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Foto: Benjamin Combs/Unsplash
El día de la Tierra en VICE

Esta pandemia nos está enseñando la importancia de cultivar nuestros propios alimentos

El miedo a la escasez de alimentos ha llevado a algunos a hacer lo que muchos agricultores urbanos llevan años haciendo: cultivar sus propias hortalizas.
Pallavi Pundir
Jakarta, ID
MA
traducido por Mario Abad

Murthy señala que, en India, la pandemia ha obligado a las personas que viven en ciudades a examinar con más detenimiento sus sistemas alimentarios y tratar de entenderlos mejor. “Los recursos para cocinar son más limitados y la gente está volviendo a las recetas tradicionales y aprendiendo a cocinar con ingredientes que no usarían normalmente”, dice. “Otros están creando nuevos platos e innovando a partir de lo que tienen en casa”. Esto explicaría el gran aumento de publicaciones de recetas y platos caseros en redes sociales y el hecho de que se vea a más hombres en la cocina.

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Puede que esta pandemia no sea tan catastrófica para los agricultores pequeños y marginales, que en India siguen siendo los principales proveedores de alimentos para sus 1300 millones de habitantes. “En India, es tradicional que los alimentos lleguen a la mesa sin intermediarios. No es ninguna moda hípster”, señala el periodista y escritor Samrat en su columna para el sitio web digital Firstpost. “También puede contribuir a mejorar la capacidad de recuperación de las sociedades y economías ante las vicisitudes de la globalización, de las cuales esta pandemia es un ejemplo”.

Al final, no debemos olvidar que cada crisis nos da una lección, y esta se imparte en la cocina.

Hace unos días, durante el periodo de confinamiento, Diipti Jhangiani, residente de Bandra, en Bombay, caminaba por la parcela de tierra de 150 m2 que había en su complejo de edificios. En ella había plantadas matas de tomates, zanahorias, ocra, espinacas, papayas, chicles, moringa, melón amargo y otras hortalizas. Cogió un poco de cúrcuma para llevársela a casa. “Durante una crisis como esta, siempre habrá escasez de alimentos para quienes no pueden permitírselos”, dijo la mujer, de 34 años. Jhangiani es horticultora urbana y la fundadora de una empresa emergente llamada Edible Gardens. “Hay escasez incluso para los que pueden. Ya no queda haldi (cúrcuma) en las tiendas cercanas, pero como la he estado cultivando en mi huerta comunitaria, usamos la mía. Es mucho más fresca”.

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Hace unos años, cuando Jhangiani empezó a convertir descampados públicos en huertos comunitarios como el que creó en el complejo en el que vive, hace tres años, la mayoría de la gente menospreciaba su trabajo diciendo que no era más que “un pasatiempo tonto”. “Sin embargo, ahora debo decir que es muy gratificante ver cómo la gente habla de cultivar sus propias hortalizas y gestionar los residuos. Hay personas mayores que vienen a llevarse melón amargo, que va muy bien para purificar la sangre”, nos cuenta. “Sabremos el verdadero interés que hay en los huertos urbanos una vez que se termine el confinamiento. Ahí se verá si de verdad estamos dispuestos a cambiar. En cualquier caso, es positivo que por fin se hable de esto”.

earth day india

Diipti Jhangiani en su granja comunitaria en Mumbai. Foto vía Diipti Jhangiani

La pandemia ha puesto de manifiesto muchas carencias en todo el mundo, desde la ineficacia de los sistemas sanitarios a la fragilidad de nuestra salud mental, la desaceleración económica o el aumento de la brecha entre ricos y pobres. Pero hay otro aspecto que está obligando al mundo a postrarse: el miedo a la escasez de alimentos. En todos los países en los que se han impuesto medidas de confinamiento, la gente ha entrado en pánico y ha hecho acopio de alimentos. Muchos supermercados no han sido capaces de reabastecerse a la misma velocidad que se consumía y un sector muy grande de la población no ha podido alimentarse. Y eso pese a que hay diversos informes en los que se asegura que por el momento la alimentación a nivel mundial está garantizada.

