La batalla de Ruqsana Begum para convertirse en campeona mundial
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La batalla de Ruqsana Begum para convertirse en campeona mundial

A los 18 años, entró al gimnasio usando su hiyab. Hablamos con Begum en una pelea en Londres para que nos dijera que es lo que engrandece a un peleador.

A los 18 años entró al gimnasio usando un hiyab. Entrenó implacablemente para convertirse en la poderosa peleadora que es hoy. Platicamos con ella en una pelea en Londres para que nos contara qué es lo que engrandece a un campeón.

La Pelea

En un pequeño corredor en el Centro de Conferencias de ILEC en Earl's Count, la peleadora de kickboxing, Ruqsana Begum, se prepara para la pelea.

Se mantiene al margen de los bastidores donde su rival, y más peleadores se preparan y un montón de boxeadores británicos hacen su mejor esfuerzo por parecer duras. Begum está entrando gradualmente a su "burbuja", una frase inventada por sus colegas peleadores en el gimnasio KO usada para describir su estado mental cuando está a punto de pelear. Su entrenador de cabello plateado, Bill, un hombre parecido a Clint Eastwood en Million Dollar Baby, sostiene las manoplas contra la ráfaga de golpes, patadas y codos de Begum.

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Afuera, más allá de la tela que cubre a los peleadores, un ring blanco domina la arena. El DJ ensaya su lista de canciones, que básicamente consiste en la banda sonora de la película Tokio Drift de la saga Rápidos y Furiosos. Un par de chicas del ring vistiendo shorts diminutos se preparan; con sus cuerpos tonificados después de pasar horas en el gimnasio preparándose para la noche. Guardaespaldas con sobrepeso están de pie con los brazos cruzados, esperando instrucciones por radio en las entradas. Los meseros abren cajas de vino y mueven barriles llenos de cerveza rebajada con agua.

"Preferimos tener bodas y ceremonias, incluso competencias de baile. Es hermoso cuando se presentan competencias de baile: es muy elegante", me dice un mesero. Esta noche no es igual a una competencia de baile, pero hay elegancia en el ritual de Begum al prepararse para la pelea. El muay thai es conocido como el "arte de las ocho extremidades". Un arte de pelea que combina patadas, golpes, codos y rodillas. Ruqsana tiene control de cada movimiento, ensayado incansablemente en el gimnasio". Aún así, la agraciada apariencia de este hermoso baile es un contraste enorme con el poder que se desata cuando esta joven de 50 kilos lanza un golpe.

El espectáculo de esta noche fue promocionado como "Inglaterra contra China", una rara oportunidad para los peleadores británicos de enfrentarse con oponentes extranjeros experimentados: peleadores de kickboxing chinos y artistas marciales cruzan sus caminos. Y definitivamente llamó la atención; el boleto promedio cuesta alrededor de 40 euros. Duplica ese precio por una botella de champaña y una mesa reservada en el área VIP con una vista directa en el ring y cacahuates gratis. Comienzan a llegar grupos de persona, apresurándose desde la entrada del bar para sentarse en los sillones de terciopelo rojo, una cerveza en una mano, el celular en la otra. Hoy es una oportunidad perfecta para salir con los amigos. Madrs, adolescentes, y papás con sus niños juegan videojuegos mientras se dispersan entre la multitud.

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El MMA emergió como un fenómeno estadunidense hace un par de años; un fenómeno muy popular que enfurece políticos, pero atrae fanáticos de todas partes del mundo. El senador de los Estados Unidos, John McCain alguna vez definió el deporte como "peleas de gallos humanas". En el estado de Nueva York, el deporte sigue siendo ilegal. Pero eso dio pie a que prosperara a escena de MMA clandestina. En 2013, la Asociación Médica del Reino Unido condenó al MMA—especialmente a las peleas en jaula—por los riesgos de las lesiones y concusiones que podrían originar daño cerebral. Pero a pesar de esto, no disminuyen sus fans ni sus practicantes. Esta tendencia es evidente esta noche; muchos gimnasios británicos han programado a sus peleadores en estas peleas. Sus nombres están estampados en las sudaderas de los peleadores: Gimnasio Lumpini, Cobra Bym, Valetudo, KO Gym.

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Begum pertenece a KO, un famoso gimnasio en Bethnal Green que ha producido campeones de boxeo y muay thai desde hace años. Amanda Kelly, dos veces campeona mundial de boxeo tailandés entrena en KO. Greg "The Prodigy" Wootton, campeón mundial de boxeo tailandés en su categoría ha entrenado en el mismo gimnasio desde que tenía 16 años. Begum tiene los títulos británico y europeo de muay thai. Pero esta noche, tiene la oportunidad de convertirse en campeona mundial de peso paja. En la otra esquina del ring está Ludivine Lasnier, la campeona francesa de muay thai. Es originaria de Aube un pueblo cercano a Paris. Ha viajado hasta Londres por el cinturón.

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La agraciada apariencia de este hermoso baile es un contraste enorme con el poder que se desata cuando esta joven de 50 kilos lanza un golpe.

