes a una batalla donde los únicos ganadores han sido las funerarias y el chavismo.

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Pero también, en el país se viene desarrollando un movimiento de resistencia conformado por jóvenes profesionales de distintas áreas. Aquí todo el mundo quiere ser escuchado. Durante las protestas antigubernamentales de 2014 más de 43 personas murieron y en el 2017 fueron aproximadamente 160, en su mayoría chamos (jóvenes) estudiantes.

Dado este escenario muchos economistas estiman que la recuperación de Venezuela será un tarea titánica, pero los años pasan y pocos están dispuestos a malgastar su juventud esperando que todo cambie.

Miguel Ángel Santos, economista profesor de Harvard, en entrevista concedida a un medio venezolano, reveló que llevar la economía de Venezuela a la “estabilidad” tardaría al menos diez años.

Las historias de Víctor, Ronald, Hugo y Luis evidencian la realidad de un país jodido, pero con capital humano imprescindible. Un infierno tropical con riquezas naturales, ingenio y mujeres exuberantes.

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La tumba, Víctor Bello

El jueves 31 de mayo Víctor, junto con un compañero salieron de clases más temprano de lo normal, eran las 10:00 am. Mientras caminaban por la Avenida Bolívar envió un mensaje a su madre, avisando que iba en camino a casa.

Más adelante, su amigo Pedro notó que dos malandros (delincuentes) los estaban siguiendo en una bicicleta, pero Víctor subestimó la impresión.

Al llegar a un callejón que está al final de esa avenida, fueron abordados por los sujetos. Uno de ellos se lanzó a quitarle el Smartphone marca BLU, que su hermano le había regalo, pero Víctor resistió y comenzaron a pelear. Fue cuando el delincuente sacó un cuchillo y lo hirió 13 veces.

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Pedro corrió para resguardarse y pedir auxilio, pero los vecinos y curiosos presentes no ayudaron, a excepción de un pastor evangélico que fue quien lo trasladó hasta la Clínica.

La mamá de Pedro aterrorizada por lo ocurrido llamó a Nancy (madre de Víctor) avisando que a su hijo lo habían herido para robarle el teléfono. Nancy no sabía la gravedad del problema así que se quedó en casa alistándose para ir a la clínica. Al rato recibió una segunda llamada, ahora de la clínica, y de inmediato fue al lugar. Al llegar una señora dijo a Nancy: “Vamos a rezar, Víctor está bien”.

Después de unos angustiosos minutos los médicos notificaron que Víctor había perdido un litro de sangre y que requería con urgencia donantes de sangre O positivo; al rato los consiguieron. Mucha gente brindó apoyo, pero también recibió llamadas de personas en busca de recompensa por el donativo.

Pasados unos minutos Nancy y Arístides, el padre de Víctor, recibieron la noticia más triste que habían escuchado: Victor falleció. Eran aproximadamente las 12:00PM.

El pasado 03 de Agosto cumplía 17 años. Era el último de seis hermanos. No le gustaban las fiestas pero sí dibujar y, el reggaetón de Bad Bunny. Su temperamento era tranquilo, distinguía por lo servicial, ayudaba a sus compañeros y vecinos a hacer las tareas escolares. Aunque creían que iba a ser veterinario, por su afición a los animales, en la Prueba de Aptitud Académica demostró que su talento estaba inclinado hacia la geología.

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Nancy cree que el problema de la delincuencia en Venezuela comienza por el descuido de los padres “en un país donde se ha perdido el valor de la vida la educación familiar es fundamental”.

Hubo justicia, pero Víctor no regresó más a casa.

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El exilio, Ronald Alonzo

La historia de Ronald es de aventura, innovación y experiencia. Se dedica al buceo profesional, trabaja en profundidades de entre 0 y 50 metros en actividades que abarcan el sector petrolero costa afuera, el sector portuario, buceo en centrales hidroeléctricas y la investigación submarina.

En el 2011 se graduó como Buzo de Suministro de Superficie No Restringido, en la CDA (Commercial Diving Academy) Technical Institute, en Jacksonville, Florida, y al año siguiente obtuvo en Escocia el título de Técnico de Soporte de Vida y de Buzo Paramédico.

En Venezuela ha trabajado en las principales represas del país, así como en el río Orinoco y en el Caroní. Además de trabajar en Trinidad y Tobago, St. Kitts y México. Sin duda, Ronald es una pieza clave para el desarrollo del país. Entre 2012 y 2015 su sueldo en Venezuela equivalía a 5 salarios por encima del resto, pero todo cambió.

Recientemente inventó la Metodología de Auditoría y Aseguramiento de los Sistemas de Soldadura Submarina en Hábitats Hiperbáricos, utilizando Inteligencia Artificial (IA), que predice los riesgos laborales en el buceo profesional.

Esta IA llamada RMAI (Risk Management Powered by Artificial Intelligence, o Manejo de los Riesgos Asistido por la Inteligencia Artificial), es un modelo predictivo que utiliza la información documentada de buceo de todas las inmersiones hechas a nivel mundial y define lo que es correcto y lo que es incorrecto.

