En medio de obras con la firma de Édgar Negret, Enrique Grau y Juan Carlos Rivero, un cuadro de 120x100 se erige con la firma de Juanita Díaz. La iluminación que acompaña al cuadro deja ver las pinceladas caóticas y el color amarillo, rosado, café y azul que parecen brotar con el desorden y la armonía de la naturaleza misma.La joven de 26 años que pintó el cuadro, graduada como artista visual de la Pontificia Universidad Javeriana, de Bogotá, en 2015, organizó la subasta que está a punto de comenzar en un exclusivo club de Bogotá y en la que también está participando con su obra. Son las 6:30 p.m. y en la entrada hay varios senadores reunidos en grupo. También el columnista Poncho Rentería, que se toma fotos con la gente; el actor Diego Trujillo, que saluda mientras sonríe; el músico Galy Galeano, que atiende eufóricamente a Juanita y se toma una foto con ella.
Luego de denunciar, casi un año después de lo sucedido, y de buscar ayuda para superar este episodio de acoso, Juanita decidió hacer para su tesis de grado, en 2014, un acto de denuncia pública para visibilizar la violencia sexual en las universidades. "I de Insistencia: Despegamos de la Violencia Sexual" fue el nombre que recibió su proyecto, el cual consistió en una serie de acciones performáticas colectivas, como cantos, declamaciones y reflexiones conjuntas que involucraron a la audiencia, invitándola a reflexionar y a dejar la indiferencia con esta problemática."Ya llevo cinco años en un caso penal. No puedo cambiar nada de eso", sentencia Juanita, cuyo caso, cuenta ella, sigue sin llegar a algún fallo. "No puedo seguir luchando contra la corriente, ni esperar que el país haga cumplir la ley y la justicia, porque me puedo quedar toda la vida y no hice nada".En vez de insistir por las vías legales, la artista decidió hacer algo distinto.Sin querer archivar su proyecto de grado en algún estante de la biblioteca, como suele pasar con la mayoría de trabajos universitarios, Juanita sacó a I de Insistencia a la calle, fuera de las aulas. La canción que compuso para su tesis empezó a sonar en su propia voz por fuera de la Javeriana, llegando a zonas como Ciudad Bolívar, donde también se presentó esta acción colectiva. Profesores, estudiantes y sobre todo personas identificadas con el caso de Juanita, hicieron parte durante unos minutos de esta actividad, uniéndose a su lema: "¡Interrumpimos el silencio y el miedo paralizante: únete a nuestro grito empoderante!".“No puedo seguir luchando contra la corriente, ni esperar que el país haga cumplir la ley y la justicia, porque me puedo quedar toda la vida y no hice nada”.
En poco tiempo, I de Insistencia pasó de ser una tesis de grado y un acto simbólico ejecutado por una persona, para finalmente constituirse como una empresa colombiana que trabaja contra la violencia sexual y de género. Tras asesorarse con dos abogados, esta estudiante decidió empezar a vender paquetes de acompañamientos integrales a sobrevivientes de violencia sexual.Ni la casilla de víctima, ni la de sobreviviente, le quedan bien, dice ella. “Creo que, ante todo, soy un ser humano lleno de energía”, asegura.
Según Caro, luego de la convocatoria en 2014, el año siguiente Observatorio le entregó los lineamientos al Ministerio. Los encargados en el Ministerio se demoraron tres años en publicar el documento. "Para esa época fue el asunto del plebiscito", asegura Caro. "Salieron las cartillas para primaria básica y media sobre orientaciones sexuales diversas y respeto a la diversidad de género y demás". La docente también afirma que estas cartillas llegaron con algunos rumores, sobre todo en ciertos sectores políticos, sobre cómo estas cartillas iban a "homosexualizar" a la gente. "El contexto político estaba muy adverso para hablar del tema de género. Por eso creemos que no salieron los lineamientos en ese momento", cuenta Caro."Si bien la autonomía es un valor fundamental, no puede ser en ningún momento una excusa para violar, vulnerar o esconder derechos, asegura ella. Esa es la pugna ahora”.