Cuando comienza el espectáculo, Begum está petrificada. Pero sabe que no es la única—los demás peleadores han estado así todo el tiempo. La fragilidad de los peleadores comienza a manifestarse cuando flexionan los músculos, pero Begum solo necesita demostrar su fuerza en el ring.

El primer boxeador británico sube al ring con el estilo de un aspirante a matón. Hay una línea específica en la canción de introducción que resume el sentimiento de "soy una pinche bestia". Es derrotado un par de rounds después. Después una peleadora entra al ring con "Another One Bites the Dust" y regresa escupiendo sangre en una cubeta amarilla. Los chinos van derrotando a los ingleses uno por uno.

Se terminó la espera y Begum tiene que pelear. Deja de calentar. Escucha con atención a Bill y a sus últimas instrucciones antes de la pelea. Está lista.

La audiencia luce aburrida después de dos horas de peleas. Pero cuando Begum entra al ring, madres, hijas y adolescentes se paran para comenzar a gritar, "¡Vamos Ruqs, tu puedes!" Dos años antes, perdió el título ante Silvia Lanotte, una peleadora italiana que la noqueó en el cuarto asalto. Esta noche, necesita todo el apoyo que puedan darle. También rezó antes de la pelea. Admira a Muhammad Ali por su fuerza en una pelea y por la fuerza de su fe. No solo Begum es una mujer en una disciplina donde los hombre sudan testosterona y son una presencia dominante. También es musulmana, y tradicionalmente, las mujeres musulmanas no pelean. Hoy es el punto más alto de su carrera de 12 años; una carrera construida a base de sacrificios, sudor en el gimnasio y sangre derramada en el ring.

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Cicatrices de una Guerrera

Begum ahora está del otro lado de la mesa, en una cafetería orgánica en Bethnal Green. Estamos lejos del espectáculo de Earl's Court. Estamos en el corazón de Londres, donde comenzó la historia de Begum.

"Recuerdo que era pequeña. Una niña", dice cuando le digo que me cuente cómo comenzó. "No sé la razón, pero las artes marciales siempre me parecieron fascinantes. El karate, kickboxing… todas esas cosas. Pero no podía costear las clases o los cursos… hasta que me topé con KO Gym".

Sonríe cuando recuerda el primer día, hace doce años, cuando comenzó a entrenar.

"Vengo de una familia de Bangladesh y soy mujer", comienza con un delicado acento londinense. Su cabello negro cae sobre sus hombros. Trenza su cabello cuando pelea. "Puedes imaginarlo, no me fue fácil empezar en las artes marciales. Me tomó tiempo y esfuerzo comenzar a pelear".

KO Gym tenía que ser un secreto. Mi mamá hubiese enloquecido y mi padre no lo hubiese aprobado. Así que lo hice.

Begum pertenece a una generación de peleadoras que está rompiendo barreras de género en las artes marciales. En los Estados Unidos y América, están Ronda Rousey y Holly Holm. Rousey ha aparecido en películas y portadas de revistas. Pero antes de la fama y la gloria, un patrón que siguen las peleadoras profesionales es que han tenido dificultades para ser peleadoras profesionales. Rousey fue mesera antes de convertirse en la "peleadora más dominante" como la llamó ESPN cuando todavía era campeona de UFC. Begum tampoco tuvo fácil su comienzo en el muay thai.

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Entró al gimnasio gracias a una clase de prueba. Probablemente fue un cupón que llegó en el correo con el menú de una tienda y más correo basura. A los 18 años, entró al gimnasio con sus amigas, usando un hijab. "Estaba rodeada de hombres. Era intimidante, por supuesto, pero desde el primer momento supe que era mi lugar". Doce años después, Begum ya no usa el hijab. Algunos podrían batallar para no verlo como un símbolo de las restricciones que tuvo que superar para convertirse en lo que es ahora. Mi mamá hubiese enloquecido y mi padre no lo hubiese aprobado. Así que lo hice.

Con las artes marciales como secreto, Begum se graduó en ingeniería arquitectónica y encontró trabajo de inmediato como arquitecta. En 2008, la crisis económica sacudió a Inglaterra. "Fue despedida de la noche a la mañana. Al mismo tiempo mi hermana se iba a casar… perdí a mi mejor amiga. La única cosa que podía hacer era entrenar. Trabajar más fuerte. Tuve que recibir la bendición de mis padres para continuar". Los padres de Begum no le prestaron atención a su nueva ambición de ser peleadora profesional. "Supongo que pensaron 'Perdió su trabajo, su hermana se va a casar. Déjala que tenga algo'", sonríe. "Lo que no sabían era que los deportes me ayudaron a superar ese periodo".

Desempleada y sin el apoyo total de su familia, Begum pudo haber caído en un espiral de apatía y aislamiento. Pero el muay thai salvó a Begum y tiene el potencial de salvar más personas. "Comencé a entrenar todos los días. Dos veces al día", dice Begum. "Iba al gimnasio en la mañana. Regresaba a casa. Cocinaba, descansaba y regresaba al gimnasio". La regla de "hazlo bien o mejor no lo hagas" de Begum le dio dividendos pronto.

