“Mi vida a cambio de tu renuncia”: El huelguista de hambre que exige la salida de Peña Nieto

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“Mi vida a cambio de tu renuncia”: El huelguista de hambre que exige la salida de Peña Nieto

“Pido la renuncia del presidente y de todo su gabinete por ser los responsables del saqueo, la corrupción y el deshonor más grande que le ha tocado vivir a este país".

Llevaba nueve días en huelga de hambre la primera vez que lo entrevistamos. Sobre su cabeza cuelga un cartel hecho a mano que indica su cuenta de Facebook y el motivo por el que está sentado sobre una cobija doblada en el piso, junto a la entrada principal de la Catedral de la Ciudad de México. "Mi vida a cambio de tu renuncia", es la frase con la que Marcos resumió su lucha contra Enrique Peña Nieto, el presidente de la República.

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"Pido la renuncia del presidente y de todo su gabinete por ser los responsables del saqueo, la corrupción y el deshonor más grande que le ha tocado vivir a este país. Peña Nieto no es funcional a México, nunca lo fue, aunque algunas personas se hayan dejado llevar por su campaña de publicidad. Creo, sin dudar, que es el presidente más odiado después de (Antonio López de) Santa Anna —dictador, más bien; fue durante su mandato cuando México perdió buena parte de su territorio en favor de Estados Unidos— y a mi gusto, el más ignorante. Hay muchísima más pobreza que durante otros gobiernos, se nota el coraje de la gente".

Al costado de la catedral en la Ciudad de México el campamento donde Marcos Castellanos hace una huelga de hambre desde el 7 de enero pidiendo la renuncia de Enrique Peña Nieto y todo su gabinete.

¿Cuánto tiene que ver su huelga de hambre con las movilizaciones en contra del gasolinazo que sacudieron México durante los primeros días del 2017? Marcos no atina a responder si fue esa, o cuál otra, la mecha que lo llevó a poner su cuerpo como garantía en una acción política. Dice que siempre ha sido una persona radical, y que ya no podía quedarse mirando ante un gobierno que, dice, "nos está haciendo pedazos".

"Nunca participé de una huelga, porque para mí era sinónimo de perder el tiempo. Lo mismo creo de las manifestaciones. Sé que mi huelga de hambre no va a hacer que Peña Nieto venga aquí a entregarme su renuncia, pero en el fondo, ese nunca fue el motivo"

¿Cuál fue el motivo de su acción?

"Unir a la gente, unir a los mexicanos, porque si no nos unimos, no vamos a lograr ningún cambio. Tenemos que ser millones en un movimiento pacífico. Cuando decidí la huelga, mi familia me dijo que por qué tenía que hacerlo yo, que por qué no lo hacía otra persona, pero yo creo que esa es la forma típica de pensar del mexicano. La gente no hace nada hasta que no es su hijo al que alguien ataca, o secuestra o mata. No pienso esperar a que eso nos pase, creo que tenemos que cuidarnos".

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Marcos Castellanos en huelga de hambre desde el 7 de enero, frente a la Catedral Metropolitana, pide la renuncia de Enrique Peña Nieto.

Explica que no hubo un hecho que desatara su decisión, pero relató que tiempo antes venía acondicionando su cuerpo. Contó cómo entró en dieta un mes antes y se preparó aún sin saber que hacia allí se dirigía. Pero la clave, dice, es porque en el fondo cree que una persona sola puede desatar un cambio.

Apoyado sobre su manta descansa abierto el libro Siddartha de Hermann Hesse y en torno al cuello le cuelga un rosario budista, regalo de su hermano cuándo emprendió el camino de la protesta pacífica, que Gandhi delineó para él, su guía en este lío. De fondo, el bullicio de la gente y los organilleros no para ni cuando estiran la gorra en la mano, buscando una moneda por su arte.

"Sí, fue Mahatma Gandhi quien me inspiró, ese ser enorme que pudo hacer que la gente tomara conciencia". ¿Cómo llegó a ti su influencia? "Había escuchado al respecto en la secundaria y no lo conozco muchísimo pero vi una película sobre su vida que me impactó".

Marcos cuenta que investigó en internet sobre su persona porque pensó encontrar allí alguna respuesta ante "un gobierno que se defiende con violencia, que suprime con violencia y que es capaz de matarte para mantener oculta una verdad, para evitar que salga a la luz. A pesar de que somos libres, no lo somos, por las mentiras que siempre nos están dando".

Enfermera del ERUM toma muestras de sangre para uno de los tres exámenes de azúcar que le hacen al día.