Esta es la tercera sesión de Mariana. En citas anteriores ambas se dedicaron a recuperar su niña interior, verbalizar los hechos que sufrió Mariana con todos sus detalles, hacer catarsis, soltar la culpa y hasta hablar de su caso con personas cercanas. Ella es una de esas 50 personas que han participado en #SanarCreando, un acompañamiento que diseñó la propia Juanita de manera empírica, uniendo muchos métodos que le funcionaron en su momento cuando empezó a trabajar en su proceso personal después de la agresión. Cada una de las cuatro sesiones que tiene el proceso, el cual asegura Juanita, dura de tres a cuatro horas, y es un espacio exclusivo para la persona y ella.Cuando estaba desarrollando su trabajo de grado, una profesora de arte llamó a Juanita y la puso en contacto con otra joven externa a la Javeriana que había pasado por una agresión sexual parecida a la de ella. La profesora intuía que sabría ayudarla. Sentadas en el comedor, esta joven le confesó a la artista que la única persona a quien le había contado era a la profesora. Le salieron varias lágrimas, su voz estaba entrecortada y temblaba antes de abrir la boca y dejar salir las palabras, pero finalmente empezó a narrar los hechos. Juanita solo escuchaba atentamente. Y cuando la joven acabó la historia se quedó mirándola, esperando a que le dijera algo. "Le dije que, ante todo, ella era un ser humano capaz de superar el episodio, que nada de lo que había ocurrido era su culpa y que era muy valiente al hablarlo con transparencia", recuerda. Luego de hablar de temas judiciales, Juanita le ofreció su apoyo incondicional. Después de varios años, la joven se abrió con su familia y amigos sobre la agresión sexual que sufrió, e incluso hizo una muestra artística sobre su historia.“Nunca doy consejos. Solamente apoyo desde mi experiencia y respondo a las preguntas que me hacen”.
La artista explica que sus acompañamientos son una guía para los demás, una guía que se vale de la intuición, la escucha y la apertura: "Nunca doy consejos. Solamente apoyo desde mi experiencia y respondo a las preguntas que me hacen”" Para ella, las artes visuales son la base para sus acompañamientos, los cuales ha complementado con métodos que se encontró en el camino que a ella misma le ha tocado recorrer: meditación, coach ontológico, yoga y prácticas artísticas, entre otros. Juanita asegura que con esta mezcla de métodos ha visto excelentes resultados. "Creo que eso habla por sí mismo", afirma.Sin embargo, la línea entre un acompañamiento e intervenir en la vida de las personas al mejor estilo de una terapia psicológica es muy delgada. Así lo afirma Paulina Ferro, una psicóloga de la Universidad de los Andes y quien cursa actualmente la Maestría en Psicología Clínica de la Universidad del Norte con enfoque en logoterapia, una modalidad que propone que el sentido de vida es una motivación primaria del ser humano para superar obstáculos: “Cada persona que hace acompañamientos debe ser muy consciente que se trata solo de un acompañamiento. Muchas personas que han vivido cierto tipo de violencias, han hecho acompañamientos”."Si ella cruza la línea de acompañamiento y empieza a hacer procesos interventivos que busquen que la persona saque su dolor, con eso sí no estoy de acuerdo: esas situaciones son de mucho riesgo para la vida de una persona”.
"Tener una amiga feminista es otro cuento, es un apoyo diferente", afirma Natalia. "No hay ningún juicio. Siempre va a haber ese espacio de duda: si apenas estás familiarizándote y no sabes, pues pregunta que si yo sé te cuento y si no sé, aprendemos las dos". La estudiante admite que ha habido críticas en contra de Polifonía: "Hay gente que no conoce todo esto y cuestiona: 'es un colectivo de mujeres blancas de una universidad privada que desde sus privilegios…', y una no los niega, una es consciente. Pero creo que este espacio sí aporta a una revolución feminista que empieza cuando una persona cambia su forma de pensar y se replica en su círculo más cercano".Luego de superar un episodio de violencia sexual, como por ejemplo ser víctimas de acoso sexual universitario, muchas aprenden muy pronto una gran lección: que la colectividad entre mujeres es una de las herramientas más poderosas que tenemos.
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Según Torres y Suspe, el juego fue creado bajo un modelo de diseño participativo. Un grupo de investigadores, programadores, artistas y colectivos feministas —como Degénero, entre otros— ayudaron a pensar cuál sería la mejor manera de representarlo. Y aunque Violeta claramente no representa a todas las mujeres del país por el hecho de ser blanca, tomar transporte público, tener un trabajo al cual ir y vivir en Bogotá, entre otras cosas, el proyecto, ganador de la convocatoria de Proyectos de Creación e Investigación Artística de la misma universidad, tuvo como objetivo acercar a la gente a esta problemática que nos afecta diariamente. Las instituciones se han centrado, según sus creadores, en rodear a la víctima y no en educar al victimario para que sepa por qué no están bien este tipo de comportamientosSegún los datos que acompañan el juego, entre 2016 y 2017, la Fiscalía General de la Nación reportó que 88% de las víctimas de acoso sexual fueron mujeres y el 12% hombres.
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En cuanto al acoso sexual, Rodríguez afirma que es complicado, porque hay muchas situaciones que ya están normalizadas. Y no es hasta que pasan cosas muy graves que las personas deciden denunciar o tomar medidas.“Nos volvemos una red de apoyo. La idea es no revictimizar a nadie en ningún momento ni hacerlo sentir culpable, sino todo lo contrario, apoyarlo”.