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En 2009, viajó a Bangkok y ganó su primera medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Kickboxing Amateur. Luego en 2010 ganó el título británico de peso átomo. 2011 fue el año de la medalla de oro en la pelea por el título europeo, peleando en Latvia. Pero claro, las medallas no se consiguen gratis. El muay thai deja cicatrices. Son raros los días en los que no hay algún dolor.

Al final del día no eres musulmana, no eres mujer. Eres una peleadora en el ring.

"Es increíblemente difícil encontrar un balance, dedicar todo al entrenamiento. Llegar al final del día, cuando tu cuerpo te grita y está a punto de colapsar". Por su rostro se notan cicatrices delgadas sobre su piel y alrededor de sus ojos. Tiene una lesión de ligamento en la rodilla derecha—carga los restos de cada pelea de manera permanente. Las victorias y derrotas la convirtieron en la guerrera que es ahora. "El deporte te forma. Te rompe: barreras, pasado y límites. Al final del día no eres musulmana, no eres mujer. Eres una peleadora en el ring. Tienes que ser la mejor. Solo los mejores ganan".

Da un poco de lo que tienes

Una vía férrea atraviesa Londres. Está sobre una estructura de ladrillos rojos que se han vuelto negros, cubiertos con una capa de smog. KO Gym está bajo la vía, entre los arcos, así que cuando el tren pasa por Londres, cada pulgada del gimnasio se sacude. Adentro las pareces están cubiertas con posters de peleas pasadas y fotografías de peleadores posando en su guardia. Una máscara tribal tailandesa cuelga de la pared, mirando hacia abajo con una sonrisa. En la esquina hay una pila de equipo de kickboxing.

Bill fundó en gimnasio en 1976. Bill, un campeón irlandés de judo, kickboxing y boxeo tailandés entrenó a muchos campeones. Cuando Bill vio a Begum atravesar las puertas de su gimnasio por primera vez hace doce años, no pudo evitar pensar que era muy poco probable que se convirtiera en peleadora. Doce años después, cuando Begum bajó del ring en Earl's Court lo único que le pudo decir fue "La pelea era tuya y solo tuya, Ruqs". Begum perdió la pelea por puntos, luego de liderar en la pelea para la que se había preparado meses.

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"Después de esa noche, ya no me detengo… ni siquiera en el entrenamiento", me dice, mientras tomo algunas fotografías. "Solía sentirme apenada si golpeaba a alguien durante el entrenamiento. Pero ya no. No tendré piedad la próxima vez que este en el ring". Después de la pelea en Earl's Court, sigue repasando la pelea en su mente para comprender lo que pasó. Piensa que los jueces malinterpretaron gran parte de la dinámica de la pelea. Ver el título mundial alejándose no es fácil de aceptar. Pero Begum no se da por vencida. "Apelaremos e intentaremos conseguir la revancha", dice cuando le pregunto "¿ahora que sigue?" Nadie esperaría diferente; el título mundial es un logro crucial. Pero para Begum, no es un simple paso en su carrera—es la clave para lo que quiere hacer después. Ahora tiene 31 años. A esa edad, una atleta es considerado de salida y los peleadores de muay thai no son la excepción. "Tengo un par de años de entrenamiento en mí. Quiero conseguir el título y luego será tiempo de regresar algo de lo que he obtenido durante todos estos años".

Fuera del ring y de KO, Begum está convirtiéndose en un modelo a seguir. En el Este de Londres, es una celebridad local.

El periódico East End Life presenta a Begum en su página de deportes casi cada dos semanas. Enseña en "Fight for Peace", una caridad que usa el boxeo como una herramienta de enseñanza y rehabilitación cuando los jóvenes se involucran en crímenes y violencia armada. Da clases de artes marciales para mujeres en particular mujeres musulmanas. "Mis clases son abiertas para todos", explica. "Pero quiero incluir a las hermanas que no pueden hacer deportes por usar un hijab".

Después de las Olimpiadas de 2012, cuando a las atletas musulmanas se les prohibió usar el hijab, según las reglas olímpicas sobre el vestuario, Begum inventó el "hijab deportivo", un velo para ser usado con comodidad en el entrenamiento. "Quiero que mis hermanas se sientan cómodas subiendo al ring y corriendo cuando usan mi hijab". Begum ha creado un prototipo y busca ponerlo a la venta a finales de este año.

Sueña con ver a una atleta usando su hijab deportivo en el ring algún día.

Pero antes de eso, aún tiene un título mundial que ganar. El camino es difícil. Begum pudo conseguir cinturones y medallas en el camino abriéndose paso en las peleas profesionales, pero el financiamiento de su carrera sigue siendo problema. Tiene un trabajo de medio tiempo en una escuela, dos días a la semana. Hay patrocinadores interesados, pero no son suficientes—tiene un título británico y un título europeo por defender. Eso significa gastar para viajar por Europa y el mundo con su entrenador. Hace poco hizo un llamado a patrocinadores en las páginas de un periódico de Londres. Mientras tanto, esta guerrera londinense sigue entrenando en KO Gym, dos veces al día, todos los días. Y trabajando cada vez más duro, hastq eu su cuerpo colapsa; hasta la próxima pelea.

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly.