2020-07-23_2
Cultură

Lecciones de vida aprendidas de tatuajes desafortunados

No importa cuánto intentes evitarlo. Todos tenemos o tendremos un tatuaje infame. Hablamos con personas que ya pasaron por el túnel de resignación para saber qué aprendieron.

Este contenido es presentado por Bepanthen®.

Quizás ya los sabes, pero si no, es mi deber decirlo. Si tienes, o planeas hacerte varios tatuajes en algún momento de tu vida, al menos uno de ellos va a ser simplemente terrible. Chance te toque en tu primer tatuaje, o en el que te hiciste apenas hace unos meses cuando ya eras una persona madura y consciente a la que de todos modos le pareció buena idea ponerse “stay woke” en la muñeca. Puede que te toque mientras te lo hace un amigo en la sala de tu depa o que te toque con el tatuador al que por fin conseguiste después de meses de esperar en agenda. Puede que te toque en el diseño que pensaste por años o en el que viste en un flashbook lleno de tribales a diez minutos de que te pusieran una aguja encima. Te va a tocar. Está escrito.

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Un tatuaje feo no es feo solo por verse mal. La técnica del tatuador, el lugar donde se coloque, la calidad de los materiales, el tipo y dificultad del diseño, el cuidado durante la cicatrización y, desde luego, la lucidez para pasar todo el proceso anterior sabiendo qué y cómo se está llevando a cabo cada paso.

Digamos que, un tatuaje infame puede ser consecuencia de simple inmadurez, o de elegir un diseño que con el tiempo envejezca mal, de escoger una parte del cuerpo que cambie según crezcas, de la influencia de un amigx en la elección, del contexto y momento en el que te encuentres, de los colores que se le pongan encima, de vivir por y para la anécdota, o sencillamente del curso natural de las cosas, de cambiar y desarrollarte bajo conceptos y preferencias distintas a las que tenías hace 15 años o ayer.

Todos estos factores parecen cosas previsibles y evitables. Pero no siempre lo son. Platiqué con cinco personas que han pasado por el duro y a la vez que hermoso proceso de hacerse —o hacer— un mal tatuaje, y qué aprendieron de ello para no repetirlo y advertir a los nuevos entusiastas de la tinta.

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Vanessa, 20

Le presto mi piel como lienzo a mis amigos que empiezan a tatuar, pensando que a futuro pueden o puedo taparlos con algo mejor. Este tatuaje me lo hice en el 2018, viendo todos los diseños de mi amigo David Meiwes se me hizo divertido este diseño. Me comentó que tenía una aguja nueva y que quería tatuar algo con ella y muy estúpidamente le dije que sí.

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Mi idea siempre ha sido llenarme los brazos de tinta y escogí un espacio libre. El oso en el diseño no parecía tener nariz de puerco y los ojos eran más pequeños. La gorra no tenía ningún diseño, ya en el proceso fuimos dándole forma para que se viera más cool, y pensando en algo corto que escribir en la gorra, entre broma y broma salió el “T.K.M.”, aunque con el tiempo cambié el significado cuando la gente me preguntaba que era, a veces argumentaba que era “Trotski y Karl Marx”. A la semana de sanación los ojos rojos se veían horribles, he tenido más tatuajes y nunca habían salido así, al bañarme vi escurrir dos costras rojas y sanaron pareciendo lunares.

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Está horrible, lo odiaba al grado de no querer enseñar esa parte de mis brazos, pero con el tiempo le he agarrado cariño, ahora es parte de pláticas con amigos. Creo que un mal tatuaje te puede tocar aunque tengas mucho dinero y tengas mucho tiempo invertido en él, igual no solamente depende del tatuador. También es cuestión tuya el como lo cuides y el como lo sanes.

Aprendí a quizás ya no tatuarme con amigos que estén practicando, y también a tatuarme lo que me gusta, diseños que me gusten a mí y no que sean solamente del tatuador. Tal vez no improvisar, menos un tatuaje. Me he hecho más tatuajes después de ese, igual con amigos que practican, pero amigos que ya sé que no los hacen tan feos. Pienso taparme todos los tatuajes feos que tengo por mi amigo después.

