Sexo

Perdí la mitad del pene por el cáncer y así es como tengo relaciones sexuales

“La primera consecuencia fue la falta absoluta de sensibilidad”.
sex after penile amputation cancer
Ilustración por Cathryn Virginia 

No todos los hombres nacen con pene. Y el pene no es el centro de la identidad de género o la vida sexual de todo hombre. Son muchos los hombres que obtienen el mismo placer, si no más, de la estimulación de la próstata o de otras zonas erógenas a menudo olvidadas. Incluso los hay que llegan al extremo de someterse a una intervención para retirarse el pene, no porque forme parte de un proceso de transición, sino porque no se sienten cómodos con su miembro y prefieren centrar su identidad masculina y placer erótico en otras partes de su cuerpo.

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Sin embargo, para la inmensa mayoría de los hombres nacidos con pene, este órgano lo es todo: no solo el centro de sus experiencias sexuales, sino el pilar sobre el que se sustenta su identidad y sentido de la autoestima. Por tanto, no es de extrañar que perder el pene o parte de él debido a enfermedades como el cáncer o a alguna lesión pueda tener consecuencias devastadoras.



Las personas a las que han amputado el pene suelen presentar cuadros graves de ansiedad y depresión, por lo general derivados de un sentimiento de castración o de la preocupación por no ser capaces de desempeñar sexualmente en las relaciones íntimas. Según unos pocos estudios de ámbito limitado realizados en personas sometidas a una amputación parcial, algo más de la mitad de los sujetos seguían pudiendo tener erecciones.

Sin embargo, dado que la sensibilidad del pene suele concentrarse en el prepucio, el frenillo y el glande, las personas con miembros amputados no suelen sentir placer durante la penetración y no son capaces de mantener una erección de forma prolongada sin recurrir a fármacos. Por lo general, tampoco reciben sexo oral ni ningún otro tipo de estimulación del pene. La incapacidad de obtener placer mediante el pene a menudo lleva a las personas con amputaciones parciales o totales a abandonar del todo el sexo.

"La sensibilidad del pene suele concentrarse en el prepucio, el frenillo y el glande, las personas con miembros amputados no suelen sentir placer durante la penetración y no son capaces de mantener una erección de forma prolongada"

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Pocas veces se habla de las dificultades a las que deben hacer frente estas personas, en parte porque las amputaciones de pene son relativamente poco frecuentes. La mayoría de ellas son el resultado de un cáncer de pene, una enfermedad rara cuyo tratamiento sin necesidad de recurrir a intervenciones quirúrgicas importantes está cada vez más avanzado. Unas pocas amputaciones se deben a lesiones físicas, como laceraciones tan desastrosas que los médicos no fueron capaces de recomponer el pene o casos de personas que no han encontrado el miembro arrancado o cortado para su recomposición.

Hay uno o dos casos de estrangulación del pene por algún objeto que impide el flujo sanguíneo al miembro, cuyo tejido acaba necrotizándose, o casos graves de priapismo (erecciones dolorosas que duran más de cuatro horas y que también pueden acabar provocando necrosis).

Tampoco se habla demasiado de cómo es la vida de las personas que han sufrido la amputación del pene, ya que muchos la perciben como un tema tabú o incómodo. Las pocas conversaciones públicas al respecto tienden a centrarse en las supuestas virtudes de la cirugía reconstructiva. La faloplastia, practicada por primera vez por un cirujano ruso en 1936 utilizando cartílago de una costilla, suele consistir en estirar lo que queda de la uretra y tomar nervios, piel, cartílago, vasos sanguíneos y músculos del brazo o el muslo para crear un falo en el que muchas veces se implanta una bomba para generar erecciones de forma artificial.

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El problema es que no todo el mundo es apto para someterse a este tipo de cirugía. Asimismo, la mayoría de quienes lo han hecho aseguran haber tenido complicaciones en el pene debido a las cicatrices en la uretra y lesiones en otros tejidos del miembro, y no sentirse a gusto con su nuevo aspecto. La mayoría solo recuperan parte de la sensibilidad, aunque algunos no la recobran en absoluto. Queda claro, por tanto, que no se trata de la solución universal que muchos creen.

