Jóvenes españoles en paro nos cuentan cómo son sus vidas
Ilustración por Luis Armand Villalba

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Paro

Jóvenes españoles en paro nos cuentan cómo son sus vidas

La cifra de desempleados de entre 16 y 30 años ha crecido un 45% desde 2007.

La cifra de desempleados de entre 16 y 30 años ha crecido un 45% desde 2007, según la media de trimestres de la Encuesta de Población Activa. Eso significa que, si hace diez años había 728.000 parados en esta franja de edad, ahora hay 1,06 millones. Y eso significa también que la recuperación económica, los brotes verdes, no van con los jóvenes. Que a "la generación más preparada de la historia" no le sirve de nada serlo. Significan miles de jóvenes que se ven obligados a emigrar o condenados a la precariedad.

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Porque detrás de esa cifra —1,06 millones de parados de entre 16 y 30 años— hay caras, hay vidas, y hay muchos títulos. Hay títulos de Ingeniería de la Edificación, como el que tiene colgado Irene (27 años) en casa, y hay títulos de Ciencias Ambientales, como el que le dieron a María (29) cuando acabó su carrera. Ambas están en paro y ambas están aprovechando ese tiempo para estudiar: Irene está preparando unas oposiciones, María su tesis.


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Irene vive con 460 euros al mes. "Invierto 250 euros en el alquiler de mi casa, que comparto con mi pareja en Las Rozas (Madrid). 100 euros para comida, 30 para pagar el móvil, otros 30 para transporte público y el resto, que no es mucho, para mi ocio", cuenta. "Estoy estudiando para opositar porque, tras haber trabajado 8 horas por 700 euros, me di cuenta de que hacerme funcionaria iba a ser la única manera de tener un salario razonable en proporción al horario", añade.

Juan Manuel (27) vive un poco más holgado: dispone de 900 euros al mes desde que su empresa lo despidió de manera improcedente en enero. "Para empezar bien el año", bromea, aunque en realidad no es algo que le haga mucha gracia. Hay abierto un proceso judicial por ello. Le pregunto qué es lo peor de estar en paro y me responde que "la sensación de estar perdiendo los días".

"Nos dijeron que estudiáramos, que podíamos ser lo que quisiéramos, que éramos y seríamos ricos… creo que hasta nos lo siguen diciendo. Somos los más estafados de una sociedad estafada"

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"Por mucho que ocupe mi tiempo leyendo y escribiendo para un proyecto que estoy desarrollando me da la sensación de que estoy perdiendo los días. Me despierto a las 6 de la mañana igual que siempre para no perder rutinas, saco a mi perra, desayuno y me siento a trabajar. Paro a comer, me tomo un café y a seguir. Pero, pese a estar activo, llega la noche y pienso que algo estoy haciendo mal", concluye.

Y quizá el mensaje de los brotes verdes, el de la meritocracia y el del "si quieres, puedes" no ayude a que Juan Manuel no se sienta así. Ni a que Alberto (28) piense que "hemos sido una generación engañada". "Nos dijeron que estudiáramos, que podíamos ser lo que quisiéramos, que éramos y seríamos ricos… creo que hasta nos lo siguen diciendo. Somos los más estafados de una sociedad estafada", concluye.

Gracias a su prestación por desempleo, Alberto se ha mudado a Reino Unido a buscar trabajo, algo que "se supone que es ilegal", según cuenta "porque tienes que residir en España para percibirla. Pero yo allí ya no veo salida, y si no tuviera el dinero del paro no podría mantenerme en Inglaterra hasta que encontrara curro", añade. Estudió un grado medio de Actividades Físicas y Deportivas y ejerció como monitor hasta el año pasado.

Otros, como Viena, que tiene 27 años y es periodista, se niegan a emigrar. Se resisten a que los echen. "Ni desde que me quedé en paro hace casi cinco meses ni antes me he planteado emigrar. Quiero vivir en mi país, me niego a que me obliguen a irme", cuenta. Vive con 1.000 euros al mes en Madrid, algo que no es sencillo en una ciudad en la que el alquiler ha alcanzado este año su máximo histórico. "Pago 450 euros de casa y el resto lo invierto en vivir… o en sobrevivir", dice Viena.

