Sexo

Esos chicos que tienen más amigas que amigos

"Sobre todo hace años me solían decir que era un listo, que era maricón o las dos cosas".
chico con amigas
Foto vía usuario de Flickr Davi Oliveira García/CC by 2.0

"La cultura del chico de los 90 implicaba la aceptación de esas chicas marimacho que prefieren tener a chicos por amigos porque les gusta pelearse y tirarse pedos. Gracias a series como Will & Grace o Gimme Gimme Gimme, todos conocemos en mayor o menor medida el estereotipado binomio del chico gay y su mejor amiga. Pero que casi todas las amistades de un hetero sean chicas… No hay término ni estereotipo que defina eso. Por eso, la gente tiende a creer que las amistades entre hombres y mujeres heterosexuales son solo una tapadera con la que ocultar un romance". Lo escribía Sam Wolfson en una pieza de 2016 en la que relataba por qué tenía solo amigas.

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A Javier, que tiene 24 años, le empezó a ocurrir lo mismo cuando llegó al instituto. "En el colegio estaba todo el día con chicos haciendo lo típico: jugar al futbol, hacer gamberradas… Fue en los últimos años de secundaria y bachillerato cuando empecé a tener amigas. Básicamente eran las amigas de la chica que me gustaba. Amigas que sigo conservando hoy en día porque, aunque sí que es verdad que mis amigos más íntimos son hombres, la mayoría de mis amistades son mujeres", comenta.



Toni, de 35, creció entre mujeres. "Cuando nací mis dos hermanas tenían once y quince años más que yo y en mi casa siempre ha mandado mi madre. De pequeño estudié en un colegio concertado con un porcentaje muy reducido de alumnas, como un 10%, y nunca tuve amigas de verdad, aunque bien es cierto que tampoco tenía muchas amistades, en general. Pero al llegar al instituto y la universidad empecé a relacionarme más con chicas que con chicos. Supongo que el haber tenido a mis hermanas y a sus amigas como referentes pudo hacer que buscase relaciones de amistad en las que pudiera ser yo mismo y me sintiera como en casa, por así decirlo".

Y Álvaro, 36, también achaca a su entorno familiar su tendencia a tener más amigas que amigos. "Mi padre se fue de la casa siendo yo muy pequeño y me crié en una familia claramente femenina, con mi madre y mis hermanas. Tenía en un hermano que estaba todo el día jugando a la Super Nintendo, algo que a mi me interesaba solo por momentos, así que hacía mucha vida de chicas. Eso hizo que los límites que siempre nos han contado que existían entre géneros para mi siempre hayan sido bastante difusos", explica.

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"Creo que hay hombres que tienen una visión mucho más femenina de la vida y por ello se sienten tan a gusto entre mujeres. Es solo eso, afinidad"

Cuando reparé en que a mí me ocurría justo al contrario, en que, a lo largo de mi vida, había tendido siempre a tener más amigos que amigas —aunque, como le ocurre a Javier pero a la inversa, las relaciones más íntimas suela forjarlas con chicas—, contacté con Asunción Bernárdez, Directora del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense, para comentar el fenómeno.

Me dijo que era algo "muy concreto" y que "habría que hilar muy fino para hacer afirmaciones sobre por qué algunas chicas encajan mejor que otras en los grupos de chicos", pero que "seguramente tuviera que ver con que, llegadas a una cierta edad, muchas niñas perciben que 'lo femenino' está devaluado y se alejan de ello. Se dan cuenta de que, en el mundo adulto, los juguetes con los que siempre han jugado —Barbies, muñecas, el rosa…— sufren una devaluación, y se acercan más a una estética o a unos roles de género que se asocian con lo masculino". Pero, ¿qué ocurre cuando pasa al contrario, cuando son los niños los que tienden a acercarse más a las niñas?

Ana Sánchez, psicoterapeuta de psicología en femenino relaciona este fenómeno con los grupos de iguales y la necesidad de pertenencia durante la adolescencia. "Cuesta menos aceptar a alguien parecido. Es más fácil que una chica con un comportamiento más activo o más segura de sí misma, algo que nuestra sociedad considera que responde más al estereotipo masculino, se integre en un grupo de chicos. Y también al revés, es más sencillo que a un chico al que le gusten más unas actividades tranquilas o al que le guste más hablar y reflexionar se integre en un grupo de chicas. Muchas veces, lo que lleva a unas personas a acercarse a otras es la medida en la que se identifican con ellas", expone.

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Javier cree que los hombres que, como él, tienen más amigas que amigos, tienen más amigas que amigos por lo que se tiene cualquier amistad: una cuestión de afinidad. "Está muy feo generalizar, lo odio, y por ello no voy a separar a los hombres según su orientación sexual porque no creo que tenga necesariamente que ver. Simplemente creo que hay hombres que tienen una visión mucho más femenina de la vida y por ello se sienten tan a gusto entre mujeres. Es solo eso, afinidad".

"Cuando era más joven solían decirme que era maricón o un listo o las dos cosas"

"Habría que entender a la amistad como la relación de igualdad entre dos personas, en la que no existe atracción sexual o romántica, y que se llega a establecer debido a variables como el grado de comodidad o afinidad. Por tanto, la explicación de que existan hombres que tiendan a tener más amigas que amigos podría depender del grado de comodidad o afinidad que se sienta, y también por el grado en el que yo entiendo o integro esa igualdad entre ambos géneros", explica, por su parte y desde la psicología, el psicoterapeuta Manuel Frías.

