Free Convict: Un rayito de luz dentro de la oscuridad en las cárceles venezolanas

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Música

Free Convict: Un rayito de luz dentro de la oscuridad en las cárceles venezolanas

Conoce la historia de este grupo que, en las condiciones más difíciles, logró encontrar su voz a través del rap.

Deiker Carvajal no debió confiar en su "amigo" cuando éste le pidió que llevara un paquete. En el medio del mandado, Deiker terminó en el lugar equivocado en el momento equivocado. Este favor le costó la libertad.

Deiker es joven. Tenía apenas 18 años cuando cayó en prisión. El error le pesó. Sus primeros días dentro los vivió mal. Estaba enojado, de mal humor. No quería hacer nada. Y hasta dejó de rapear, algo por lo que era conocido en su barrio cuando estaba libre. Fue en más de una ocasión, las veces en las que los compañeros que sabían de su habilidad lo llamaban para echar una lírica. Para hacer un beat. Para que dejara la apatía y comenzara a rapear. Un día tanta insistencia funcionó.

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Deiker es uno de los 15 integrantes de Free Convict, un grupo de hip-hop que nació en las entrañas de una de las cárceles más violentas de Venezuela: La Penitenciaría General de Venezuela, mejor conocida como San Juan.

A pesar de lo que puede pensarse, Free Convict no es un grupo de convictos cantando sobre armas, mujeres y dinero. No. Es una filosofía de vida. Un proyecto social que salvó la vida de 15 jóvenes que alguna vez residieron en la cárcel de San Juan de los Morros, ubicada al noroeste de Venezuela. Esta iniciativa nace allí, en el centro del penal. En un lugar que era conocido como la canchita, donde a la hora del receso estos amantes del rap se juntaban a improvisar.

Un domingo por la mañana, durante la hora de visita, Jacqueline Torres —conocida como Queen Rose— se encontraba en el penal visitando al padre de sus hijos, el rapero Chotman. A estos dos jóvenes los une más que un lazo familiar. Ambos son amantes del arte de rimar versos.

Ese domingo, durante una conversación entre Chotman y Queen —quien ya venía desarrollando su carrera artística— se dieron cuenta del gran potencial que tenían muchos de los hombres que allí se encontraban. Esa misma tarde reunieron a algunos de ellos y así plantearon un proyecto cultural que empezó con solo tres raperos y que pronto se expandió hasta los quince integrantes.

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Usualmente, los jóvenes que se encuentran tras las rejas tienen algo en común: vienen de hogares pobres y poco educados. Para muchos de ellos, el asesino, el ladrón, o aquel que porta un arma, es el único modelo a seguir desde edad muy temprana.

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Elio DeVoz tiene cinco años presos. Tiene 25 años y viene de una familia rota. De niño su madre jugó dos roles: madre y padre. Su padre fue asesinado cuando él apenas era un niño. A Elio no le gusta hablar del tema. Para ayudar en su casa, comenzó a trabajar desde muy joven.

— Y ahí fue cuando caí en los caminos que me llevaron a la cárcel.

A San Juan llegó en el 2012. Primera vez que caía preso. Nervioso al principio, ya que nunca había pisado un penal en su vida. Él se lo imaginaba como en las películas, con barrotes y todo. Pero las cárceles venezolanas son diferentes. Abarrotadas, sucias y anárquicas. Suelen parecerse más a los barrios de dónde provienen muchos de los jóvenes que allí pagan condena. Pero esta misma anarquía fue el componente ideal para que Free Convict pasara de ser un grupo de muchachos que improvisaban frases en su tiempo libre, a un grupo de raperos que montaron un estudio de grabación dentro de la cárcel y cuyo primer álbum está a punto de salir al mercado.

