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Marca España

Las sobradas declaraciones de Rajoy en la Audiencia Nacional

Mariano hoy ha estado pletórico, incluso excesivamente subido.

Hoy ha sido el día en el que Mariano Rajoy ha declarado como testigo en el "caso Gürtel", esa cita que no se sabía muy bien si se haría a través de una pantalla de plasma o si ni siquiera se llevaría a cabo. Finalmente, el actual presidente del gobierno, ha tenido el honor de ser el primer presidente en activo que acude como testigo y es obligado a decir la verdad en sus declaraciones, pese a la ambigüedad de la palabra verdad.

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Semanas antes, Rajoy se había reunido con los abogados del PP para elaborar una estrategia que fuera más allá del supuesto desconocimiento de los hechos o de los posibles problemas de memoria, por lo que ya se esperaba que —como así ha sido— el presidente jugaría la carta de la falta de responsabilidades sobre la gestión financiera del PP, limitando sus responsabilidades a cuestiones puramente políticas.

La declaración no ha servido para nada, excepto para evidenciar la vergüenza de que nuestro presidente haya tenido que sentarse a testificar

En el día de hoy, media España ha estado pendiente de estas declaraciones, afilando sus cuchillos para capturar y despedazar cualquier indicio de error sintáctico en la oratoria rajoyana (como viene siendo habitual). El tipo —Mariano— lo tenía difícil pues todo el mundo deseaba con todas sus fuerzas el error.

Pero lo más sorprendente del día de hoy es que Rajoy ha estado brillante. Me jode la vida profundamente decir esto pero es que es la verdad. Hoy, la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares, se ha convertido en un patio de colegio en el que los letrados, el juez y Mariano Rajoy han concatenado varias peleas lingüísticas en una especie de pelea de gallos; y la verdad es que en algunos momentos el tipo se ha lucido.

Al sentarse en el estrado, el testigo ha empezado a dar golpecitos sobre la mesa, más que de intranquilidad, de total soltura, como el que está esperando una caña en la barra del bar. Antes de empezar, algunos letrados han emitido quejas sobre el privilegio indebido del testigo de ocupar un espacio en la sala que debería estar limitado a los jueces y magistrados, pues Rajoy, al asistir en calidad de ciudadano español, debería haberse posicionado en el habitual banquillo de los testigos. La queja le ha generado una absoluta indiferencia al juez.

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En fin, estas son las perlitas que ha soltado Rajoy en algunos momentos de la declaración:

Cuando un letrado le ha recriminado que "Es un poco una contestación gallega" el tipo no ha vacilado en espetar "La contestación tiene que ser gallega porque no podría hacerla riojana".

Un letrado ha comentado: "Si usted manifiesta que no recibía de ninguno de estos cargos del Partido Popular ninguna cantidad en B por parte del tesorero, tampoco recibía ningún sobre con esa cantidad, evidentemente". Entonces Rajoy ha contestado: "No parece un razonamiento muy brillante", consiguiendo las risas de los allí presentes y esculpiendo una extraña sonrisa en su rostro.

En el momento en el que el juez le ha recriminado a un letrado que cierta pregunta no ha sido pertinente y que el testigo no tiene porque contestarla, Rajoy se ha venido arriba y ha dicho que "Puedo responder". El juez le ha mandado callar con un 'no'. Sin duda estaba sembrado.

Ante preguntas de naturaleza económica con las que anteriormente ya había comunicado que él no tenía nada que ver, no ha dudado en esgrimir que "Jamás, no sé si se habrá confundido de testigo".

De la misma forma, cuando un letrado ha pedido más explicaciones, Rajoy ha contestado tranquilamente que "Ya se lo he explicado con meridiana claridad". Frase comodín que ha utilizado un par de veces.

En fin, aparte de estas pequeñas perlitas, la declaración no ha servido de absolutamente nada. Bueno, excepto para evidenciar la vergüenza de que nuestro presidente haya tenido que sentarse a testificar, síntoma de que el PP no está pasando por el mejor de sus momentos.