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Sexo con Baranda Pons

¿Qué deseo en mi vida sexual para el 2019?

Llegó diciembre y nuestra columnista de sexo, Baranda Pons, ya está pensando en qué quiere mejorar para el otro año.
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Foto: Guille Faingold | Broadly

Artículo publicado por VICE Colombia.


¡Se cierra este 2018! A lo mejor lo recordaremos por su mundial de fútbol en Rusia —le daba un infarto a Pekerman o me daba a mí—, o porque se casó el Príncipe Harry con una mestiza que entró solita al altar, ¡con su par de ovarios! Se regó el #Metoo como una taza de leche caliente por el mundo y las curvas se impusieron como el nuevo grito de haka femenina. Nuestros kilos, aparte de sexys, nos permitieron ser más felices, pues no hay nadie triste comiendo una empanada. La comida, señores, estuvo mucho más cerca del placer que de la obligación (sí al #foodporn y al #chicharronporn)

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A nivel sexual para mí fue un año tecleando orgasmos, placeres profundos y algo de investigación gonza para mis suntuosas columnas. Me masturbé antes de cada entrega y eso me dio la oxitocina necesaria para narrar diferentes asuntos en clave de orgasmo.

Llegó diciembre y pienso en lo que deseo para el próximo año, a lo mejor te animo a que hagas los tuyos o te inspires con algunos:

1. Tener más polvos mañaneros y no de medianoche:

¡El polvo mañanero es la gloria bendita! No sólo me permite empezar el día con el ojo blanco, sino que me llena de energía para responder a mi jornada de trabajo. Cuando dejo de tener sexo me voy transformando en el Grinch.

El dejar de tener sexo se traduce para mí en que pierdo mi encanto personal y, por si fuera poco, si paso dos semanas sin sexo me deprimo, me siento fea en el espejo y ni ganas de masturbarme me dan. Poco sexo conduce a cada vez menos sexo y viceversa.

Los efectos del polvo mañanero me duran hasta las siete de la noche, la vida se me aligera y apenas se va mi pareja ya tengo ganas de volver a tener sexo. Saludo a cada persona que me encuentro en la calle, los animales se me acercan y parezco la Blancanieves latina recién follada.

2. Experimentar EL masaje con final feliz

Si bien este año fui a un curso de masturbación femenina, en el que aprendí sobre cómo funciona la ramificada anatomía del clítoris, confieso que me quedé con ganas de sentir un orgasmo así de bestia. Sé que el hombre que dictaba el taller me propuso que yo fuera su vagina de Indias, y le contesté esa noche que no me atrevía. Pues ya estoy lista para hacerlo, sentirlo y, cómo no, escribir todo lo que me pase en mi columna. Solo se vive una vez.

3. Evolucionar los orgasmos de mis zonas erógenas

Gracias a José Miel pude tener un orgasmo pezonero en este año. Ocurrió sin mucha premeditación y fue un acto bello y maravilloso que me hizo pensar que, a través de nuevas esquinas de mi cuerpo, puedo acceder al paroxismo. Me llevo observando con mucha atención y sé que este año deseo jugar con mi piel y con mi mente para activar el orgasmo desde nuevos puertos. Hubo un día en una playa californiana, allá en el año 2007, en el que tuve un orgasmo con el poder de mi imaginación mientras el sol me calentaba la mente. Esto, que no se ha vuelto a repetir, constituye ahora uno de mis pilares de investigación sexual. He hablado con grandes expertas del tema, como Diana Pornoterrorista, Venus O´Hara, por mencionar algunas de mis fuentes mágicas, y he llegado a la conclusión de que esa experiencia está muy poco explorada y son muy pocas las mujeres que han pasado por esto. Para este año, ya tengo tema de investigación y de recreación.

¡Una auténtica maravilla sexual!

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4. Slow sex

Uno de mis propósitos de enmienda tiene que ver con la velocidad con la que practico el sexo. Si los tiempos son rápidos en las entregas, las demandas y las actualizaciones del día, el trabajo y las redes sociales, el sexo se puede terminar convirtiendo en algo que también se practica a las carreras. Así no vale. He visto que cuando bajo la velocidad en la que practico el sexo, todo se aprecia más. Es como ir en un tren de alta velocidad y perderte el paisaje porque vas a toda máquina. Si el sexo se convierte en un momento de mayor disfrute sensorial, los movimientos también se pueden coordinar a ese ritmo más slow del placer. La curva del placer en mí es mucho más vertiginosa, ¡y no hablemos de lo que puede hacer en mi pareja! Con esta práctica puedo conseguir que sea multiorgásmico y que tengamos sexo toda la mañana. Un truco para esto: un estilo lento viene acompañado de música lenta, de caricias lentas al ritmo de la música y de una espera más prolongada de la penetración.

5. Mi contribución sexual para parejas

¿De qué sirve tener un tesoro si sólo lo tienes para ti? Ser una afortunada en conocimiento y experiencia es una maravilla para mi pareja, aunque ahora lo que me interesa es poder ayudar a otras parejas a que lo consigan mediante formación en bienestar y placer sexual de pareja. Escribir lo que sé hace parte de hacerlo posible, y trabajar con parejas en directo será el siguiente paso.