"Acabé perdiendo la mitad del pene. Como no estaba circuncidado, el médico pudo usar la piel sobrante para hacerme una pequeña reconstrucción"

Recientemente, varias personas han empezado a explicar sus experiencias con la amputación del pene en la prensa, en plataformas como Reddit y en otros foros privados. Sus vivencias ayudan a otros en su situación a sentirse menos aislados, a superar la ansiedad y a lidiar mejor con el sexo y las relaciones. Algunos de ellos ofrecen consejos útiles para explorar otras formas de estimulación, como la de la próstata o el escroto, localizar áreas sensibles cerca de las cicatrices de la operación y comunicar su situación y sus necesidades a la pareja.

Pero pocas historias capturan la dinámica de la vida de una persona amputada desde las dos partes de una relación. Hace poco hablamos con Ellis, un hombre al que, en 2017, amputaron la mitad del pene debido a un cáncer, y su mujer Anne. (Ambos prefirieron usar pseudónimos por el estigma que pesa sobre esta intervención). Su historia no pretende ser una representación universal de todos los casos, sino más bien una mirada sincera y detallada de la medida en que una amputación puede trastocar la vida sexual de una pareja y de cómo es posible hallar formas de mantener la intimidad física y emocional después de la intervención.

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Ellis: Anne y yo nos conocimos en 1992. Yo tenía 16 años y ella, 21. Ninguno de los dos habíamos tenido otra pareja sexual, pero desde el principio, nuestra relación fue muy activa y atrevida. Por la mañana, cuando iba a clase, me escapaba a su casa y echábamos un polvo rápido. Después de terminar el instituto, íbamos a fiestas y lo hacíamos en la calle. Nos daba igual lo que pensara la gente.

Anne: Incluso nos liamos en un túnel de lavado.

Ellis: Sí, en un Fiero. Al final fui padre a los 20 años.

Anne: Diría que incluso después de eso seguimos siendo muy atrevidos.

Ellis: Bueno, el ritmo disminuyó un poco, pero es normal.

Una vez, de vacaciones en Escocia, en diciembre de 2016, estábamos haciendo el amor cuando noté un dolor agudo en el pene. Después de aquello me salió un puntito en la cabeza del pene.

Anne: Una marca roja.

Ellis: Era muy pequeño, de unos 2 mm de diámetro. En enero, había crecido hasta medir casi 1,5 cm. A mediados de febrero, medía 2,5 cm. Mi médico de cabecera me dijo que eran hongos y me recetó medicamentos para tratarlo. Pero no mejoraba. Al contrario, empeoraba cada vez más rápido. Al final volví al médico y me derivaron de urgencia al urólogo. El especialista me miró y en seguida supo lo que era. Me enviaron a un quirófano de urgencia y me hicieron una biopsia. Los resultados llegaron a los tres días, y el médico me dijo: “Tienes un carcinoma de células escamosas”. Pensaban que se iba a producir metástasis en los ganglios linfáticos.

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Nos dieron dos opciones: una era someterme a una penectomía; la otra era una intervención experimental con la que se conservaría más tejido del pene, pero la descarté por no ofrecer ninguna garantía de que eliminaría el cáncer. Yo soy el único que aporta ingresos a la familia. Mi mujer lleva 15 años sin trabajar por una enfermedad pulmonar restrictiva. Ante la idea de dejarla sola y sin nada, me decanté por la solución que garantizaba más posibilidades de supervivencia, en vez de la que ofrecía más calidad de vida. Pensé en probar porque posiblemente me tendrían que retirar una parte mínima.

"Lo primero que descubrí es que había perdido por completo la sensibilidad. Me resultó muy difícil aceptar que la cabeza del pene tuviera tanta sensibilidad"

Anne: La otra opción parecía muy dolorosa y extraña, y además estaba en fase experimental.

Ellis: El urólogo estuvo fuera una semana, pero el día que volvió, me pasaron al quirófano esa misma tarde, a las 19:00, y a las 21:00 ya me estaban operando.

Anne: No tuvimos mucho tiempo para digerir lo que estaba pasando. Yo sabía que la cirugía nos cambiaría la vida, pero no había pensado en las repercusiones. Cuando oyes la palabra cáncer, solo te preocupa la vida. El propio cirujano no estaba seguro de cuánto tendría que retirar.

Cuando se lo llevaron a quirófano, le pregunté al médico: “¿Se tendrá que quedar a dormir?”. “Oh, no, los pacientes no suelen necesitar pasar la noche aquí. Es como si te cortaras un dedo: no haría falta que te quedaras”, me dijo. Y yo pensé: Vaya, pues esto es muy distinto a cortarse un dedo. No me podía creer que hubiese hecho semejante comparación. Al final, Ellis tuvo que pasar la noche allí porque los médicos no sabían cómo reaccionaría a la anestesia. Yo no podía dejar de pensar en la comparación que había hecho.