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Max, 23

Este tatuaje en lo hice hace como año y medio, me lo hizo un compa que se llama Falls of the Street y me lo decidí hacer simplemente porque me gustó el diseño. Lo vi en internet y me gustó, son unas pistolas, bueno, originalmente eran unas escopetas y unas rosas. ¿Por qué en esa parte del cuerpo? Porque me quería cubrir el brazo derecho. Colores no trae porque me laten nada más los tatuajes negros.

Al final quedó mal y no me latió porque el vato clavó la aguja mucho, y eso hizo que obviamente la piel se lastimara. Me dejó una cicatriz, la tengo todavía. Lo voy a tapar, nada más estoy esperando a que desinflame un poco, porque si toma entre año y medio y dos años que se desinflame. Entonces ya que sane más me lo voy a tapar con una cara o algo.

Como tatuador lo entiendo, la verdad es que al principio de aprender a tatuar siempre la tienes que regar, porque obviamente así es como te vas a dar cuenta que se siente tatuar en una piel.

Al final son varias cosas las que influyen en un mal tatuaje, primero que nada obviamente la técnica del tatuador, realmente cuando tatúas no se va a ver en el momento si es un buen trabajo o no, más bien hasta cuando cicatriza. Ya después tiene que ver que el cliente cuide bien el tatuaje, que lo tenga hidratado, que utilice crema Bepanthen®, que no lo raspe, que no lo exponga al sol, mucha gente te dice que no tomes y así, pero realmente lo que más influye es el cuidado directo que le des.

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Fernanda, 22

Tengo 5 tatuajes en total, aunque ha variado pues uno de ellos se me borró totalmente, y otro me lo tapé. Me arrepiento de uno de los tatuajes que tengo porque pude esperarme y hacer las cosas diferente. Me lo hice poquito después de cumplir 15 años, fue mi primer tatuaje. Estaba en una relación con un chavo más grande que yo al que le gustaban los tatuajes y tenía varios. Yo les había dicho a mis papás que quería tatuarme, pero al parecer estaba muy pequeña para que me dejaran. Un día mi papá se fue de viaje a San Diego y vi la oportunidad perfecta para hacérmelo y que no se diera cuenta.

Decidí hacerme un ancla por la forma, y me gustó porque representa cierta estabilidad y fuerza. Quería algo chiquito y en un lugar del cuerpo donde no se viera, por eso elegí la boca, dentro del labio inferior, ahí nunca nadie me lo iba a ver y así mis papás no me iban a cachar. Mi ex también se lo hizo. Al principio me gustó porque era la novedad, pocas personas se atrevían a hacerse un tatuaje en el labio y pues a mí me encantaba enseñárselo a todxs. Pasado el tiempo, se fue despintando la parte derecha del ancla, y quedó como una “L”. Ahora cuando las personas lo ven no saben lo que es porque no tiene mucha forma. Me lo he retocado varias veces y siempre se me despinta, entonces ya no tiene solución.

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Las personas con tatuajes siempre nos vamos a arrepentir de alguno, porque al principio no tenemos experiencia en eso, no sabes cómo cuidarlos, no conoces un buen lugar, no sabes qué diseño elegir. Pero casi siempre los primeros tatuajes son los que no van a gustarnos porque cada vez nos volvemos más exigentes y cuidadosos.

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Aprendí muchas cosas y me sirvió, me di cuenta que todo a su tiempo, pude haber hecho muchas cosas para que fuera mejor y no apresurarme, quise sentirme “grande” tatuándome. Después me hice unas iniciales que terminé tapándome y también aprendí de eso. Si me hubiera esperado tal vez hubiera podido ir a un mejor estudio, o checar el trabajo de otros tatuadores, mis papás me hubieran ayudado a cuidarme un poco más. Por cierto, mi papá todavía no sabe que tengo un tatuaje en el labio.

