La vida de Jhon Restrepo es un movimiento continuo entre el destierro y el encierro. Era 2007 cuando Jhon y un grupo de treinta y tres jóvenes que comenzaban a identificarse como gays, lesbianas, bisexuales y trans, formaron el “parche” de la Mesa LGBT de la Comuna 8 de Medellín. Su juntanza se convirtió en resistencia ante la discriminación social que cada uno vivía desde sus casas, en las escuelas y en las calles del barrio en razón de sus identidades de género y orientaciones sexuales disidentes.
Publicidad
Se reunían a festejar, entre pares cómplices aprendían a tejer amistades y los primeros amoríos, elaboraban colectivamente dolores e imaginaban formas de sobrevivir en un territorio hostil para su florecimiento. Porque hablamos de Esfuerzos de Paz, un barrio en la periferia de una ciudad marcada por el desplazamiento del conflicto armado colombiano y la guerra urbana que legó el narcotráfico y el paramilitarismo. En este territorio, la Mesa LGBT lideró varios procesos comunitarios para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes y cambiar los imaginarios que recaen aún hoy sobre la población sexualmente diversa.En 2010 rehicieron un mural que habían pintado los grupos ilegales, lo reemplazaron por la palabra “CONVIVENCIA” con los colores del arcoíris. Allí comenzaron las amenazas. Mientras preparaban el primer Carnaval por la Vida y la Diversidad Sexual de la comuna, varios hombres entraron violentamente al recinto donde estaban reunidxs y luego de golpearlxs les advirtieron que si realizaban la marcha correrían “sangre y plumas”. Al año siguiente, Jhon sería el primero en abandonar el territorio. Sus compañeros de Mesa tuvieron que guardar las banderas y bajar el tono de sus discursos y aun así fueron desplazados.Un total de cincuenta y un daños colectivos convirtieron a la Mesa LGBT de la Comuna 8 en el primer Sujeto de Reparación Colectiva de los sectores sexualmente disidentes en el marco del conflicto armado colombiano. Lo que significa que el Estado colombiano reconoce que la organización fue perseguida y hostigada por los actores del conflicto en razón de su trabajo y por la orientación sexual e identidades de género de sus participantes.
Publicidad
Su caso ejemplifica claramente cómo la guerra en Colombia no solo impuso órdenes políticos y económicos en los territorios, sino también morales sobre los cuerpos que desean escaparle a la violencia de la heterosexualidad obligatoria.Se suponía que la reparación colectiva por parte del Estado colombiano debía garantizarles a la Mesa LGBT y a sus integrantes una no repetición de los hechos. Sin embargo, a principios de 2020, Jhon fue nuevamente desplazado luego de un ataque y amenazas contra su vida tras una jornada humanitaria para mitigar los daños de la pandemia por Covid19 en la Comuna 8. La Mesa continúa en pie.John es uno de lxs cincuenta líderes en disidencia sexual y de género cuya vida celebramos en nuestra quinta edición, ORGULLO.
