12 personas nos cuentan los lugares más raros donde se han masturbado

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Sexo

12 personas nos cuentan los lugares más raros donde se han masturbado

Cualquier sitio es bueno.

Masturbarse. Jalarle el cuello al ganso. Hacerse una chaqueta. Jugar con Manuela. Expresiones para el autoplacer hay muchas, y es que, ¿quién en la vida no se ha masturbado? El onanismo —como también se le conoce por un pasaje Bíblico protagonizado por Onán—, es un placer que supone varias ventajas: se puede disfrutar en solitario o en pareja, se puede fantasear con lo que se desee sin ser juzgado, no hay riesgo de contraer una ITS y ni hablar de que la cosa termine en un embarazo no deseado y con una “bendición” a cuestas. La masturbación es una práctica bastante popular y no sólo entre los hombres, como suele creerse. Según la National Survey of Sexual Healt and Behavior (NSSHB), un 93.2 por ciento de los hombres en edad sexual activa se han masturbado, mientras que un 80.3 por ciento de las mujeres también lo han hecho. La mayor parte de la gente la descubre en la adolescencia, en el pleno hervidero de las hormonas. ¡Además puede resultar también una experiencia emocionante y lúdica!

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Por eso le preguntamos a varias personas cuáles han sido los lugares o situaciones más raros donde se han masturbado y esto fue lo que nos contaron:

“¡Mira mamá, sin manos!”: Tamara

Tendría unos 20 o 21 años, en los tiempos de universitaria en los que me la pasaba en el cine. Un día, mientras veía una película muy aburrida y ahí sobre la butaca, descubrí que la anatomía femenina es muy noble y que es posible lograr un orgasmo sin manos. Basta un poco de concentración, paciencia y contraer los músculos pélvicos. La he aplicado en situaciones públicas en las que estoy muy aburrida/caliente, como aviones, traslados o en la oficina cuando era godinette. Nadie sospecharía. Ah, y sigo haciéndolo en películas aburridas.

“El Tepozteco, mi placer y yo”: Tonatiuh

Una tarde decidí subir el cerro del Tepozteco, como acostumbro hacer para practicar un poco de ejercicio. Esa tarde me desvíe del camino y llegué a una gruta, en una zona que pocos conocen pues está lejos del camino "turístico". Estando ahí empezó a llover y sin más, tal vez al sentirme solo, en un lugar obscuro y húmedo empecé a masturbarme. Fue una experiencia bastante agradable, rodeado de naturaleza. Éramos el Tepozteco, mi placer y yo.

“En un terreno baldío, luego de ver Space Jam”: David

Estaba bien morro, tendrían unos 12 o 13 años y estaba con mis amigos en medio de un gran terreno baldío. Y ahí había una casa, a la mitad de la nada. De repente vimos a través de una ventana como una señora se acababa de salir de bañar, por lo que nos calentamos y nos la empezamos a jalar. De aquella vez recuerdo que veníamos de regreso de ver Space Jam y ese terreno era la ruta obligada para regresar. Y pues nada, nos tocó “la buena suerte” de ver a aquella señora encuerada y pues no lo desaprovechamos.

“En ese jacuzzi, rodeada de gente, me mordí el labio para no gritar”: Gina

Era una adolescente calenturienta, como me imagino que éramos todos a esa edad. Tendría por ahí de mis 17 años. Estaba en un jacuzzi de un hotel muy fancy, de esos que abundan en Cancún. De repente sentí cómo las burbujas comenzaban a hacerme “cosquillas” y yo lejos de quitarme, descubrí que lo estaba disfrutando mucho. ¡Lo peor fue que era “horario familiar” por lo que había muchas personas alrededor! Tuve que morderme el labio, casi hasta sangrar, para no gritar.

“Le di mis bendiciones a mis ancestros”: Alberto

Estaba de visita en la zona Arqueológica de Cuicuilco, al sur de la Ciudad de México, cuando me entraron unas ganas tremendas de “asfixiar al ganso”. Estuve recorriendo los caminos y pude constatar que no había gente. Me perdí en una de las veredas que estaba más sola y ahí decidí que sería el lugar adecuado para darle mis “bendiciones” a mis ancestros y conectar con tan bonito lugar.

“Me la jalé en una fiesta de XV años”: Froy

Yo tendría unos 17 años, y en ese entonces era súper cliente frecuente de "Manuela". Estaba en una fiesta de XV años y aquella vez llevaba dos días de no masturbarme (lo cual para mí era un chingo, ya que lo hacía diario). De repente vi un chambelán que estaba bien rico y que me prendo. Al no haber otro lugar, fui al salón de la fiesta a jalármela, porque ¡en serio estaba muy prendido! Pero no me culpen: es que en el “baile moderno” usaron un atuendo sexy para bailar samba y al morro se le marcaba una cosa preciosa en su entrepierna.

