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Joaquín “El Chapo” Guzmán, todo lo que necesitas saber

Después de una persecución épica durante 13 años, la vida de lujo del mítico jefe del cártel llegó a su fin el sábado por la mañana.

Bloomberg vía Getty Images. Esta historia es de nuestro nuevo sitio web de noticias, VICE News. Puedes informarte y suscribirte en vicenews.com.

“Soy agricultor.” Esa fue la respuesta de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán cuando la prensa le preguntó a qué se dedicaba el 10 de junio de 1993, después de ser arrestado y extraditado a México tras años huyendo. Lo cierto es que no se ha dicho mayor verdad en la sangrienta historia de la guerra del narco de este país. La verdad es que Guzmán era una especie de “agricultor”. Los cultivos de amapolas y marihuana que controlaba eran la base de un imperio de tráfico transnacional multimillonario que lo convirtió en el hombre más rico y buscado del mundo. Fue condenado a 20 años en una prisión de máxima seguridad, pero en 2001 escapó en el carrito de la lavandería. De lo más peliculero. Guzmán amplió su influencia traficando con marihuana, heroína y cocaína en los EUA, Europa y Australia. Se dice que controla la mayor parte de México occidental, zonas de Guatemala y los puertos de tráfico de África occidental. Aunque su apodo, ‘El Chapo’, significa ‘bajito’, no hay nada minúsculo en la estatura de El Chapo en el mundo del narco. Incluso ha aparecido con frecuencia en la lista Forbes de las personas más ricas y “poderosas”. Una vez más, la etapa de gloria de Guzmán como fugitivo llegó a su fin el sábado por la mañana, después de una caza épica que se ha alargado 13 años y que ha dejado un rastro de sangre y tragedia, en los despiadados enfrentamientos de su cártel, Sinaloa, contra las fuerzas de seguridad del país, por un lado y su disputa con otros cárteles por el control de tan lucrativo negocio. Poco antes de las 7:00, las autoridades mexicanas arrestaron a Guzmán en un edificio residencial con vistas al mar en la ciudad turística de Mazatlán, en Sinaloa. No se disparó ni un arma en la operación, que contó con la ayuda de la Agencia Antidroga Estadounidense (DEA), los US Marshals y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EUA. En las fotos tomadas después de la redada, el edificio 401 parece sencillo, incluso algo cutre.

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Las autoridades mexicanas se dirigieron a los medios de comunicación el 22 de febrero.