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La percepción de que hay escasez de alimentos, el miedo a la subida de los precios y las interrupciones en las cadenas de suministro de alimentos apuntan a una posibilidad muy alta de que estamos al borde de un colapso. Una tendencia que incluso ha llevado a organismos mundiales como la OMS o la ONU a pronosticar una enorme escasez de alimentos por todo el planeta. “La incertidumbre respecto a la disponibilidad puede desencadenar una oleada de restricciones a la exportación y generar escasez en el mercado mundial”, señalaban representantes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la OMS y la Organización Mundial del Comercio en un comunicado conjunto.

De hecho, los países en vías de desarrollo actualmente están en riesgo de sufrir hambrunas y disturbios por falta de alimentos. El director de Emergencias de la Organización para la Agricultura y la Alimentación, Dominque Burgeon, incluso advirtió de que los ricos no deberían ver la escasez de alimentos provocada por la pandemia como un problema exclusivo solo de las personas sin recursos. “Si la escasez de alimentos empieza a hacerse notar, habrá consecuencias en todas partes”, dijo. En las zonas rurales y agrícolas del mundo, los agricultores ya están sufriendo grandes pérdidas, pues el confinamiento les impide trabajar las tierras y la escasez de mano de obra ha dado lugar a un aumento de los costes y una caída de la demanda.

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Se prevé que en India, donde la cuarentena ha provocado el desplazamiento masivo de trabajadores migrantes ⎯que constituyen el 37 por ciento de la población del país y dependen de los jornales para subsistir⎯, la escasez de alimentos provoque episodios de violencia y agitaciones. “Es algo nuevo y muy difícil de predecir”, declaró Abdolreza Abbasian, economista de la FAO. “El mayor peligro ahora mismo es esa incertidumbre”.

Y es precisamente en un periodo de inseguridad como este cuando la idea de cultivar tus propios alimentos cobra más importancia que nunca. Jhangiani es una de las muchas personas que defienden un modelo autosuficiente. De hecho, la pandemia no ha cambiado mucho su estilo de vida. “En mi caso, el proceso empezó por gestionar los residuos que producíamos, y de ahí pasamos a cultivar nuestros alimentos. En los espacios urbanos hay mucho potencial para crear estos huertos prácticamente en todas las calles y jardines”, asegura. “Ni siquiera hacen falta un montón de hectáreas. ¡Yo he plantado chicles y moras en contenedores! No hace falta mucho espacio, solo la técnica adecuada”. También los huertos de cocina se están poniendo muy de moda por lo fácil que resulta crearlos incluso en los espacios más pequeños.

Internet está lleno de contenidos en los que se enseña a la gente a plantar un huerto casi en cualquier parte. “Si miras a tu alrededor, verás un montón de sitios en los que se pueden cultivar alimentos: parterres, parcelas de césped, jardines comunitarios, el final de un callejón sin salida…”, señala Palisa Anderson, restauradora y horticultora australiana. La redactora de Los Angeles Times Jeanette Marantos añade: “La demanda en los bancos de alimentos se ha duplicado. Plantar hortalizas puede contribuir a superar los tiempos inciertos que se avecinan”.

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Aunque el aspecto de la autosuficiencia no es nada nuevo, esta pandemia parece haber empujado a mucha gente a ponerla en práctica como medida de emergencia. “Cada vez más personas se paran a pensar de dónde viene la comida que consume, lo fácil que es que deje de llegar a su mesa y cómo evitar que eso ocurra”, señaló el arquitecto paisajista Kotchakorn Voraakhom, quien diseñó el mayor huerto urbano de Asia en una azotea de Bangkok. “Todo el mundo, desde la ciudadanía a los urbanistas y los gobiernos, debería replantearse el uso que hacemos de la tierra en las ciudades. La horticultura urbana puede garantizar el suministro y la alimentación, reducir el impacto sobre el medioambiente y el estrés”.

