Crimen y confesión de los huipas
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Hasta que un día del mes de abril de 1950, Vicente pasaba por la orilla del camino rumbo a Huatabampo; Eusebio hizo un gesto de alegría e inmediatamente avisó a Adelaido, Leonardo y Basilio del plan que tramarían. Basilio y Adelaido se quedarían en casa esperando la llegada de los tres al anochecer, mientras que Eusebio y Leonardo partirían detrás de la presa.En el pueblo buscaron al indicado entre las dos cantinas que frecuentaban, hasta divisar al borracho de Vicente, quien tomaba una botella de bacanora con algunos yoremes de la comunidad de la Loma; tomaron lugar junto a ellos, chupaban el agua ardiente babeado por todos entre bromas, insultos y enojos hasta el anochecer.Ya muy borrachos caminaron rumbo al mesón donde guardaban la vieja araña y el caballo, dirigiéndose rumbo al pueblo de Bacapaco en una noche oscura, sólo un tecolotillo los seguía volando alrededor de ellos por ese camino real rodeado de monte. Chebo se notaba tan tranquilo y de vez en cuando sonreía, Leonardo lo miraba de reojo. Como ya estaba muy noche nadie los miró cuando llegaron al pueblo.
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Al ver la seriedad del asunto, don Francisco fue por su sombrero y partieron a pie al ejido Moroncarit, con el comisario Vicente Ruiz para denunciar los hechos. El comisario los escuchó muy atento, ya había tantos desaparecidos en el mismo pueblo, y montando a caballo con rifle en mano se fue a investigar el caso rumbo a Bacapaco.
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Eusebio ya se encontraba nervioso; Adelaido, Leonardo y Basilio, sólo callaban con la mirada hacia el suelo, sujetados de manos y pies con cuerdas de ixtle bastante resistentes y con la multitud alrededor, esta vez ya no habría escapatoria. En el brazo del pino que le había gustado a don Felipe para construir el castillo, los colgaban para que confesaran sus crímenes, la yoremada vociferaba maldiciones contra ellos, mas el maldito de Eusebio se reía a carcajadas como si no le importara el dolor o la asfixia, y más temor entró a los presentes cuando el brazo del árbol se partió por la mitad y con un gran estruendo cayó al suelo junto con el Chebo.
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Huipam Yólüturia Entok Jabe Sussuayo
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