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Viendo este panorama inicial, la colectiva decidió seguir con sesiones de estudio públicas, que permitieran conceptualizar de una manera más adecuada ciertas categorías necesarias para entender las violencias de género. "Luego pusimos buzones de denuncia e hicimos unas encuestas, no tanto con la pretensión de buscar 'datos'", explica Acevedo, "sino la de visibilizar los tipos de violencias que en muchos casos —ni siquiera nosotras— identificábamos como tal".“Solo así es que hemos logrado que en la actualidad muchas universidades de Colombia se estén pensando protocolos de atención y prevención de violencias en género y sexuales”
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Según ella, el hecho de que las y los estudiantes y las profesoras se apropien de espacios de resistencia, como lo hace la Tremenda Revoltosa, es una de las soluciones más viables para darle frente al problema: "Las universidades son centros donde se reproducen todas las formas de violencia —continúa— por eso es tan importante que los grupos estudiantiles sean los que hagan presión política para que se aborden estos temas, porque las autoridades no lo van a hacer, ellos son generalmente cómplices de esas violencias".Tan cómplices que aún con los lineamientos publicados por el Ministerio de Educación, muchas instituciones siguen con sus dinámicas de acoso sexual y demás formas de violencia de género inamovibles dentro de las aulas. Tal es el caso de la Universidad del Bosque, afirman Eliana Castro, líder del semillero de equidad de género y los profesores que hacen parte del mismo: Mariana Vásquez, de Artes y Alfredo Mejía, de Psicología. "El tema del acoso sexual universitario ha sido una de las situaciones más difíciles de enfrentar en la universidad", admite el grupo. "El cuerpo académico y directivo no está permeado del tema, ni tiene herramientas adecuadas para abordarlo. [Además] los procesos disciplinarios son demorados y generan espacios de riesgo y de revictimización constantes".Hace cinco años aproximadamente, partiendo de una iniciativa personal de Castro que unió a diferentes personas de la academia, nació este proyecto. Ante las dificultades estructurales de la universidad, según ellos, como la falta de claridad en las acciones que se deben tomar en situaciones de acoso sexual, hace un año se configuró lo que ahora se denomina el Comité para la Equidad de Género. Gracias al encuentro de nuevas instancias como esta se ha logrado avanzar en una propuesta política para solventar estos baches institucionales que, si bien han sido difíciles de llevar al terreno institucional y estudiantil, ya se están pensando desde diferentes partes.En la Facultad de Psicología de la universidad se creó, por su parte, un semillero de investigación en temas de equidad de género, cuya primera tarea es levantar la línea de base para la política institucional de género. Dada la importancia del tema y los avances que ha tenido la universidad, el próximo año se prevé transformarlo en un proyecto de investigación.La revisión de los documentos reglamentarios de la universidad, así como un curso de sensibilización para la prevención y la atención de situaciones de violencia basada en género —principalmente liderado por la facultad de psicología— donde se busca sensibilizar y dar herramientas a los docentes para abordar estos temas, son las acciones que ha venido realizando el comité. "Esto va de la mano con el diseño de una ruta integral para poder ayudar a las víctimas y generar acciones con el victimario. Ahora este proyecto se encuentra en fase de piloto, pues hemos identificado poca participación", nos cuenta Castro.Su respuesta frente a la apertura institucional al tema es contundente: "Es difícil, pero ha ido mejorando con el paso del tiempo. Siempre habrá espacios absolutamente negados y resistentes a escuchar sobre el tema en todos los niveles de la comunidad universitaria, pero los estamos abordando poco a poco".“En el arte y la música, en particular, hay un potencial político impresionante. Los tambores en particular son perfectos para llamar la atención sobre situaciones de opresión, pero también de celebración, resistencia y propuesta”.
¿Pero, qué pasa mientras los colectivos reman contra la corriente del acoso sexual normalizado en las universidades? ¿qué pasa durante ese rango de tiempo con los estudiantes? A veces pueden ocurrir las peores escenas.Así le ha ocurrido a 23.798 colombianas y colombianos en 2017 que fueron víctimas de violencia sexual, tal como lo confirmó Medicina Legal. Katherine Gerena fue una de ellas, una integrante del 25N o 25 de noviembre, un colectivo de género que nació en la Universidad Autónoma."Somos cuatro las que trabajamos principalmente en el colectivo y de esas, dos, incluyéndome a mí, fuimos víctimas de violencia sexual. Ambas fuera del espacio universitario, pero yo víctima de estudiantes de la Universidad Nacional, donde también estudié", comienza a contar Gerena. "Las dos fuimos violadas. Yo lo pude hablar con mi mamá, pero con nadie más. No lo denuncié ni hice mayor cosa". Su compañera no contó lo que le había sucedido sino hasta un año después. "Las secuelas psicológicas le daban muy duro, tuvo un episodio de ansiedad y depresión", afirma Gerena, antes de dejar clara su necesidad de estar en un espacio totalmente feminista.“Esto nos reivindica como mujeres porque trabajamos en redes, de la mano, con solidaridad y empatía por todas las chicas. Por eso el mensaje feminista, por muy cliché que suene, dice que ‘si tocan a una, respondemos todas’”.