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"Puede dar cierto apuro volver al hogar familiar, puede dar sensación de fracaso, pero no es así. Siempre se puede revertir esa sensación y aprovechar la situación"

A Carlos (25) le ocurre lo mismo pero en Barcelona. Los 850 euros que percibe de prestación por desempleo "parecen a priori una gran cantidad de dinero, pero en una ciudad como Barcelona, en la que te cobran hasta por respirar, hay que hacer verdaderos malabares para vivir con eso", cuenta. "Si empezamos a nombrar los gastos fijos como alquiler, transporte público, comidas, teléfono o algunos gastos que siempre aparecen por sorpresa, la situación no es la más cómoda del mundo. Aun así, soy consciente de que mi situación no es del todo crítica respecto a la de otros jóvenes que todavía son más vulnerables", añade.

Iris (26) estudió Comunicación Audiovisual y Periodismo y, tras su último contrato, tuvo que dejar el piso en el que vivía en Madrid porque no podía costearlo. Volvió entonces a casa de su abuelo, donde vive actualmente. "Al principio sientes que das pasos hacia atrás, pero a medida que pasa el tiempo entiendes que era lo más sensato. Puede dar cierto apuro volver al hogar familiar, puede dar sensación de fracaso, pero no es así. Siempre se puede revertir esa sensación y aprovechar la situación", piensa Iris.

"Lo peor de no tener trabajo es la inseguridad que aumenta día a día. Al principio me llamaban para hacer entrevistas. Incluso rechacé un puesto porque las condiciones me parecían lamentables. Pero llega un día en que las llamadas se acaban y uno se hace pequeño. ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Es que no sirvo? Le das vueltas al currículum, te apuntas a más cursos, te acuerdas de aquella opción que rechazaste…Entras en una espiral de la que resulta difícil salir a veces. Anticipas el futuro. Vives como con 20, pero con preocupaciones de casi 30. Preocupaciones contrarreloj, además", apunta.

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La mayor preocupación de Catalina (26), que estudió Bellas Artes y se especializó en crítica y comisaría de exposiciones es "que estar en el paro se alargue tanto en el tiempo que tenga que rendirme y renunciar a la idea de encontrar un trabajo de lo mío". Catalina lleva sin curro desde julio del año pasado y, aunque está apuntada al paro, no le ha quedado prestación por desempleo ni subsidio.

¿Creación de empleo? Si dividir una jornada laboral de un trabajador indefinido en jornadas parciales de trabajadores a tiempo parcial o de falsos autónomos es crear empleo sí, lo estamos creando"

"El dinero del que dispongo varía entre temporadas gracias a trabajos que me van saliendo. En invierno tiro con unos 100 o 200 euros. Los invierto en comer, en un paquete de tabaco de liar semanal, alguna vez ceno fuera, en el abono de transportes… vivo con mi padre, ahora mismo no puedo independizarme", dice Cata.

Victoria, que tiene 27 años y estudió un grado superior de fotografía tampoco puede independizarse. Vive con su madre y, como Catalina, no cobra subsidio ni prestación por desempleo aunque esté apuntada al paro. "Me salen trabajos esporádicos, sobre todo como azafata en eventos. Casi todo el dinero va para pagar el piso y para la compra", dice Victoria.

Cuando les pregunto qué sienten cuando oyen hablar de recuperación económica, o cuando el Gobierno se enorgullece del decrecimiento de la cifra del paro todos responden lo mismo. O casi. "Siento que la gente es idiota y no me explico como hay un gran sector de la población que se traga esa mierda", dice Juan Manuel. "¿Creación de empleo? Si dividir una jornada laboral de un trabajador indefinido en jornadas parciales de trabajadores a tiempo parcial o de falsos autónomos es crear empleo sí, lo estamos creando. Y no sólo lo estamos creando, sino que lo estamos haciendo de lujazo", termina.

Alberto compara su situación y la de miles de jóvenes españoles con un meme. "Lo que siento cuando oigo que alguien habla de que la recesión ya no es tan recesión, de que nos estamos recuperando es lo que pone en el grafiti viral aquel: EMOSIDO ENGAÑADO".

"A mí me hace más gracia cuando dicen que nuestra generación no quiere tener hijos, ni propiedades, ni pareja, ni responsabilidades. Me echo a reír. Perdonad, es que quizá no podemos permitírnoslo", concluye Iris, que compagina la búsqueda de trabajo con el cuidado de su abuelo, con quien vive. Iris es una de esas jóvenes que se independizó para volver. Pero también los hay como Catalina, que a sus 26 años no ha podido irse de casa. O como Irene, que vive con 460 euros al mes. Hay para quien no hay brotes verdes. Para quien la recuperación económica no es más que una —otra— gran mentira.