“Me puse una cobijita encima y me puse a darle”: Pamela

Mi experiencia más random con la masturbación fue en la camioneta de mis abuelitos, cuando yo tenía apenas trece años. Ellos iban enfrente y yo iba atrás, haciéndome la dormida. Recuerdo que íbamos de camino hacia San Antonio y yo, “para entretenerme” me puse una cobijita encima y me puse “a darle”. Ellos se la pasaban discutiendo de cosas, así que jamás se dieron cuenta que yo iba en el asiento trasero, masturbándome a plena luz del día.

“La vez que me la jalé en un taxi”: Julio

Hace 3 años me corté parte de la palma de la mano, por lo que no podía manejar y comencé a usar taxis para trasladarme al trabajo. En un viaje de regreso, iba sentado detrás del chofer haciéndole la plática. En una de esas, no sé por qué, vino a mi mente la idea de jalármela ahí mismo. Entonces mientras hablaba con el chofer me la saqué y comencé a jalarle el cuello al ganso, lleno de adrenalina. El sentir que me podría descubrir hizo que fuera muy intenso: el temor de ser cachado por el chofer o de que me vieran por la ventana le puso sabor a la ocasión, por lo que eyaculé muy rico. Obvio tuve que limpiarme con mi chamarra, esperar a que se me bajara la erección, pagar la cuota y así terminó mi viaje con final feliz. Creo que el chofer no se dio cuenta.

“Salí corriendo, dejando en el piso el líquido blanco que salió de mí”: Mario

Mi vez más extrema también fue la primera vez que conocí el arte de “la Manuela” y tenía unos 13 o 14 años. Cuando era adolescente solía ir con mis papás a un videoclub, cuando todavía existían esos lugares. Un domingo fui a rentar un película porque estaba muy aburrido, y ese día tardé mucho en elegir alguna película, pues no había alguna de mi agrado. En eso vi al fondo la sección de películas para adultos, donde sabía que había películas porno, porque mi papá alguna vez me dijo. Mientras la señorita que atendía estaba echando novio, yo me puse a ver los estuches de las películas, que eran sumamente explícitas. Me asomé a ver si no había nadie, y como la señorita que atendía seguía ocupada "noviando”, vi la oportunidad de sacarme la pija adolescente y empezármela a jalar, mientras veía esas portadas con vaginas y penes. No recuerdo cuando tardé, sólo recuerdo que ese lapso me pareció eterno. Lo que salió de mi pene me tenía impresionado, tanto, que salí corriendo y dejando el piso del videoclub lleno del líquido blanco que salió de mí. También recuerdo que terminé rentando la película de “Mini-espías” y me la llevé a casa, ja ja.

“Fue un hospital, después del sismo del 19 de septiembre”: Enrique

Después del sismo del 19s, los últimos pisos del Hospital de Especialidades de La Raza quedaron parcial o totalmente inhabilitados. Mi abuelo estaba en cardiología porque había tenido su quinto infarto y estaba sumamente delicado. Caliente como soy, conocí a un médico internista y nos fuimos a meter a la parte que estaba inhabilitada, en plena madrugada. La siguiente noche que me quedé con mi abuelo el internista no estaba en guardia, así que fui sólo. Atravesé la cinta que acordonaba el área, los plásticos que cubrían la entrada y pues me la jalé. Los dejé embarrados en la pared porque no llevaba papel. Mi abuelo salió del hospital una semana después.

“Me masturbé en la cama de mi prima… y me descubrieron”: Ana

Estaba en casa de mis primas, en Los Ángeles. Estaba pasando el verano allá, y en las mañanas mis tíos salían a trabajar. Las dos primas mayores tenían trabajo de verano y en la casa solo nos quedábamos la prima pequeña (qué tenía como 11 años) y yo (qué tenía como 18). Total que estábamos en la sala viendo películas, pero como yo extrañaba MUCHO a mi novio, me subí a la recámara y ahí en la cama de mi prima, se me hizo fácil empezar a darme amor. Cabe mencionar que mientras lo hacía, me grababa para mandarle el video a mi novio. En eso entró mi primita de 11 años ¡y vio todo el show!

“Me calenté tanto, que decidí jalármela en el probador”: Alexis

Cuando tenía 14 años, entré a probarme ropa en un vestidor de una reconocida tienda departamental. Era la temporada verano, por lo que había varios carteles de modelos posando la ropa de la temporada. Entre esos, había uno de un hombre guapísimo y con un escultural cuerpo luciendo un sensual traje de baño. Esa imagen me impactó y me dejó con muchas ganas, por lo que decidí desahogarme ahí mismo: el lugar era amplio y estaba cerrado de forma que la gente que se agachara no me podía ver. Me vine en el piso de alfombra y solo se veía un poquito húmedo, así que no me preocupé tanto, ya que no se veían explícitamente los restos de mi jalada. Sin duda es el lugar más raro donde he recurrido al autoplacer. Pero pinche tienda, disque bien familiar y ponen vatos buenísimos en los carteles que nada más andan despertando la sexualidad.

Después de leer estas experiencias, ¿nos compartirías dónde ha sido el lugar más raro, extremo o memorable en el que te has procurado un buen rato de placer? Y no salgas con que tú no le haces a eso, porque como diría Woody Allen: masturbarse es hacer el amor con alguien a quien uno ama.

@PaveloRockstar