George Orwell, que también había nacido en la India pero 34 años después de Mahatma, publicó sus Reflexiones sobre Gandhi, en las que se dedica precisamente a este punto que Marcos trae a la discusión:

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"Existen motivos para pensar que Gandhi, quien, después de todo, había nacido en 1869, no entendió la naturaleza del totalitarismo y que todo lo veía en términos de su propia lucha en contra del gobierno británico. Aquí lo importante no es tanto que los británicos fueran indulgentes con él, sino que siempre fue capaz de atraer publicidad. Gandhi creía en la posibilidad de 'despertar al mundo', lo cual es posible siempre y cuando el mundo tenga la oportunidad de escuchar lo que estás haciendo. Es difícil concebir cómo se podrían aplicar los métodos de Gandhi en un país en donde los opositores al régimen desaparecen en medio de la noche y nunca más se vuelve a saber de ellos. Sin una prensa libre y sin el derecho a la libre reunión, no sólo resulta imposible apelar a la opinión del exterior, sino también formar un movimiento de masas, o incluso dar a conocer tus intenciones al adversario".

Lo que sostiene a Marcos es la fe, dice, la fe en que los mexicanos pueden llegar a cosas importantes. Desde que duerme a la intemperie frente al Zócalo de la ciudad capital mexicana, lo ha pensado y expresa de manera puntual:

"Juntar gente para organizar un boicot económico contra el gobierno, vamos a dejar de pagar impuestos, lo vamos a desfinanciar".

***

En la noche, pasadas las once, lo acompañaban tres personas que se le fueron sumando durante el tiempo que lleva en la huelga. Está de pie, de espaldas al Zócalo, mientras escucha los consejos que le dan otros dos hombres que pasan a visitarlo y a saber de su salud. Las gestiones con la Comisión de Derechos Humanos del DF para instalar una carpa en dónde ayuna no llegaron a buen puerto. Marcos dice que le fue negada; No pudimos acceder a la versión de la Institución al respecto.

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Tres hombres que viven en la calle se convirtieron en sus discípulos en esta empresa. A Ángel, que tiene un ojo brilloso y blanco, se le salen las palabras, desborda de ansiedad por contar su historia, su verdad, sin rodeos y sin intermediarios:

"Sin trabajo y sin casa, sí. Al comienzo éramos ocho personas, pero ahora quedamos tres. Era un domingo de tarde, yo andaba deprimido, decaído, llevo 50 años en la calle. Y no es fácil, no te creas. Se sufre, la gente te humilla, eso es moneda corriente, que te digan groserías. Llevo en la calle desde los 7 u 8 años, éramos cinco hermanos y mi madre se dedicaba al trabajo doméstico. Yo era el más chico y fui abusado por uno de mis hermanos. Me dediqué al alcohol en la calle. Nunca he tenido una familia a la que destruir tampoco. Le platiqué a Marcos de mi situación y me dijo que podía quedarme a su lado. Fue conmoviéndome poco a poco y ahora no pienso dejarlo hasta que termine esto. Porque he encontrado dignidad y respeto hacia mí mismo; y voy a seguir luchando por mí, porque sí se puede vivir sin alcohol".

Ángel afuera del campamento de Marcos Castellanos, en huelga de hambre desde el 7 de enero, frente a la Catedral Metropolitana pide la renuncia de Enrique Peña Nieto.

Isaac también lo vio el domingo 8 de enero, con las manos encadenadas al frente del cuerpo, sentado, solo en una esquina del Zócalo que ahora señala con el dedo, delante del asta de la bandera. Con su cobija y su termo de agua estaba Marcos. Le contó sobre el motivo de su huelga de hambre. Isaac se unió a él el martes siguiente.

Acababa de llegar de Colima, dónde había tenido una experiencia dura: luego de un mes de trabajo en un galpón del puerto, como cargador y operador de maquinaria, descargando la mercadería que venía en los grandes trailers, lo dejaron encerrado junto a otros 14 mexicanos, porque los patrones les decían que la situación estaba muy tensa en la zona y podían ser secuestrados. Entonces, los secuestraron ellos primero.

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Cuando llegó el segundo mes en que no les pagaban y tampoco podían salir, Isaac decidió escapar, con otro compañero. Tiene hijos, con quienes no se había comunicado desde que había sido encerrado, ni tampoco tenía dinero para enviarles. De la empresa no supo nombre, ya que el vínculo lo hizo un hombre en la Ciudad de México, que le ofreció la posibilidad de trabajo en aquel estado. También pagaron su pasaje. De vez en cuando el hombre aparecía por el puerto, pero no respondía a ninguna de las preguntas que los jóvenes encerrados empezaron a hacerle.

Llevaba una noche de vuelta en México, a donde llegó pidiendo aventón, cuando vio a Marcos en el Zócalo. "Primero vi sus cadenas y pensé: ¿ese güey qué? ¿está loco? Luego me puse a platicar con él y a saber por qué está luchando y cómo busca unir a la gente. Crear conciencia. A lo mejor no lo logra, pero a mí me convenció".

Dos activistas acompañan a Marcos Castellanos durante su huelga de hambre desde el 7 de enero.

***

Es el mediodía del día que Donald Trump asume la presidencia y el sol brilla potente sobre la gente que camina sin que nada se note. En las tapas de los diarios sí se nota,  la figura del blondo inunda todas las portadas.

