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Cultură

Lo que la Policía colombiana admite estar haciendo mal

Vacaciones de más de noventa días, aumento en sanciones por derechos humanos, poca marihuana incautada y otras cosas que la Policía reconoce en su último Informe de Gestión Interna.
Imagen vía Wikimedia Commons

Darle palo a la Policía es un lugar común para muchos ciudadanos de Colombia y de casi todo el mundo. A la larga, el trabajo del policía se parece al de un arquero en cualquier equipo de fútbol: tienen que hacer cosas excepcionales para ser felicitados y pocos (o bueno, creería que son menos) salen a defenderlos cuando la cagan. Sin embargo, hay cosas que la propia Policía colombiana admite estar haciendo mal, al menos así lo indica su último Informe de Gestión Institucional.

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El informe, que contiene información acerca del cumplimiento de las metas propuestas por la institución a sus diferentes divisiones, deja mal parada a la Policía en materia de inteligencia, seguridad rural, control interno y la lucha contra delitos como el hurto común, el tráfico de marihuana y el secuestro.

Quizá el indicador más preocupante del informe sean los 821 policías que en lo corrido del año ya han tomado más de 90 días de vacaciones. Eso significa que estos bronceados y descansados policías han trabajado durante un 40% de los días laborables del año. Bien por sus familias.

También deja mucho que desear el hecho de que los casos de uniformados sancionados por infracciones a la ética y a los Derechos Humanos haya aumentado en tan sólo un 0.06%. Un poquito. Nada. Pero es aún más llamativo que la meta propuesta por la institución haya sido aumentar el número de uniformados sancionados en 0.01%. Un poquito. Nada. Mejor dicho, el mensaje que yo leo es: cáguenla, pero al menos traten de cagarla menos.

Otra meta curiosa es la del índice de satisfacción a quejas de los ciudadanos, la cual estaba fijada en un 65%. Por lo menos los uniformados superaron las bajas expectativas que la institución fijó para ellos y, basados en una encuesta a 200 ciudadanos elegidos por la propia Policía, atendieron el 74.4% de las quejas de los ciudadanos. Un aplauso.

Los problemas de control al interior de la institución que denunciaban hace unos días en un video el patrullero Rubén Darío Rozo y otra decena de uniformados, también quedan evidenciados en los 549 casos de investigaciones disciplinarias en casos relacionados con el proceso de entrenamiento de los uniformados que se han reportado en lo corrido del año.

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La Policía, según ella misma, está fallando a la hora de combatir algunos de los delitos que afectan directamente a los ciudadanos. Por ejemplo, según cifras de la Policía, en lo corrido del año se han presentado 103.638 hurtos comunes, muchos más que los 65.574 que se había propuesto la institución como tope. Algo parecido sucede con el hurto a vehículos: la meta era reducir el indicador en un 1%, pero en la práctica los casos aumentaron en un 2.3% frente al trimestre anterior. Sin embargo, también hay que decir que la Policía cumplió sus metas en reducción de homicidios y lesiones personales.

La Policía Antinarcóticos, por su parte, pasó el autoexamen a medias. Los uniformados cumplieron sus objetivos de erradicar manualmente la hoja de coca, amapola y marihuana. Las incautaciones de cocaína y opiáceos también llenaron las expectativas fijadas por el director general de la Policía, Rodolfo Palomino, pero lo que sí se embolató fue el decomiso de marihuana: de las 223 toneladas que la institución se había propuesto decomisar, apenas aparecieron 66. Se quedaron muy cortas las incautaciones de insumos, es decir, químicos utilizados en la preparación de cocaína y otras sustancias prohibidas, cuyo volumen confiscado estuvo casi un 70% debajo de lo esperado. Tampoco aparecieron buena parte de los capturados por fabricar, transportar y vender estupefacientes en Colombia: de los 579 infractores que la Policía esperaba capturar, sus hombres sólo lograron ponerle las esposas a 382.

En lo que sí se raja casi unánimemente la Policía Nacional es en seguridad rural. De los 40 municipios que se había propuesto asegurar, a la fecha, no se ha asegurado ninguno. Los uniformados tampoco han cumplido sus objetivos en materia de reducción de homicidios, hurto a personas y lesiones personales en zonas rurales, llegando a menos del 50% de la meta en todos los casos. Curiosamente, el mismo informe afirma que los agentes de la Policía han cumplido y excedido la meta en materia de prevención de delitos en zonas rurales.

También están fallando los encargados de hacer inteligencia en la Policía. Según el informe, sus alertas sólo fueron efectivas en el 9% de los casos. Los encargados de infiltrar, espiar y hacer seguimiento a los delincuentes de mayor cuidado en el país pasaron el trimestre literalmente en blanco. De acuerdo a lo publicado en el informe, la Dirección de inteligencia policial no logró neutralizar ninguno de sus objetivos para ese periodo.

Tan preocupantes como los indicadores en los que la Policía falla son aquellos de los que la institución no reporta ninguna información, como su efectividad a la hora de atender el proceso de restitución de tierras o los resultados en investigación criminal de la DIJIN, brazo de la Policía encargado de respaldar a la Fiscalía a la hora de conseguir pruebas para judicializar a presuntos delincuentes. Sin embargo, también cabe resaltar que hay divisiones de la Policía, como las encargadas de regular el tránsito y las aduanas, que cumplieron con todos los objetivos que se habían fijado para el trimestre.

El informe, que es elaborado por la Oficina de Planeación de la Policía Nacional y se publica cada tres meses, está en mora de presentar los resultados del tercer trimestre del año y es quizá una de los documentos más completos y menos publicitados por la institución. Por algo será.