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Ellis: Acabé perdiendo la mitad del pene. Como no estaba circuncidado, el médico pudo usar la piel sobrante para hacerme una pequeña reconstrucción. Se me hacía muy dura la idea de tener que estar entre un grupo de hombres muy masculinos en un vestuario, como estoy a veces. El urólogo me dijo: “Te voy a dejar estupendo para el vestuario”. Aquello me animó.

Tras la operación, vino la convalecencia.

Anne: Que fue muy dolorosa.

Ellis: Lo más doloroso quizá fue el catéter. Cuando me lo quitaron, fui a ver a un oncólogo que decidió practicar una disección doble de los ganglios linfáticos. Aquello también fue igual de malo. Me clavaron agujas en la punta del pene, donde había estado el tumor ⎯en el glande y la uretra⎯, y las llevaban hasta los ganglios linfáticos para comprobar si había células cancerosas. Los resultados decían que estaba limpio. Tras recuperarme de eso, ya podía empezar a retomar la actividad sexual.

Lo primero que descubrí es que había perdido por completo la sensibilidad. Me resultó muy difícil aceptar que la cabeza del pene tuviera tanta sensibilidad. Mi sexualidad siempre ha estado muy ligada al pene, y antes la masturbación me ayudaba mucho a liberar estrés cuando pasaba algo en el trabajo o así. Me aliviaba segregar endorfinas en la ducha o donde fuera. Ahora ya no puedo hacerlo desde hace tres años.

Anne: Tampoco creo que tenga deseo sexual ni sienta nada parecido al orgasmo.

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Ellis: Me cuesta tener y mantener erecciones, al no poder sentir nada. Antes podíamos pasarnos media hora teniendo sexo. Ahora, a duras penas aguanto tres o cuatro minutos.

Anne: El médico le dio viagra como ayuda. Y funciona, pero tiene efectos secundarios: dolor de espalda y de cabeza. Al día siguiente, siempre los tiene. Así que, siempre que podemos, optamos por un polvete rápido, que es más natural. A Ellis le gustan mucho el pecho. Le encantan los míos. Yo le digo, “¡Tócamelos! Sé que eso te prolonga la erección, aunque sea un minuto más”. Hay días que funciona y otros que no. También fuimos a un sex shop para buscar algo que le prolongara las erecciones. Encontramos algo, y aunque es un poco incordio tener que ponérselo y quitárselo, ayuda.

Una vez hablamos de someterse a una operación de aumento.

"Nos hemos tenido que contentarnos con lo que tenemos, que no es nada fácil, la verdad. Sobre todo para él"

Ellis: Una de las opciones que me propuso el urólogo fue una bomba que se implanta en el pene para inflarla y mejorar la erección. Lo malo es que la sensación es muy distinta. Al final la cosa no pasó de esa conversación.

Anne: Cuando lo hablamos, pensé: Si no va a conseguir sentir nada, no vale la pena que pase por otra operación. No es justo.

A veces todo fluye y otras, el sexo no funciona. Nos hemos tenido que contentarnos con lo que tenemos, que no es nada fácil, la verdad. Sobre todo para él.

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Ellis: En el sexo, intento dar placer a Anne, pero si hago un mal gesto y la saco, ni siquiera me entero de que ya no estoy dentro. En el peor de los casos, es como seguir una rutina que ni siquiera sabes si funciona.

Anne: Todo esto le ha hecho sentirse mal. Yo le digo: “No te sientas mal. Disfruta lo que puedas. Y si a partir de ahora somos los reyes de los polvos rápidos, pues bienvenido sea”.

Para mí, uno de los mayores cambios ha sido el sexo oral. Disfrutaba mucho dándole placer, pero ahora es… ¿inútil? Ya no siente lo que antes.

Seis meses después de la penectomía, en una visita de control, el médico le dijo: “Puede que recuperes la sensibilidad en el pene. O puede que no”. Así que no habrá que perder la esperanza.

Ellis: Dijo que, aunque volviera, no lo haría como antes. Hasta ahora, lo único que siento es un dolor agudo. Es una de las cosas que más preocupan a Anne cuando intentamos tener sexo: el dolor.

Anne: No sé si el médico nos estaba dando falsas esperanzas o qué.

