La incursión del quidditch en el mundo muggle mexicano
Fotos cortesía de Ariel Heiblum.

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La incursión del quidditch en el mundo muggle mexicano

“Lamentablemente muchos jugadores y organizadores lo siguen viendo como hobby de fanáticos de Harry Potter, y no como un deporte".

Llegué puntual a la cita. Había quedado de ir a un entrenamiento de quidditch a las once de la mañana en las islas de Ciudad Universitaria. Ahí estaba, sin ningún indicio de magia a mi alrededor. Pensé que me encontraría con una bola de fanáticos con truenos dibujados en sus frentes corriendo torpemente sobre escobas mientras agitaban ferozmente sus capas, pero no. Me sorprendió un organizado equipo de atletas entrenando como si se tratara de cualquier otro deporte: corrían en zigzag y daban pequeños saltos para esquivar los delgados tubos de plástico que simulaban las posiciones de los jugadores del equipo contrario. Era una rutina explosiva y compleja, con ejercicios específicos para perfeccionar las jugadas antes de empezar la práctica en forma.

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El quidditch combina un poco de fútbol y baloncesto. Si no eres golpeador, debes proteger la portería, taclear al rival que trae el balón o atraparlo en el aire. Lo mas importante es atrapar al snitch, que aquí no es la bola alada que se describe en la literatura de J.K Rowling, sino un jugador con una pelota de tenis dentro de un calcetín colgado en la parte trasera de la cintura.

El deporte oficial de la saga de Harry Potter dejó el mundo mágico en 2005 después de que un grupo de universitarios norteamericanos de Middlebury organizara una liga intercolegial. Dos años más tarde, el juego trascendió los campus y se extendió a todo el mundo hasta convertirse en un deporte formal con torneos internacionales y una Copa Mundial que se disputa cada dos años, gestionada por la Asociación International de Quidditch (IQA).

Los Quetzalcoatl, Los 9 3/4, HYDRA, Chintolobos, Black Sabers e Incantatum son algunos de los ocho equipos (tres más están por formarse) que conforman la liga mexicana y que están reconocidos por la IQA. La mayoría están concentrados en el centro de país, aunque el primer partido que se jugó en México fue en Tijuana.

"Sólo entrenamos una vez a la semana porque no tenemos un espacio donde hacerlo, por eso lo hacemos en Ciudad Universitaria. Si por mí fuera, lo haríamos dos o tres veces con rutinas y con una alimentación controlada", me cuenta Alonso Toledo, capitán de los Black Sabers, campeones actuales de la Liga Metropolitana 2017, durante un descanso en su entrenamiento.

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Además de ser capitán del equipo, Alonso es dueño de una pequeña cafetería temática llamada el Caldero Chorreado y uno de los principales promotores del quidditch muggle. Contrario a lo que comúnmente le pasa a la fanaticada cuando descubre que el quidditich es más deporte que magia, Alonso prefirió el juego que los libros. La exigencia física, me asegura, es similar a la del futbol o el americano, de donde saca gran parte de los ejercicios con los que entrena al equipo.

Alonso me dice que el quidditch en México sigue siendo espontáneo e inconsistente. Los torneos, asegura, se anuncian con sólo dos semanas de antelación, por lo que muchos equipos no alcanzan a inscribirse o no están lo suficientemente preparados, cuando en otros países, los equipos ya tienen toda la información sobre los torneos que se realizarán y las sedes.

Aún en esas condiciones, los jugadores mexicanos se las han ingeniado para poder jugar la Copa Mundial. "Estamos viendo la forma de convertirnos en asociación formalmente", me explica Ariel Heiblum, quien actualmente forma parte de Quidditch México, el grupo que gestiona los torneos de la liga nacional y la representación de México en los torneos internacionales. El próximo Torneo Nacional de Quidditch se llevará a cabo el 11 y 12 de junio en el Estadio Universitario de Fútbol de la Universidad Autónoma de Querétaro, en donde jugarán ocho equipos con arbitraje internacional.

Para entender más el sobre el deporte, Ariel me invitó a la final de la Liga Metropolitana 2017. Otra vez me encontraba buscando a los magos, entre las familias campistas y enamorados que se encontraban esa mañana en el Parque Bicentenario. De pronto escuché: "Tienes que venir, ya le va a tocar jugar esa cosa que disque deporte, y ya hubo una muchacha que se lastimó". Una señora hablaba angustiada por teléfono. Era la primera vez que veía a su hija jugar. Había aceptado ir porque era un gran logro para su hija haber llegado hasta las finales. Y aunque ya había oído hablar del quidditch, nunca imaginó que sería tan rudo. Tenía razón; durante el partido hubo más heridos.

"Si no entrenan bien, es muy fácil que se lastimen, porque el quidditch es como cualquier otro deporte de contacto", me aseguró Alonso. "Lamentablemente, muchos jugadores y organizadores lo siguen viendo como hobby de fanáticos de Harry Potter, y no como un deporte. Eso lo ha detenido muchísimo".