La cara de un hombre con pintura rosada salpicada sobre su cerebro.
Gráfica por Michelle Thompson. 

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Los hombres que están desaprendiendo la 'masculinidad tóxica'

Por medio de clases y talleres, hombres a lo largo de Estados Unidos están intentando desaprender la "masculinidad tóxica"—​para la sociedad y para sí mismos.

Artículo publicado originalmente por Broadly Estados Unidos.

En 2006, Nathan de 56 años se peleó con Mandy, su hijastra adolescente, por la forma en que estaba realizando sus deberes. Las cosas se tornaron físicas; la empujó para adelante y para atrás contra la puerta. Siempre peleaban, pero las cosas nunca antes se habían salido de control de esta manera.

"Fue una de las peores cosas que he hecho", me dice Nathan. "Fue como si hubiera dejado mi cuerpo. Mi furia simplemente explotó de una forma horrible que fue completamente desproporcionada para la situación. Tengo que decir que la forma en que reaccioné debió haberme asustado casi tanto como la asustó a ella".

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Después de eso, Nathan se dio cuenta de que necesitaba procesar sus emociones. Era el tipo de hombre liberal, generalmente compasivo que recolectaba dinero para Planned Parenthood, evitaba películas violentas, y no actuaba para nada como los arquetipos de "masculinidad tóxica" que saturan en la política. Pero, como la mayoría de personas, había crecido con la idea de que el dominio físico era un rasgo masculino deseable. Como un jugador de fútbol vitalicio, suprimir el dolor y actuar de forma resistente siempre parecía ser la forma en que los hombres se supone que deben actuar.

Unos pocos meses después de la pelea, Nathan descubrió el ManKind Project, un entrenamiento sin ánimo de lucro y una organización de educación que realiza "programas de desarrollo experimental personal para los hombres". Se inscribió en un entrenamiento intensivo de tres días, seguido por un "grupo de integración" de diez semanas.

En lo relacionado con la marca, ManKind atiende a una demografía tradicionalmente masculina —sus iniciaciones son llamadas “Aventuras de Entrenamiento para Nuevos Guerreros”— pero gastan mucho dinero trabajando con cosas estereotípicamente "no masculinas", como la emoción. A lo largo del programa Nathan aprendió a estudiar sus sentimientos y descubrir exactamente de dónde provenían, dice. También le fueron dadas herramientas para realizar registros productivos de sí mismo y le enseñaron como desescalar su furia.

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"Se necesitó de mucha autorreflexión para entender cómo había estado proyectando mis frustraciones sobre mi vida hogareña en [Mandy]", dice. "Siempre he sabido que cosas como adquirir responsabilidad y hacer trabajo emocional podrían ser facetas de la masculinidad, pero ponerlas en práctica dentro de mi propia vida cambió completamente la forma en que me relacionaba con mi familia".

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Foto por GIC, vía Stocksy.

Cuando las noticias del escándalo de Harvey Weinstein salieron a la luz en octubre de 2017, las búsquedas de Google sobre "masculinidad tóxica" aumentaron en un 50 por ciento. Casi de la noche a la mañana, el productor cinematográfico—que eventualmente fue acusado de acoso sexual y/o abuso por más de 80 mujeres—se convirtió en el rostro de lo que se conoce ahora como "masculinidad tóxica", la estrecha forma de bullying de la masculinidad que glorifica la conquista, violencia, y subyugación de otros.

Aunque la estimación que siguió al subsiguiente movimiento #MeToo lo hizo parecer como si un momento clave sobre discusiones de responsabilidad y dinámicas de género fuera inminente, los eventos de este año que pasó—desde ataques mortales de “incel” hasta el comportamiento de Brett Kavanaugh durante su confirmación en la Corte Suprema—comprueban que todavía tenemos un largo camino por recorrer. Aún así, existe un número creciente de hombres en todo el país quienes, como Nathan, están intentando reducir la distancia.