Marcos está rodeado de gente que pasa a saludarlo o a apoyar su lucha. Está Marta Solórzano, defensora de derechos humanos de Sonora, quien vino a reunirse con el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de defensores de derechos humanos, Michel Forst. También están Farina y Gustavo que forman parte del Congreso Nacional Ciudadano, una organización que presentan como "apartidista, pacifista y de ciudadanos, que siete años atrás fundó Gilberto Lozano. Somos la célula de la Ciudad de México de ese movimiento que, como nos gusta decir, busca cheranizar el país, como ese pueblo de Michoacán que se emancipó de los partidos políticos. Trabajamos concientizando a la población, de que vea que no necesitamos de un Ejecutivo Federal ni de diputados ni senadores para regirnos".

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Marta Solórzano, defensora de derechos humanos, adentro del campamento de Marcos Castellanos.

Cherán es un pueblo de la sierra Purépecha que no sólo se libró del gobierno local, sino que corrió de sus bosques a los talamontes y a los dealers de su pueblo. Y que, como consecuencia de ese levantamiento, debió organizarse para defender el territorio liberado y autogestionarlo siguiendo las pautas que la comunidad elige darse para sí. Llevan cinco años de autonomía en Michoacán.

Marcos habla más lento esta mañana y confiesa que sus signos vitales han bajado su ritmo y frecuencia, y que por eso analiza rechazar el control médico que le hace el Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas, ERUM, un servicio público. Entiende que es una información que el gobierno podría usar en su contra para forzarlo a salir de la calle y de su medida.

La respuestas desde arriba llegaron primero en boca de un funcionario llamado Miguel Nieto, a negociar con él de parte del gobierno de la ciudad. Luego, apareció por su carpa Javier Mendoza Montes, delegado del gobierno de la ciudad. Marcos dice que siempre responde lo mismo ante la pregunta que el delegado Mendoza Montes siempre le hace:

—¿Qué quiere?, pregunta el delegado.

—La renuncia de Peña Nieto, responde el huelguista.

—Paso la información, cierra el burócrata.

Mendoza Montes colgó el teléfono en cuanto escuchó que eran periodistas quienes intentaban comunicarse con él, para atender la versión del gobierno en cuánto a las negociaciones con Marcos Castellanos. No volvió a atender más el teléfono a pesar de contadas insistencias.

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Mientras tanto, Marcos refina su idea del boicot. ¿Qué impuestos dejarían de pagarse? "El boicot económico es la única forma de acabar con el mal gobierno. Lo primero que debería pensarse es en un transporte totalmente gratuito y en la supresión de los impuestos a la gasolina. Esos serían los primeros actos de desobediencia civil que imagino. Con ellos el no pago de los servicios de luz, agua, impuestos a predios, licencias, tenencias, multas. Pero para que esto sea un golpe y no una caricia, debemos ser millones".

Marcos dice que el gobierno le sugirió la creación de una sociedad civil desde dónde poder continuar su lucha. También que elaborara un pliego petitorio. Marcos se negó a ambas. "Estoy muy apegado a lo que quiero", explicó.

Al hablar de Trump, hace gala de sus conocimientos como administrador de una fábrica de vestidos, que era a lo que se dedicaba antes de la huelga, junto a uno de sus hermanos. "La bolsa debe estar muy inestable, también el dólar, lo que va a traer un incremento de precios y de la canasta básica. Los mercados saben que Trump es una persona inestable y por eso no quieren invertir. Creo que todo señala que lo tenemos por delante es una crisis, mayor de la que ya tenemos".

Antonio afuera del campamento de Marcos Castellanos, en huelga de hambre desde el 7 de enero, frente a la Catedral Metropolitana pide la renuncia de Enrique Peña Nieto.

Marcos es uno de los tantos que se volcó a las calles en los últimos meses sin haber participado jamás de una movilización. Sus motivos son difusos, pero su fuerza es evidente: su cuerpo es la que la sostiene. En medio de eso, sobre todo cuando se le escucha decir que él viene a salvar a México, o cuando refiere a su fe, o promueve el ascetismo en quien no tiene ni una silla para sentarse, parece investido por un halo mesiánico. ¿Conoce la distancia que hay entre él, un empresario pequeño, y Gandhi, un político y líder espiritual? Sí, dice que las conoce. Y, ¿sabe que el presidente no irá a entregarle su renuncia? Sí, lo sabe.

"Estoy muy feliz porque estoy haciendo lo que creo. Y con la huelga entendí que no hay mejor forma de aprender que conocerte a ti mismo primero".

¿Qué aprendiste de ti? "Que puedo hacer cosas grandes cuando me quito el miedo. Que pensaba que no era una persona apegada al amor y ahora entiendo que es eso lo que me fortifica".

Quedan estas palabras de Orwell para el lector, por si aplican al caso: "uno puede sentir por Gandhi —como yo— una especie de aversión estética y rechazar la santidad como un ideal y por lo tanto sentir que sus aspiraciones fundamentales son antihumanas y reaccionarias: pero visto exclusivamente como un político, y comparado con las otras figuras sobresalientes de la política actual, qué fragancia tan pura ha logrado dejar tras de sí".