Guzmán fue llevado a Ciudad de México. Por la tarde, después de las breves declaraciones del fiscal general, Jesús Murillo Karam, desde la misma pista del aeropuerto internacional, soldados uniformados y con máscaras llevaron al mandamás de la droga a un hangar, donde le esperaba un helicóptero de la policía federal. Guzmán llevaba vaqueros oscuros, una camisa de manga larga clara y un enorme bigote. Solo se le vio un momento, encorvado y esposado. El helicóptero lo trasladó a la prisión federal de Altiplano, sin haber contestado a ninguna pregunta. (El domingo, el Departamento de Justicia anunció su intención de solicitar la extradición de Guzmán a los EUA). Las autoridades mexicanas tampoco contestaron preguntas, por lo que en cuanto el helicóptero despegó, se apresuraron a recoger el estrado y las banderas que habían montado para las declaraciones. Ahí quedaron los mexicanos, asimilando la caída de una figura mítica en la historia reciente del país. Muchos se preguntaban qué pasaría a partir de ahora. A pesar de las iniciativas recientes de liberalización de la droga en los EUA —el país del mundo donde más droga se consume—, la guerra del narco en México no tiene visos de terminar. El papel de Guzmán en el narcotráfico mexicano es un misterio, salpicado por afirmaciones de que él o sus operativos tienen contactos con las autoridades mexicanas y de los EUA, quizá como informantes protegidos. Jesús Vicente Zambada, uno de los miembros principales del cártel de Sinaloa que fue extraditado a Chicago para enfrentarse a los cargos por narcotráfico, ha declarado ante el tribunal que los agentes estadounidenses en México le habían concedido a él y a otros cárteles inmunidad a cambio de información sobre los cárteles rivales, especialmente sobre los sangrientos Zetas. Por su parte, los fiscales de EUA aseguran no tener trato alguno con los agentes federales. (Zambada todavía está a la espera de que se celebre el juicio.) En los últimos años, algunos socios y familiares de Guzmán fueron arrestados o murieron en tiroteos —entre ellos se encontraba su hijo de 22 años, Édgar, asesinado en 2008—. Se sabe que otras personas cercanas a él han cruzado la frontera a uno u otro lado. En verano de 2011, la mujer de Guzmán, Emma Coronel, dio a luz a dos niñas en un hospital de Los Ángeles. Guzmán se había casado con esta antigua reina de la belleza en 2007, en una extravagante fiesta, cuando solo tenía 18 años. Los agentes federales controlaron a Coronel, ciudadana estadounidense, mientras se encontraba en California. Puesto que no había cargos contra ella, se le permitió volver a México con sus hijos. Guzmán nació en 1957 en un pueblo llamado La Tuna, en el municipio de Badiraguato, en Sinaloa —uno de los condados más pobres de México—. Su padre era gomero o cultivador de amapolas. Guzmán creció en un ambiente de pobreza y abandono y con un enorme deseo de probarse a sí mismo. Badiraguato está considerada la puerta de acceso al “Triángulo de Oro”, la inhóspita y remota región de la cordillera de Sierra Madre en la que se cultivan cannabis y amapolas. Esta cadena montañosa se extiende por la parte occidental de México y domina Sinaloa y los vecinos Durango y Chihuahua. Badiraguato también es la ciudad natal de algunos de las figuras más importantes del narcotráfico del país, como Rafael Caro Quintero, un líder narcotraficante de la vieja escuela que, el pasado agosto, tras 28 años en prisión, fue puesto en libertad por un tecnicismo jurídico. Según el libro The Last Narco, de Malcolm Beith, Guzmán se inició en el narcotráfico como mano derecha de Miguel Ángel Félix Gallardo, considerado el padrino del tráfico de cocaína de México, desde lo que se conocía como el cártel de Guadalajara. Tras el arresto de Gallardo en 1989, Guzmán y su grupo del cártel de Sinaloa tomaron el control y empezaron a crecer y a asesinar o hacer desaparecer a cualquiera que se interpusiera en su camino. En 1993 sobrevivió a un intento de asesinato en Guadalajara que acabó con la vida de un cardenal. Para entonces, la leyenda de El Chapo se había extendido como la pólvora por todo México. El Gobierno empezó a recibir presiones para derrotar a los traficantes de droga, y el resultado fue el arresto de Guzmán, el verano de 1993, por parte de las autoridades guatemaltecas y su posterior extradición a México. Guzmán disfrutaba de un estilo de vida opulento entre los muros de la prisión de máxima seguridad de Puente Grande. Según el perfil publicado en 2009 por el Wall Street Journal, su estancia en la cárcel fue tan agradable que los lujos que disfrutaba competían con los de su residencia de la playa en Mazatlán. Tenía televisor y móvil, con el que dirigía su imperio del narco, disfrutaba de selectos platos a escoger entre un menú, introducía contrabando y recibía visitas de los miembros del cártel y de prostitutas. Incluso tenía una reserva de Viagra a mano. La fuga de Guzmán coincidió con la transición hacia una democracia pluralista, tras 71 años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La elección del Presidente Vicente Fox, del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), supuso una ruptura. Fox tomó posesión en diciembre de 2000 como el primer presidente de México no perteneciente al PRI en la historia posrevolucionaria del país. Un mes después, Guzmán huyó de Puente Grande. Las amargas elecciones de 2006 se saldaron con una segunda legislatura para el PAN, esta vez con Felipe Calderón a la cabeza. Tras subir al poder, Calderón inició una campaña militar contra los cárteles de la droga de su estado natal, Michoacán. El nuevo presidente incluso hizo una aparición en público vistiendo uniforme militar. El ejército entró en ciudades y pueblos del territorio del cártel, provocando una guerra en ciudades como Monterrey, Ciudad Juárez, Tijuana, Morelia, Acapulco y Culiacán, la capital de Sinaloa. Los seis años de legislatura de Calderón resultaron ser  el periodo más sangriento de la historia de México desde su revolución, hace más de un siglo. Durante ese periodo, al menos 70.000 personas murieron a causa de la violencia por la droga y cerca de 26.000 personas desaparecieron. Muy pocos de estos casos lograrán resolverse. Gran parte de estas atrocidades han ocurrido por una guerra de narcos consentida por el Gobierno, de la que Guzmán ostentaba el dudoso privilegio de ser su figura más simbólica. Durante los siguientes años fueron muchos los que aseguraron haber visto a Guzmán. Se decía que estaba en Argentina, Guatemala, Honduras e incluso en los Estados Unidos. Se podían oír narcocorridos sobre sus tropelías en discotecas, YouTube y en las emisoras de radio de todo México (hasta que las autoridades prohibieron su emisión). Cuando Guzmán salía a cenar, pagaba la cuenta de los demás. Durante un tiempo, parecía que estuviera más fuera que dentro de prisión. En 2009, un arzobispo católico del estado de Durango afirmó que Guzmán vivía en Guanacevi. "Lo sabe todo el mundo menos las autoridades”, dijo. El cártel de Sinaloa tomó decisiones estratégicas para combatir a sus rivales —el cártel del Golfo, los Zetas y la banda de Beltrán Leyva— de todo México. Hubo estallidos violentos en Guerrero, Veracruz y Michoacán, en los que varios capos murieron o fueron arrestados.
Le peor parte se la llevó, sin duda, Ciudad Juárez. Cerca de 11.000 personas murieron allí entre 2007 y 2012. Durante el mismo periodo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México registró más de 7.000 denuncias civiles por abusos de los militares. Durante el conflicto, los EUA desempeñaron un papel sin precedentes , haciendo que pareciera que sus agentes desplegados en México hubieran asumido el control de la operación para capturar a Guzmán y a sus secuaces. Calderón dejó la presidencia en diciembre de 2012 en favor de Enrique Peña Nieto, quien devolvió el PRI al poder y sembró la duda acerca de los derroteros que tomaría la lucha contra los cárteles. Con Guzmán entre rejas, era impredecible qué iba a ocurrir a continuación. La historia ha demostrado que el arresto de grandes capos a menudo precipitaba violentas guerras internas por ocupar el vacío de poder. Se rumorea que el cártel de Sinaloa ha pasado a manos de Ismael ‘El Mayo’ Zambada, el padre de Jesús Vicente, de quien se sospecha que es el segundo de Guzmán. Pero las informaciones también apuntan a que Dámaso López, un joven y pretencioso capo conocido como ‘El Mini Lic’, podría haberse posicionado entre los primeros nombres del cártel de Sinaloa en ausencia de Guzmán. Al mismo tiempo, los cárteles rivales podrían ver una oportunidad en el arresto de Guzmán para recuperar lo que han perdido en los últimos años, lo que supondría un giro dramático de los acontecimientos.

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