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André, 24

Tengo seis tatuajes en total, y a la fecha puedo decir que no me arrepiento de ninguno, aunque hay uno en especial que hasta ahora sigue sin convencerme como quedó. Es un tatuaje de un girasol encerrado en un triángulo, me lo hice cuando tenía 20 años. La verdad es que no recuerdo quién lo hizo, pero hizo un trabajo terrible. Las líneas del triángulo quedaron irregulares, y en general el color, las formas y toda la técnica dentro del tatuaje están bastante mal hechos.

Decidí hacerme ese tatuaje porque el diseño como tal me gustaba bastante, yo personalmente lo había dibujado y me pareció buena idea tatuármelo. No soy fan de los tatuajes con muchos colores y por eso escogí que fuera en tinta negra, como los otros cinco tatuajes que me he hecho, todos son en tinta negra nada más. Lo que obviamente no me gustó, fue que las líneas quedaran chuecas, el diseño en general es muy distinto a lo que yo había dibujado y pedido para este tatuaje.

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Lo primero que aprendí fue que debo buscar estudios con buenas opiniones, no buscar lo barato y sobre todo ver todo lo que está pasando al momento en que te están tatuando por si hay algo que no te guste o que no te convenza hablarlo ahí mismo.

En general me parece bastante normal el hecho de tener tatuajes malos. Sí creo que la mayoría de gente que tiene o se va a hacer tatuajes ya pasó o va a pasar por eso, pero también soy de la idea de que no es nada malo, que al final todo tiene arreglo. Simplemente te lo puedes quitar con láser o, lo que considero yo que es una mejor opción, tapar con otro tatuaje. Yo espero pronto taparme el tatuaje del girasol.

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Aglael, 33

Fue hace 20 años, en el 2000. Yo tenía en ese entonces 14 años y fue muy raro, muy espontáneo. El día de mi cumpleaños 15 uno de mis tíos (que además no tenía tatuajes) me dijo “hazte un tatuaje, pero real, pídele permiso a tus papás y vamos”. Les dije y pensaron que era broma, pero al final fue como “sí, como tú quieras, ¡háztelo!”. Recuerdo que mi tío tenía una moto y fuimos a Pericoapa, un lugar al sur de CDMX que ahora ya es un bazar pero antes era un mercado con puestecitos.

Llegamos a un localito pequeño, solamente cabía el tatuador, su silla y una vitrina con cosas de piercing. Nos dio un "cuaderno" con imágenes pegadas. En ese entonces no era tan común encontrar algo en internet, y la mayoría de los diseños eran rosas, flores, enredaderas, animales, diseños muy dosmileros, no había tanta variedad como ahora. No sé porqué ese diseño me llamó la atención, supongo que fue por los colores, en realidad no me gusta nada de eso, el sol, la luna o los delfines ja ja.

Decidí tatuarme en la espalda baja porque en ese entonces yo era muy chiquita y delgada, estaba en la secundaria y era común usar ombligueras donde se te veía el abdomen y la espalda. Lo que no sabía es que mi cuerpo iba a seguir creciendo, a lo largo y ancho. Algo que no se me olvida es que me dolió muchísimo, de hecho estuve a punto de decir que ya no quería, pero el tatuador fue muy atento y me tuvo mucha paciencia. Aún así, el delfín sale mal, como con boca de periquito. Acepto que eso fue mi culpa.

A la fecha no me gusta enseñarlo, es un diseño que no escogería de nuevo, siempre me preguntan “¿Qué es?”. Soy maestra de kinder y cuando me agacho y los niños lo ven me preguntan que qué tengo ahí, o de plano quieren que también los pinte con pluma.

La lección que aprendí es que un tatuaje es para siempre, que no lo tienes que tomar tan a la ligera y elegir mejor lo que te quieres hacer. También el lugar y la persona que te lo va a hacer. Tengo dos tatuajes más, uno me lo hice cuando cumplí 30 años, justo 15 años después y me encantó, porque le pedí ayuda a mi primo para buscar un buen tatuador. El año pasado me hice otro tatuaje con mis primos, es una luna de la lotería mexicana. Tengo planeado hacerme más.

Estas reflexiones sobre tatuajes desafortunados son presentadas por Bepanthen®.