Metal Gear: Yo me cargué al puto Psycho Mantis

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Metal Gear: Yo me cargué al puto Psycho Mantis

Aprovechamos el lanzamiento mundial de "Metal Gear Solid V The Phantom Pain" para repasar una saga que nos ha dejado flipados desde el primer título.

Cada vez que veo un tráiler del nuevo videojuego de moda que está por salir pienso lo mismo: vaya gráficos, qué banda sonora, ojalá saquen la peli en breve… Después pienso unos segundos y vuelvo la vista atrás, yo con mis treinta y pocos habiendo saltado generacionalmente por casi todas las consolas habidas y por haber. Esa NES de 8 bits que llegó inesperadamente una Navidad y que cambió mi percepción del mundo para siempre. Sí, joder, tenía una pistola, disparaba a una pantalla de tubo y los patos pixelados caían al suelo como rosquillas. Después llegó la Super Nintendo, "el cerebro de la bestia", unos gráficos increíbles, un catálogo de juegos interminable, horas de diversión… Pero yo, en calidad de futuro guionista y gran lector, seguía echando en falta algo más. Una buena historia, un guión "sólido", un personaje que dijese aquí estoy yo y tengo los cojones como cabezas de enano, seguramente influenciado por la pubertad y por las pelis de Schwarzenegger. En 1994, Sony, esa empresa que todos conocíamos por tener su logo en nuestro Walkman y en la cámara de vídeo con la que nuestros padres flipaban y nos grababan 24/7 mientras leíamos, comíamos, incluso dormíamos, le dio una bofetada al mundo (cuando hablo del mundo hablo básicamente de Nintendo y de Sega que eran los que partían la pana y se partían la cara en la industria del videojuego por entonces) cuando presentó PlayStation.

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Esa máquina nos descubrió a todos una nueva dimensión figurada y literal. ¿Quién no flipó con las aventuras de ese Dingo que parecía Indiana Jones y que dejaba a nuestro fontanero favorito a la altura del betún porque corría y saltaba hacia adelante y no de izquierda a derecha? Llegaron los polígonos y hasta a los de Letras nos gustaban. Fue esa época de hacer muchos viajes a Cuatro Caminos a comprar juegos piratas, y esto conviene explicarlo bien. Sí, la 'Play' fue la primera consola en la que al poner un chip en un chino podías meterle CDs que comprabas en un establecimiento tapadera en el que no vendían absolutamente nada a priori.

Tú entrabas, dabas el nombre del juego que habías dejado encargado a un contestador que solo emitía un pitido, un misterioso tipo te cobraba y te llevaba hasta una pequeña trastienda donde había pilas de ordenadores con 10 cedeteras cada una tostando juegos a la velocidad de la luz y acto seguido amablemente te invitaban a abandonar el establecimiento. Después de sentirte como si pillaras crack en el Bronx, salías con el juego de rigor y una fotocopia en color horrenda de la portada escondida dentro de tus pantalones. Pues bien, en una de esas ocasiones salí de dicha tienda con un título extraño, que todas las previews de las revistas especializadas por entonces proponían como uno de los mejores juegos de la historia. Ni siquiera aquellos editores sabían a día de hoy hasta que punto tenían razón. El juego era Metal Gear Solid (Tactical Espionage Action) Cuando iba de camino a casa en el metro, decidí abrir la caja y cuál fue mi sorpresa al ver dos CDs. En el momento pensé: "Se habrán equivocado. Bueno dos copias así puedo quedar bien con algún colega". Poco podía yo sospechar que después de un épico enfrentamiento con una bella, cautivadora y mortífera francotiradora llamada Sniper Wolf hasta arriba de Diazepan la pantalla fundiría a negro y un rótulo surgiría de la nada invitándome a introducir el segundo CD. No podía creerlo, la cantidad de información que tenía esa historia cada segundo que pasaba me dejaba con la boca más abierta que un buzón de correos no cabía en un solo CD. Pero bueno no nos saltemos nada. Muchas cosas pasaron al introducir el juego en la consola. Lo primero que me dejó catatónico fue su presentación. En ella veíamos a nuestro héroe Solid Snake, infiltrándose en un mini submarino a la base secreta de Shadow Moses siguiendo las instrucciones de su superior, el Coronel Roy Campbell. Su misión: rescatar al jefe DARPA Donald Anderson y desactivar la amenaza nuclear del tanque móvil secuestrado Metal Gear Rex. La música, los planos y los créditos cinematográficos… Estaba pasando, por fin estaba jugando una película.