En este sentido, no son pocas las acusaciones a las que se somete a los tíos heterosexuales que suelen preferir a las mujeres para establecer relaciones de amistad, basadas en asunciones sobre la imposibilidad masculina de no querer follarse a todo lo que se mueva. "Sobre todo cuando era más joven solían decirme que era maricón o un listo o las dos cosas. Que soy listo está claro, por eso tengo muchas de amigas. Pero detrás de eso no hay ningún driver sexual oportunista y es algo que he tenido que explicar a veces", dice Álvaro.

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Javier habla de que, "lamentablemente, está muy extendido entre los hombres heterosexuales que si quedas con una chica es porque quieres necesariamente algo más que una amistad. Mi mejor amiga desde hace muchos años es una chica muy guapa. A día de hoy todavía tengo quien me sigue preguntando lo mismo año tras año: "oye, ¿pero tu y ella no…?" O incluso metiendo un "todavía" de por medio, como dando por hecho que tarde o temprano va a pasar algo entre nosotros. Pero lo verdaderamente triste de esto es que si ella no tuviese esos ojazos y tuviese otro cuerpo estos mismos amigos no tendrían esas dudas".

Pero, ¿de dónde parte esa afinidad que provoca que algunos prefiramos las amistades masculinas/femeninas? ¿Somos psicológicamente diferentes o se trata, simplemente, de los roles de género, de lo que siempre nos han dicho que tenemos que ser y que buscar en el otro, y de una querencia o una tendencia a trascenderlos?

"Desde la el campo de investigación de la Psicología de las Diferencias Individuales, hace tiempo que la comunidad científica consensuó que es mayor la variabilidad encontrada intragénero que intergénero. Es decir, que pueden existir más diferencias en el comportamiento entre dos hombres o dos mujeres que entre una mujer y un hombre. Por tanto, no somos tan diferentes en la forma de comportarnos", argumenta Manuel Frías.

"También depende de componentes más sociales. De cuánto de bien me dice la sociedad que me puedo sentir rodeado de amigas y cuánto de bien me puedo sentir rodeado de amigos, y cuánto de iguales o no me dice la sociedad que somos y de las presiones impuestas al rol del hombre de buscar la relación con un fin sexual o romántico", expone.

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"Creo que lo que me aportan mis amigas, a diferencia de mis amigos, es una visión distinta en muchos aspectos. Al ser hijo único y pasarme todo el día con chicos acabé agradeciendo mucho la compañía femenina. Era agradable poder hablar de cosas que con mis amigos no se me ocurriría. Sobre todo, cuando empecé a tener amigas, me gustaba escucharlas y ellas eran más charlatanas que los chicos, le daban muchas vueltas a todo y se preocupaban por más parcelas de la realidad", me responde Javier cuando le pregunto qué cree que tiene de distinto relacionarse con chicas.

"Supongo", añade, "que cuando lo hago no es de manera consciente, pero estoy seguro de que no tengo el mismo comportamiento con mis amigas que con mis amigos. En mis relaciones de amistad con mujeres noto que hay ciertos temas que no se hablan tan cómodamente. Siento que ellas estarían más cómodas si yo no estuviera en ese momento en la conversación. Sí, soy su amigo, pero nunca llegaré al nivel de complicidad que se palpa entre ellas. Lo contrario me ocurre entre hombres. Incluso sin tener una relación de amistad, se da por hecho, quizá mi orientación sexual, porque soy heterosexual con todo lo que se supone que ello implica, que encajo en el grupo. Y la conversación fluye como si fuésemos colegas".

"Noto que hay ciertos temas que no se hablan tan cómodamente. Siento que ellas estarían más cómodas si yo no estuviera en ese momento en la conversación"

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"Tener amigas siendo hombre o viceversa, amigos siendo mujer, ayuda a comprender que, más allá del género, lo especialmente relevante y único es la persona", asegura el psicoterapeuta. "Se reduce así la presión generada por los roles de género que marca la sociedad, y con ello el bienestar psicológico está más al alcance de la mano. A su vez, el rango de posibles amistades que llegue a poder generar la persona será más amplio y diverso, fortaleciendo con ello a la red social de la persona. La Investigación en Psicología Social y de la Salud consensuó que a mayor diversidad, número de elementos y calidad de la red social de las personas, mayor protección ante elementos estresantes que la vida ponga en nuestro camino", dice.

Además, "la aparición de mitos y el desconocimiento del otro género generan una presión en las personas que está muy ligada a incrementar los síntomas como ansiedad y estrés. A su vez, esta presión podría dificultar que esa persona se llegue a relacionar de una forma sana, sexoafectivamente hablando, con el otro género. Por ejemplo, poder llegar a confundir términos como amor o romance con posesión o celos", explica. Cuando se lo comento a Álvaro, que siempre ha tenido más amigas que amigos, y le pregunto que si le ha ayudado su amistad con unas mujeres a la hora de mantener relaciones sexoafectivas con otras me dice que sí.

"Supongo. Ese contraste entre hombre hetero con las cosas más o menos claras y una persona empática que no tiene mucho miedo a exponerse y que no necesita ganar siempre funciona bastante bien. Sobre las mujeres aprendes que no hace falta caer en el cliché de tener a la gente a raya. De dar la cal y la arena. Eso es una puta mierda. No necesitas maltratar a alguien para mantenerlo cerca. Las chicas no hacen tanto toda esa escenificación teatral tan del siglo XX por miedo a que las rechacen. Hacen otras cosas, pero no eso. Así que no pasa nada por estar con la guardia un poco baja".

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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