Esta tendencia es muy interesante si se tiene en cuenta un pronóstico de la ONU en el que se asegura que, en el año 2050, dos tercios de la población mundial vivirán en ciudades. En muchos países se utilizan modelos autosostenibles como los cultivos hidropónicos o los huertos urbanos como una alternativa que aporta muchas ventajas, como la posibilidad de tomar alimentos libres de productos químicos, de aplicar el concepto de kilómetro cero en entornos comerciales, de mantener la salud mental o de crear una terraza o un jardín agradable desde el punto de vista estético. Pero en países como Singapur, que no produce alimentos y depende de la importación de gran parte de ellos, las prácticas sostenibles, bien sean huertos verticales o en azoteas, cultivos hidropónicos o piscifactorías, han supuesto una solución en tiempos de escasez de alimentos.

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Muchos expertos consideran que esta pandemia dará pie a varias tendencias que seguramente acabarán estableciéndose de forma permanente. “Ahora más que nunca, es importante centrarse en un sistema hiperlocal de producción de alimentos. La mejor forma de garantizar el acceso a alimentos todo el año es cultivarlos nosotros mismos”, nos explica Anusha Murthy, de Edible Issues, una plataforma que fomenta el diálogo en torno a los sistemas alimentarios. “Los huertos urbanos pueden ser una gran solución para quienes puedan permitírselo o acceder a ellos. Otra solución inteligente sería un enfoque basado en el esfuerzo colectivo. El primer paso esencial es buscar la autosuficiencia, saber al menos de dónde procede la comida que consumimos”.

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Anusha Murthy (derecha) prepara comestibles con su cofundadora Elizabeth Yorke

Jhangiani añade que, si bien los habitantes de ciudades siempre tendrán que recurrir a las tiendas para productos como los cereales o al aceite, el modelo autosuficiente también puede aplicarse a otros aspectos de la vida diaria, como la elaboración de detergente (con piel de naranja o limón) o de solución para la limpieza de utensilios (con agua, agua de nuez jabonera y agua limonada) o incluso pasta dentífrica (con bicarbonato y aceite de coco). “La autosuficiencia debería extenderse a todos los aspectos de la vida”, señala.

También resulta interesante ver cómo la pandemia ha redirigido el debate de los activistas medioambientales hacia la autosuficiencia. Tal vez tenga que ver con nuestras vulnerabilidades colectivas, que nos empujan a buscar medidas que nos salven de un futuro incierto.

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Murphy señala que, en India, la pandemia ha obligado a las personas que viven en ciudades a examinar con más detenimiento sus sistemas alimentarios y tratar de entenderlos mejor. “Los recursos para cocinar son más limitados y la gente está volviendo a las recetas tradicionales y aprendiendo a cocinar con ingredientes que no usarían normalmente”, dice. “Otros están creando nuevos platos e innovando a partir de lo que tienen en casa”. Esto explicaría el gran aumento de publicaciones de recetas y platos caseros en redes sociales y el hecho de que se vea a más hombres en la cocina.

Puede que esta pandemia no sea tan catastrófica para los agricultores pequeños y marginales, que en India siguen siendo los principales proveedores de alimentos para sus 1300 millones de habitantes. “En India, es tradicional que los alimentos lleguen a la mesa sin intermediarios. No es ninguna moda hípster”, señala el periodista y escritor Samrat en su columna para el sitio web digital Firstpost. “También puede contribuir a mejorar la capacidad de recuperación de las sociedades y economías ante las vicisitudes de la globalización, de las cuales esta pandemia es un ejemplo”.

Al final, no debemos olvidar que cada crisis nos da una lección, y esta se imparte en la cocina.

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Este artículo se publicó originalmente en VICE India.