Ellis: No es que un día los nervios vayan a crecer de nuevo milagrosamente y recuperes la sensibilidad. Saber que nunca volverás a sentir nada te afecta.

Anne: Cuando asumió que no recuperaría la sensibilidad, pasó una etapa de mucha furia. Y es justo, faltaría más. Pero hablar del tema era muy difícil. Por mucho que me contara, no podía… No soy un tío. Quiero entenderlo, pero no lo consigo del todo. Recuerdo que pasó por un montón de estados de ánimo y tuvo depresión. Fue complicada la convivencia en esa época. Yo tenía que ser comprensiva, claro, porque él estaba pasando por algo que escapaba a su control.

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Ellis: El sistema de salud no estuvo a la altura en lo que respecta a los cuidados de salud mental. No recibí ningún tipo de asistencia. He encontrado un foro de hombres con cáncer de pene, pero tuve que dejarlo porque eran historias iguales a la mía. Me di cuenta de que era gente que escribía desde hace tres o cuatro años pero que ahora ya no publican nada. Este es ya mi tercer año.

En un par de meses me haré otra operación para corregir partes de la anterior, lo cual quiere decir que perderé más pene. Es duro pensar que esto pueda ser algo constante y que vaya a ir perdiendo cada vez más.

"A mí me motiva esa necesidad de tener contacto físico. Pero a ella le bastaría con que nos acurrucáramos, supongo"

Anne: Hay tipos que hablaban de que sus mujeres los dejaron y cosas así. A Ellis le preocupa eso. Siempre le he dicho que yo no me voy a ir, que estoy a su lado. Comentamos la posibilidad de ir al psicólogo, pero al final la descartamos. Echando la vista atrás, tal vez debíamos haber ido, aunque ni siquiera sabría por dónde empezar a buscar a alguien especializado en esto.

Ellis: En internet tampoco encontré orientación sobre cómo lidiar con el aspecto del sexo. Muchas de las historias eran de hombres ya mayores para quienes el sexo no era tan importante ni frecuente. Algunos decían que estimulaban a sus mujeres con la mano. Lo probé, pero por desgracia, Anne tiene muchas cosquillas y al final, cuando yo me empiezo a excitar haciéndole cosas, ella me dice que pare. Entonces, todo el deseo que se hubiera generado desaparece y volver a ese punto es casi imposible.

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Anne: Hemos tenido que aprender a comunicarnos de otra forma. A los veintitantos, el sexo no es ningún problema, pero ahora la cosa ha cambiado.

Ellis: Por ahora, no he sabido encontrar el mismo placer que sentía con el pene en otras partes de mi cuerpo. Pero seguimos explorando. Ahora me excita que Anne esté más abierta en el ámbito sexual. Antes casi nunca hablaba del tema.

Anne: No suelo ser de las que saca el tema a colación.

Ellis: Sí, eso ha cambiado ahora. Anne ha salido de su zona de confort en ese aspecto.

A mí me motiva esa necesidad de tener contacto físico. Para Anne, es menos importante. A ella le bastaría con que nos acurrucáramos, supongo. Aunque ahí también hemos tenido problemas, debido a su enfermedad. Ella duerme en una cama especial y yo en una indnvidual, por lo que dormir acurrucados… Yo lo llamo tumbarnos en el interior del Gran Cañón.

Anne: Aun así, lo intentamos, porque el ser humano necesita esa conexión. Quizá no lo hagamos con la misma frecuencia, pero así podemos conectar.

Si Ellis me dijera que ya no quiere tener más sexo, me quedaría un poco decepcionada, sin duda, pero entendería sus razones y no lo presionaría. Pero como es él el que quiere intentarlo, yo encantada. Eso sí, me entristece que él no obtenga nada de esto. Me hace sentir un poco culpable. Pero esa conexión es importante, desde luego.

Elllis: Me gustaría decir que las cosas están mejorando, pero no lo veo así. Así que seguiremos intentándolo y llegará un momento en que el sexo ya no sea tan importante.

He encontrado otras motivaciones. Soy un loco de la velocidad. Nos hemos comprado un coche deportivo para viajar juntos. De vez en cuando nos vamos a dar un paseo por alguna carretera secundaria y lo pasamos bien. Ha sido, en parte, el sustituto de la masturbación para aliviar el estrés. Y ella también se lo pasa bien. Es lo único que podemos hacer, encontrar formas de seguir unidos.