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Si hablamos de Metal Gear dos nombres cobran máxima importancia. Uno es David Hayter, este señor al que podríamos llamar el Constantino Romero del videojuego (además de ser el guionista de pelis como X/men o Watchmen)es quien ha puesto voz a nuestros dos héroes protagonistas, Solid Snake y Big Boss, en todas las entregas de Metal Gear. El otro nombre, al que sin duda tanto le debemos los gamers, es al genio Hideo Kojima, que a sus 50 y pocos lleva una vida consagrada a la saga desde el primer Metal Gear de NES en 1987 hasta su despedida de la misma con el titulo que ahora llega a nuestras casas Metal Gear Solid V The Phantom Pain.

Su asociación con la empresa japonesa Konami ha sido uno de los tándems más fructíferos de la industria de los videojuegos, hasta el día de hoy que parece que el divorcio entre ambas partes es irrevocable. El bueno de Hideo cambió los videojuegos de acción tal y cómo los conocemos e incorporó un elemento que hasta entonces solo estaba destinado al género de aventura gráfica y Rol. Kojima, si no introdujo la narrativa, sí que le dio una cabida primordial. La historia por fin era el eje central del juego y el guión era la piedra angular de esa historia. Es indiscutible el valor de su aportación a una industria que ya genera más beneficios que el cine y en la que se invierten presupuestos casi tan altos como el del más caro de los blockbusters.

Kojima también nos regaló un nuevo estilo de juego. Hasta la fecha todo lo que hacíamos en un videojuego era desplazarnos con la cruceta y con dos de los botones del pad saltábamos y disparábamos contra todo lo que se moviese. Metal Gear Solid cambió todo eso, no tenías que ir matando malos por doquier (que ojo, también podías), el principal objetivo y aliciente del juego era la infiltración pura y dura. Llegar a tus objetivos sin ser visto, algo inaudito hasta la fecha. Esos objetivos te hacían recorrer de cabo a rabo la base secreta de Shadow Moses donde según avanzabas, te enfrentabas a los esbirros de tu archienemigo, hermano y clon Liquid Snake. Después de enfrentarte a Revolver Ocelot, Vulcan Raven, Sniper Wolf y Psycho Mantis (que ya demostraba su habilidad de telépata cuando te pedía que dejases tu mando en el suelo y lo movía aprovechando la vibración del primer Dualshock como elemento narrativo) te enfrentabas a Liquid para impedir el lanzamiento de misiles nucleares desde el tanque móvil Metal Gear Rex. En una encarnizada y fraticida lucha a muerte. Por supuesto no falta la chica, Meryl, el ayudante listo y friqui Otakon, y el amigo seducido por la fuerzas del mal en forma de ciber-ninja, Gray Fox. Años después fueron llegando las secuelas para las nuevas generaciones de consolas manteniendo la calidad por todo lo alto. Primero fue Metal Gear Solid 2. Sons of Liberty para Play Station 2 donde el protagonista principal es Rayden un ninja guaperas de melenas de plata al que le faltan unos cuantos vasos de bourbon para llegar al carisma y a la gutural voz de Solid Snake, al que por suerte también manejas durante gran parte del juego. Después la precuela y para muchos el gran tapado y mejor juego de la saga (no para servidor). La historia de Big Boss, el padre de los Enfants Terribles Solid y Liquid. Ambientado en pleno conflicto nuclear de la Guerra Fría. En Metal Gear Solid 3 Snake Eater ; los elementos tecnológicos y futuristas de las entregas anteriores fueron sustituidos por la naturaleza y la intemperie al desarrollarse toda la trama en un ambiente selvático.

Por último, y ya para Play 3, llego Metal Gear Solid 4. Guns of Patriots donde asistimos a la última misión de un viejo y decrépito Solid Snake, que no se quiere marchar a dormir sin hacer un poco mas de ruido. También han sido varias las adaptaciones al mundo portátil, que aunque consideradas obras menores son buenos complementos para rellenar los huecos de la historia de sus hermanos mayores. Peace Walker o Portable opps son algunos buenos ejemplos de ello. Y ya nos plantamos en este mes, en el que el círculo se cierra, la despedida de Kojima de la saga. El último Metal Gear está aquí y según dicen parece que es el cierre épico de una saga que a muchos nos cambio la manera de entender los videojuegos para siempre. Metal Gear Solid V. The Phantom Pain ha llegado y yo no puedo esperar a sentarme y volver a adentrarme en el mundo de los Patriots, de Big Mamma, de "los Filósofos", de camuflajes en una caja, de cambiar la fecha en tu Play para acabar con un enemigo invencible para que muera de viejo, de Foxhound… Pero sobre todo no puedo esperar para adentrarme en el mundo de Solid y Big Boss, esos héroes anónimos que, aunque no todo el mundo lo sepa, han salvado el mundo más veces que Bruce Willis.

Así que me voy a la tienda, que aunque estoy sin un duro me he venido arriba escribiendo esto y sí soy de esas pocas personas que puede afirmar con orgullo que: "¡Me cargué a Psycho Mantis (con el mando 1)".