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El ManKind Project es parte de un género nacional de clases y programas —llevados a cabo por investigadores de género, grupos de justicia social, ONGs, y artistas— que han llegado a conocerse como el "movimiento de masculinidades saludables", un esfuerzo para remodelar la forma en que los hombres definen y encarnan la hombría en miras a reducir los problemas que sus expresiones más tóxicas pueden crear. Y mientras puede que eso usualmente comience con la reducción de la ira y la agresión, normalmente abarca mucho más.

“La masculinidad progresiva trata de estar conectado con las emociones y no tener miedo de ser vulnerable".

No es claro cuántos de estos programas existen con exactitud, pero algunos, como Promundo y Men Can Stop Rape, aseguran haber llegado a millones de hombres que buscan formas más saludables de expresar la masculinidad. Ellos hacen esto principalmente al ofrecerles a los hombres una nueva definición de masculinidad —frecuentemente referida como masculinidad "progresiva" o "moderna"— que rechaza el alcance angosto de lo que es tradicionalmente considerado como "masculino".

“La masculinidad progresiva se trata de estar conectado con las emociones y no tener miedo de ser vulnerable", dice Stephen Hicks, quien aprendió por primera vez este nuevo tipo de hombría gracias al programa ReThink Masculinity, del cual es co-director. "Es pedir ayuda cuando uno la necesita, asistir, hablar responsablemente, y hacer la labor emocional de apoyar a las comunidades y las personas cuyo duro trabajo lo han beneficiado a uno. Es darse cuenta de que uno no está legitimado con el cuerpo o tiempo de cualquiera, entender el consentimiento, y afirmar la riqueza de individualidad, diversidad, y expresión masculina".

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ReThink Masculinity (RTM) es un curso de dos meses de duración en Washington DC desarrollado en una asociación entre grupos de apoyo como Collective Action for Safe Spaces y ReThink, junto con el DC Rape Crisis Center, que busca promover equidad e intervenir en violencia basada en el género al enseñarle a los hombres "masculinidad progresiva".

Cada semana, a los 20 participantes les son asignados artículos para leer de temas relacionados con trabajo emocional, micro-agresiones, y violencia estructural. Después, se juntan para procesar el material en discusiones grupales y ejercicios, que usualmente son propiciados por participantes anteriores.

Hicks le dice a Broadly que la unidad de la cuarta semana, que se enfoca en el consentimiento y en la cultura de la violación, es normalmente la más difícil para los estudiantes. Los hombres comienzan discutiendo el rol que podrían estar jugando en la propagación de la cultura de violación, guiados por un terapeuta experimentado en crisis de violaciones. Incluso si ellos mismos no han sido perpetradores, los instructores de RTM los invitan a pensar la forma en que podrían ser parte de un sistema más grande de desigualdad que convierte la agresión sexual un problema rampante y también les proporcionan maneras reales para intervenir. RTM tiene una política de confidencialidad muy estricta, y no le permitió a Broadly asistir a clases. Hicks compartió que, normalmente, a lo largo del curso de la unidad emerge un retrato tenso y complejo de las relaciones de los participantes con el consentimiento sexual y las agresiones. Algunos hombres admiten ser perpetradores, dice, mientras otros admiten ser sobrevivientes; algunos ambos.

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Después de que los estudiantes comparten sus historias personales, el grupo relaciona su discusión con momentos culturales más amplios. Hablan de cosas como #MeToo, personas como Harvey Weinstein y Bill Cosby, y cuestionan cuáles voces están siendo escuchadas y cuáles están siendo silenciadas. Finalmente, después de verificar entre ellos cómo se están sintiendo, pasan a un ejercicio de escucha activa, luego a una serie de escenarios de juego de roles que les enseñan a navegar el consentimiento. "Enseñamos que 'no' puede ser un punto de seguridad y confianza", dice Hicks. "Saber que uno le dio a alguien la oportunidad de escoger lo que era correcto para ellos, es un punto de fortaleza".

