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Tinder

Ligué en Tinder con canciones españolas del 2003

Ligar en Tinder con versos de Fran Perea, UPA Dance o Andy y Lucas es posible. ¿O quizás no?
Imagen vía Flickr. Modificada por VICE

Se está acabando el primer mes del año y seguramente por tu vida sexual solo pasa algún que otro estepicursor (así es como se llaman las míticas bolas rodantes del desierto, que lo sepas). No te preocupes. He sacado a la palestra los versos de las canciones de 2003, uno de los años más prolíficos de nuestro haber musical reciente, para ligar en Tinder. Melendi, Andy y Lucas o Fran Perea: canelita en rama.

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Todo tiene un porqué. Normalmente, los tíos heterosexuales presumen de artimañas "alfa" para “triunfar” —o cualquier otro eufemismo de caza o recompensa típico del mundo machuno— fanfarroneando de "medallitas" desaliñadas —las metáforas militares también se llevan mucho—. Todos conocemos a alguien así.

Para desmontar las premisas de machito que tanto asco nos dan, me he descargado un sinfín de letras de los principales éxitos españoles de 2003 para espetar sendos versos a aquellas chicas que llamen mi atención e intentar mantener una conversación a base de cultura popular de hace 15 años. Lo que cantaba de niño, ahora me van a servir para ligar.

Siempre vas a tararear mi descripción

Lo primero que hice fue armarme el perfil. Sudé un poco de las fotos y me centré en la descripción. Fácil, muy fácil. Una estrofa era suficiente gracias a uno de los clásicos de nuestra infancia. Si te sueltan algún verso de esa canción, tararearás a Fran Perea aunque reniegues del mainstream porque vas de que solo escuchas Verse, Benjamin Clementine o Natalia Lafourcade. Paparruchas.

La estrategia es precisamente esa. Cuando lees “Uno más uno son siete”, la música te invade e incitas el match para seguir la canción. Primer vínculo trazado sin necesidad de enseñar los bíceps, los tatuajes ni la testosterona. ¿Que no me crees?

Bastantes chicas me abrieron más o menos igual

Estoy algo crecido, pero no es para menos.

Aquí me regocijo con una canción que mi sabio cerebro había olvidado. No es otra que “Down” de Junior Miguez. Me la jugué y, sorprendentemente, me devolvieron la muestra de apego. Luego un poquito de “Miénteme” de Bisbal y Gadel y algún otro, hasta que le propongo ir a un karaoke porque es lo que pide la conversación. Doy por cumplido mi cometido y voy a otros chats.

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Esto es un no parar.

Menudo plot twist. Aunque al principio el desconcierto es evidente con los versos de “Tanto la quería" de Andy y Lucas, y la chica se pensaba que le estaba tomando el pelo, supe resarcirme con la bienvenida “Morenita” de UPA Dance —esta última creo que se estrenó en 2002 y lo petó en 2003—. Mira tú por dónde, la serie que todos veíamos y que quisimos olvidar me iba a servir para rematarlo con uno de los singles de Hotel Glam: "Hasiendo el amor" de Dinio. Una oda a la nostalgia.

No supe más de ella

Debo confesar que no todo fueron buenas experiencias. Hay personas que, por falta de apego a los demás seres humanos —o por lo que sea—, no empatizan con Andy y Lucas. Aunque nunca he sido fan, recuerdo un anuncio de radio de su primer disco que me fascinó y me repugnó a partes iguales. Decía algo así: “Hola yo soy Andy, hola yo soy Lucas, y somos Andy y Lucas”. Si yo, que era un niño en ese entonces, me di cuenta que los de marketing se la habían colado, ¿qué pensarían los adultos? Esa pregunta me persiguió varios años hasta que encontré respuestas en la facultad de publicidad.

En fin, que me voy por las ramas. Sigo repartiendo muestras de afecto con versos de La Oreja de Van Gogh, Melendi —cuando tenía rastas y no se alisaba el pelo— o El Canto del Loco y, aunque cueste creer, la mayoría de chicas con las que comencé a entablar conversación me seguían el rollo. Quizás yo estaba siendo el oasis entre tanta pesadumbre fálica. Qué se yo.

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En una de las últimas conversaciones, todo marchaba correctamente con "Dale, Don, Dale" y "La madre de José", pero lo que estaba a punto de acontecer hizo que fuera yo quien dejara de contestar.

¿Los Caños? En la vida

Los malditos Caños. Lo siento, pero por ahí no paso. No tiene mucho sentido después de todo el bagaje cultural rancio que he defendido, lo sé, pero Los Caños fueron uno de esos grupos por los que me replanteé unirme a las filas del satanismo e invocar a Belcebú y a los demás príncipes del infierno. Es como uno de esos traumas alimenticios de infancia que, aunque lo intentes, no puedes superar.

El balance es inmensamente positivo

Durante un par de días ratifiqué mi hipótesis: cuanto más te alejes de los clichés y los estereotipos de "machito" alfa para llamar la atención del sexo opuesto, mejor te irá. No digo que no ligues así, pero por suerte cada vez hay más chicos y chicas que huyen de los malditos estigmas y estereotipos. ¿Qué menos que planteártelo y hacer reír? Yo, de momento, voy a intentar sacarme a Fran Perea de la cabeza. En un andén de la estación…