Andrés Figueredo tiene 25 años. Los raperos le tienen más de un apodo. Economista de profesión, hoy en día es el productor ejecutivo del grupo. Allá por el 2012, visitó San Juan por primera vez. Fue debido a un proyecto social que llega a la cárceles en un primer lugar. Y por cosas de la vida, entre toda la población penal que allí residía, se encontró con los raperos. Encontró talento donde nadie pensó que habría.

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— Ellos soñaban con tener un estudio y poder grabar. Con ayuda de algunos contactos en el mundo de la música conseguimos el dinero necesario para construir un estudio de grabación dentro de la prisión.

Empezó como un proyecto simple y pequeño, que eventualmente evolucionó hasta llegar donde están hoy.

— Estamos muy cerca de lanzar el primer álbum, cuenta Figueredo.

Después de muchos años de lucha, sacar el proyecto a flote no ha sido la única prioridad de los productores. Figueredo y su socio, Mauricio Gomez, han tratado de hacer de éste más que un grupo musical y convertirlo en un verdadero proyecto de rehabilitación y reinserción social.

Según Figueredo, la población venezolana que escucha hip hop es también la misma población susceptible a caer en el mundo del crimen.

— Son jóvenes entre los 15 y 25 años que no ven una salida a su situación, más allá que la delincuencia. La idea es que ellos no solo puedan identificarse con éstos 15 raperos, pero que también su música sirva como una advertencia de lo que puede pasar si continúan por ese camino.

Y los mismos raperos dan este mensaje en uno de sus videos promocionales: "Aunque somos parte del problema, traemos soluciones" dicen en el video.

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"Al principio no fue sencillo" recuerda Figueredo. Y es que tratar de poner disciplina dentro de un lugar donde no existen reglas, donde no hay guardias más allá de los muros y donde todo se rige bajo los códigos criminales, no es un trabajo sencillo.

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— Pero cuando empezamos a ver que los chicos pasaban de decir quiero seguir siendo ladrón, a decir soy un artista, quiero cantar, esta es la vida que yo quiero… Esa es una transformación muy positiva, cuenta Figueredo.

A lo largo del proyecto algunos se quedaron pagando su condena. Otros obtuvieron finalmente su libertad. Pero incluso para los que estaban afuera durante el proceso de grabación fue difícil volver al infierno donde sufrieron tanto.

Edgar Ramírez, 26 años,tiene ya casi dos años en libertad. Para Edgar —conocido como El As— volver fue un gran reto. Al entrar sintió un rush de adrenalina, la última vez que había entrado por esas puertas estaba detenido y ese primer día de grabación entraba como una visita más. Algo que nunca había hecho.

— No fue fácil, pero lo hice por ellos, dijo Ramírez, refiriéndose al resto de los raperos a quienes hoy llama sus hermanos, y que para el momento aún se encontraban privados de libertad en San Juan.

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Desde el 2014 Venezuela ha estado viviendo una profunda crisis que ha vaciado los estantes de sus abastos y ha dejado a muchos en condición de pobreza. En lo que alguna vez fue el país más rico de América Latina, hoy la inflación es galopante. Se espera que aumente a 1.660 por ciento este año, según el Fondo Monetario Internacional.

Esta misma crisis, tanto económica como social, se ha esparcido hasta el sistema penitenciario, donde las revueltas carcelarias son cada vez más comunes. La situación es tan anárquica, que algunas prisiones han tenido que cerrar sus puertas debido al grado de violencia. San Juan no fue la excepción. En octubre del año pasado la Penitenciaría General de Venezuela cerró por completo sus puertas.

Hoy, el destino de los 10 miembros de Free Convict que aún no están en libertad es incierto. Todos fueron transferidos a diferentes prisiones alrededor del país y el estudio fue desmantelado. Aquellos que se encuentran en libertad siguen luchando desde afuera para mantener la música sonando. El lanzamiento del álbum y la continuidad del proyecto es la motivación para los que esperan pacientemente su libertad.

(Todos los videos y la foto principal tomados del Facebook de Free Convict).