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Hicks dice que las habilidades que aprendió en RTM se han vuelto particularmente útiles en su otro rol como guardia de discoteca. Como la mayoría de guardias de discotecas, solía usar la agresión y la dominación física para mantener la paz en los bares y clubes; una forma de “masculinidad ocupacional” que se ha comprobado aumenta la violencia entre los guardias y la clientela. Ahora, cuando algo le pasa a alguno de sus visitantes, sus necesidades son su prioridad principal. Les da agua, encuentra sus amigos, les pide un Lyft o un taxi si lo necesitan, se asegura que estén estables, y hace un reporte para el administrador en turno.

A pesar de que Hicks aprendió el concepto de masculinidad progresiva en la adultez, un programa de masculinidades saludables para estudiantes de escuela intermedia y secundaria llamado Maine Boys to Men intenta generar esta misma filosofía en chicos durante el crucial y auto formativo período de la pubertad. La educación temprana no solo está pensada para el beneficio de esos que rodean a los chicos, sino que pretenden ayudarlos a vivir vidas más plenas: se ha comprobado que los jóvenes cuyas actitudes y comportamientos personifican la masculinidad estereotípica son más propensos a involucrarse en violencia, abuso de sustancias, a ser delincuentes, a insistir en roles desiguales en relaciones heterosexuales, y a tener salud mental deficiente.

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El programa de cuatro semanas de MBTM para escuelas intermedias apunta a darle a los estudiantes un espacio para expresar un gran rango de deseos, emociones, afinidades, e intereses. El curso no es muy diferente al de ReThink Masculinity, aunque los métodos están pensados para participantes más jóvenes. Como todos sus programas, empieza con un ejercicio de "caja de género". El instructor dibuja una caja en un tablero, y los estudiantes nombran estereotipos de masculinidad que van dentro de la caja —rudo, bully, enojado, luchador. Las consecuencias de adoptar actitudes de fuera de la caja son escritas más allá del perímetro —ser objeto de burla, ser golpeado, ser abandonado. El dibujo completo lleva a una conversación sobre lo limitantes que pueden ser las definiciones de masculinidad dominante y cómo eso puede afectar a niños y niñas por igual. Otros ejercicios incluyen contar historias en grupo que incitan preguntas sobre consentimiento y dinámicas de género.

De acuerdo a una tercera evaluación realizada por la Universidad de Southern Maine, los ejercicios de aprendizaje inmersivo como este son altamente efectivos para direccionar las actitudes de los chicos sobre el género, la violencia, y la igualdad. La directora del programa MBTM Heidi Randall, dice que ve cómo los estudiantes ponen estas actitudes en práctica casi de inmediato.

"Un par de chicos en el programa escucharon cómo le decían a otro compañero 'gay' de forma despectiva, y lo defendieron", dice. "Después, iniciaron una discusión entera en clase sobre la razón por la que eso no era correcto".

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Otro estudiante, un típico atleta con apariencia de macho, admitió a su grupo que le gustaba usar maquillaje, dice Randall, mientras que un tercero llevó a su padre y a su hermano menor a una proyección del MBTM de la película The Mask You Live In para así poder "participar en conversaciones abiertas y continuas sobre la masculinidad con los hombres que hacen parte de su vida".

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Foto por Visualspectrum, vía Stocksy.

Cada iteración del entrenamiento de masculinidades saludables tiene su propia receta única para enseñar la "masculinidad progresiva"; algunos se enfocan en inteligencia emocional; otros educan sobre consentimiento y no violencia. Las clases del artista Daniel Crook se enfocan específicamente en la vulnerabilidad, una cualidad que, dice, al aprenderse puede hacer una gran diferencia para cambiar la forma en que los hombres se relacionan con sí mismos y tratan a los demás.

Después de crecer con el tipo de padre que dice que le rompería la nariz a alguien si lo mira mal, Crook se fascinó mórbidamente en la marca violenta, típicamente cargada de alcohol de la expresión masculina que los hombres de su ciudad de origen rural y conservadora estaban usando para hacer valer su hombría. Crook, un hombre queer identificado con lo femenino, se involucró en expresiones de género alternativas desde una edad temprana, y no podía entender por qué tenían que pelear con los demás para sentirse como hombres. Al mismo tiempo, se encontró a sí mismo queriendo ayudar.