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Cualquier practicante de buceo en el mundo puede acceder a la IA que Ronald ha inventado, es gratis. Además, el usuario de la web puede crear un perfil, registrar su bitácora de buceo y buscar trabajo en el área.

Su trabajo consiste en salvar vidas, desarrollar técnicas, ayudar a las personas a ser más efectivas en las experiencias submarinas, sugerir medidas. Su objetivo es que menos gente muera, minimizar el error humano en el buceo.

En Venezuela no hay óptimas condiciones para ejercer su profesión. Según él, hay muchos factores de riesgo. Por eso el mercado internacional será la plataforma donde promocionara su invención.

Cree que Venezuela no es el mejor lugar para ello. Pero afirma que en el ámbito profesional el venezolano es extraordinariamente competitivo. A dónde ha ido ha conocido a otros venezolanos pioneros en distinta áreas: Estoy cansado de conocer a venezolanos en el exterior que son pioneros en todo, especialmente en el área petrolera”.

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La delincuencia, Carlos Raya Farías

De pequeño se le cuidaba con especial interés. Sus hermanos eran más tranquilos, pero Carlos en cualquier incidente estaba implicado. Pero eso no era lo que preocupaba a Carmen, su madre.

De cada lugar que visitaba tomaba algo sin permiso. Así empezó a robar en la escuela, en la casa de sus primos, en las reuniones de amigos. Desde ese tiempo se le conoce como Raya, por la particular fama que ha generado su amor a lo ajeno. Así ha transcurrido su vida, entre la discriminación y la habilidad de robar sin que nadie lo note.

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Hoy Raya tiene más historias que años (27), ha vivido entre en el estado Anzoátegui y Carabobo. Hace cinco meses salió de prisión, donde pasó dos años por el Robo y Hurto de Vehículo y Porte Ilícito de Arma de Fuego. A pesar de haber sido sentenciado a cinco años, logró salir gracias a un familiar que conoce a unos chivos (personas muy influyentes) en Caracas. También estuvo preso por secuestro en el 2012 en el retén de Carabobo.

Raya forma parte de esa generación de jóvenes que encontró un camino de serpientes. Un país perturbado política y socialmente. El bachillerato lo abandonó al segundo año, porque como él dice era una ladilla ir al liceo. Hoy día es una persona judicialmente libre, pero con la tentación latente de robar cuando no tiene de comer.

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La resiliencia, Hugo Mata García

Hugo es Politólogo egresado de Universidad Central de Venezuela (UCV) y músico.

En el campo de las ciencias políticas también tiene una Maestría en Imagen y Consultoría Política, que realizó en España, además de un título en Campaña Electoral y Gestión de Gobierno.

En el campo musical, estudió en la Escuela Nacional de Música Juan Manuel Olivares, y en la Allegro Centro Musical, de Caracas. Así aprendió a tocar la guitarra, el bajo, el violín y el piano. Actualmente toca canciones de Red Hot Chili Peppers y de Oasis con el ukelele.

Hugo sabe mostrar sus aptitudes cuando se trata de crear campañas electorales, diseñar campañas culturales y políticas públicas. Le apasiona la política, pero a pesar de eso y de haber militado en partidos tradicionales de Venezuela está consciente de que los políticos le han fallado al país.

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No le cabe duda de que a esta generación le ha tocado duro; lo nota en las caras de sus amigos. La mayoría ven sus proyectos realizados en el exterior, mientras que él —a pesar de todo— apuesta por la innovación en Venezuela. De eso está convencido, y de que en el país hay un trabajo cultural que falta por hacer. En este país ha aprendido a trabajar con poco, y eso le gusta. Y si es de inventar, lo inventa.

En su paso por la Alcaldía de Anaco —al oriente de Venezuela— como Director de Cultura, realizó una campaña de identidad cultural, y aún con limitaciones presupuestales, organizó su equipo y lo hizo posible. Más mentes, mejores resultados.

Para Hugo, ejercer la profesión de politólogo es complicado, porque aunque parezca contradictorio, su carrera no es muy bien aceptada en el ámbito político. Esto es así porque en Venezuela los cargos públicos son de confianza, de amigos, y eso no necesariamente se traduce en calidad.

En su otra faceta como profesor universitario, le ha tocado escuchar y ver de sus alumnos actitudes que lo dejan perplejo. Los ve desmotivados, llenos de incertidumbre, como atados de manos. Entonces en esos momentos es donde su rol se vuelve más motivacional que académico.

Como persona y como político, le gusta pensar que sí hay una solución posible para Venezuela, pero como politólogo sabe que el camino es sombrío, que va a tomar mucho tiempo.

Sin embargo, ese sentimiento se le pasa rápido y sigue apostando al futuro del país, porque no quiere irse de casa. “Para mí el reto profesional está en Venezuela y siempre va a estar en Venezuela’’.