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"Eran tan frágiles y estaban tan enojados", dice. "Era muy claro para mí que estaban actuando de esta manera para adaptarse a la forma en que creían que deberían ser los hombres. Yo había encontrado una expresión de género en la que estaba más feliz y más seguro—siempre y cuando quisieran, ¿no podría ayudarlos a que hicieran lo mismo?"

De adulto, Crook comenzó a poner esto en práctica a través de su arte. Invita a hombres cis heterosexuales a su estudio para modelar para sesiones de retratos desnudos en las que intenta (de forma consensuada) deconstruir y reconstruir su sentido de masculinidad a través de un tipo de discusión íntima que trasciende las charlas hombre-a-hombre. Pregunta cosas como, "¿Recuerdas la primera vez que fuiste disuadido de tocar, abrazar, o ser emocional con tus amigos hombres?" y "¿Cómo se siente que te digan 'marica' o que de digan que 'actúes como hombre'?"

“Era muy claro para mí que estaban actuando de esta manera para adaptarse a la forma en que creían que deberían ser los hombres".

La vulnerabilidad de responder estas preguntas estando desnudos —frente al tipo de hombre que han sido socializados para pensar que representa una amenaza para su reputación sexual— puede tener un efecto transformador.

"Creo que los empuja a una cornisa de la que se han estado alejando", dice Crook. "No podría decirte cuántas veces he estado en la habitación con un hombre que lo único que necesitaba realmente era algo de ternura". Crook recuerda la vez que un modelo colapsó en sus brazos después de enojarse consigo mismo por llorar la muerte de un ser querido. No había razón para estar enojado en ese momento, pero pudo ver por qué el hombre reaccionó así—no había tenido un buen abrazo en cinco años, le dijo a Crook.

Otro sujeto de Crook me dice que la vulnerabilidad que sintió modelando le permitió finalmente lidiar con una parte de su psique que había sido dañada en sus relaciones toda su vida—su atracción a mujeres mucho más jóvenes. Y sin embargo, otro dice que se sintió emocionalmente muerto y que no había llorado por una década hasta que posar para Crook lo ayudó a bajar la guardia. "Es un alivio descubrir que uno no tiene que ser de ninguna forma particular para ser un hombre", me dice. "A veces, tiene que ser un poco vulnerable para encontrar ese alivio, pero uno sale mucho más fuerte" (Aún así, ambos hombres pidieron que sus identidades se mantuvieran anónimas).

"Cuando los hombres aprenden a reconocer e interpretar sus emociones y las emociones de otros, y que hay fortaleza en la vulnerabilidad, tienden a sentirse más seguros de sí mismos y de su lugar en la sociedad", dice Ronald Levant, profesor de psicología de la Universidad de Akron y co-editor del libro The Psychology of Men and Masculinities. "Esto hace que se sientan menos propensos a perder el control y lastimar a otros en un intento de hacer valer su autoridad".

Una abundancia de investigaciones también evidencia que los hombres que se subscriben a roles de género que favorecen la dominación masculina, la legitimación, y la represión emocional son más propensos a sufrir enfermedades mentales no tratadas. También, parece que los programas de masculinidad saludable podrían tener un impacto más amplio—algunos estudios han comprobado que exponer a los hombres a definiciones más extensas de la masculinidad reduce el comportamiento violento y las creencias opresivas en ellos. Curiosamente, existe incluso evidencia de que las expresiones más progresivas de la masculinidad pueden reducir el cambio climático y la contaminación y crear sociedades más económicamente rentables.

"Todo se trata de plantar semillas, poco a poco", dice Hicks. "Uno no puede cambiar el mundo de la noche a la mañana. Pero si uno puede hacer la vida de un hombre más saludable y más positiva, uno puede mejorar dos; cuatro; ocho; 16 y así sucesivamente. Es un efecto adictivo que está creando un cambio real".