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Las ‘influencers’ que nunca beben agua

Alise y Sophie son dos ‘influencers’ que, como muchos otros, prefieren hidratarse a través de lo que comen.
#nowater influencers
Imágenes vía Instagram

No hay forma de escapar del algoritmo de Instagram. Pensado para mostrarte una y otra vez el mismo contenido que ya has pasado horas viendo, mientras mueves el dedo mecánicamente para desplazarte por la aplicación. Mi feed está lleno de influencers que presumen de dietas detox y youtubers que intentan venderte la moto con productos que no funcionan.

Puede que por esa razón me saliera en sugerencias la cuenta de Alise Miksta, que está llena de fotos de viajes por el mundo, clases de yoga y topless en la montaña. Una vida de ensueño. Sin embargo, no es una cuenta de salud y bienestar al uso con fotos de dietas crudiveganas o mindfulness. Alise va un paso más allá. El pasado verano, mientras vivía en Londres, comenzó a publicar contenido sobre su nueva dieta, en la que ha decidido renunciar por completo a beber líquidos y, en su lugar, comer fruta con alto contenido en agua.

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Por si no fuera suficiente, alterna este régimen con periodos de “ayuno seco”, en los que pasa hasta 24 horas sin comer ni beber nada. En una de sus publicaciones se leía: “Acabo de hacer 24 horas de ayuno seco por primera vez, (sin contar 5 sorbitos que le he dado a un té verde sobre las 11:00 porque hacía mucho frío) y estoy entusiasmada.

Pero Alise no está sola; sigue a otras mujeres que, como ella, difunden este estilo de vida en las redes sociales. Pero no es lo único que les une: todas ellas están delgadas, bronceadas y viven en unas vacaciones eternas. No parece que la dieta les haga ningún daño, pero los expertos advierten de que promocionar este tipo de comportamientos podría ser potencialmente dañino para sus seguidores, que se cuentan por miles.

Alise es una treintañera de Letonia que reside actualmente en Dubái. Hace cinco años viajó a la India a un asram, un tipo de monasterio hindú, donde conoció a un gurú que le dijo que llevar una botella de agua a todas partes estaba “muy de moda en Europa”, y añadió: “Tú no necesitas hacer eso”.

“Creo que el agua no hidrata, solo limpia”, me cuenta Alise. “Por eso, si comes fruta y verdura crudas, no necesitas agua”.

A pesar de que afirma que el agua embotellada es “probablemente tóxica y está sucia” y que lo de beber dos litros al día es “todo un negocio y puro marketing”, Alise no ha dejado de beber por completo y estima que ha reducido la ingesta hasta un 90 por ciento. Sin embargo, para Sophie Prana, una profesora de yoga de 35 años, renunciar al agua ha sido un reto personal y asegura no haber bebido nada en un año.

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“Creo que el agua no hidrata, solo limpia”

Lo lleva a rajatabla y espera poder difundir su mensaje a través de su cuenta de Instagram. Noto la pasión en su voz mientras me cuenta su experiencia por una llamada de WhatsApp desde su casa en Tailandia.

“Es lo mejor que he hecho en la vida”, dice. “Si llevas una dieta occidental normal y tomas sal y grasas cocinadas, no beber agua puede ser muy perjudicial, pero yo ahora sigo una dieta crudivegana, así que me hidrato con el ‘agua viva’ de las frutas, como el melón o el coco, y he dejado de beber el agua vacía de las botellas y grifos. El agua viva te hidrata, pero el agua embotellada no tiene nada. Son las compañías de agua las que nos dicen que tenemos que beber todo el rato”.

Aunque “agua viva” suene a alguna chorrada inventada por Gwyneth Paltrow, tiene cierta base científica. “Sabemos que no nos hidratamos solo con vasos de agua; también con cosas como los pepinos, la sandía y ese tipo de alimentos ricos en agua”, explica Haleh Moravej, profesora titular de Nutriología en la Universidad Metropolitana de Mánchester.

En ciertas situaciones, como cuando hacemos ejercicio, señala Moravej, el agua de los vegetales puede reponer los minerales que ha perdido nuestro cuerpo: “Algo como el agua de pepino sería mejor que el agua del grifo por los electrolitos, porque cuando haces deporte pierdes sal. Los pepinos son una gran fuente de potasio y mucho más provechosos a la hora de hidratarnos en comparación con el agua”.

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Sin embargo, Haleh aclara que una persona normal necesita complementar este tipo de alimentos con líquidos. “Los dos líquidos esenciales para hidratarnos son la leche y el agua. Eso es lo que he visto en mis años de investigación y experiencia”, dice. “Yo suelo aconsejar a la gente que tome entre cinco y diez raciones de frutas y verduras al día, pero que consuma suficientes líquidos como agua u otro tipo de bebidas hidratantes”.

“Nuestro cuerpo es un 70 por ciento agua… podría ser desastroso

Esta idea de hidratarse solo “comiendo” agua no la apoyan solo influencers en Instagram. El Dr. Howard Murad, profesor de medicina en UCLA y autodenominado “padre del bienestar moderno”, escribió un libro llamado The water secret [El secreto del agua] en el que asegura que comer alimentos que contienen mucha agua es mejor que simplemente beber más.

El Dr. Murad sugiere que beber demasiada agua puede propiciar la expulsión de vitaminas y minerales de tu cuerpo, mientras que el agua de los alimentos y las “vitaminas, minerales, encimas, antioxidantes y sustancias fitoquímicas” que contiene se absorben más lentamente y permanecen en el cuerpo por más tiempo. Un estudio llevado a cabo por investigadores del Colegio Médico de Aberdeen llegó a una conclusión similar.

“La idea de beber agua es mantener la hidratación celular, lo cual da mejores resultados si se hace comiendo el agua, porque así se libera poco a poco mientras digieres la comida, en vez de en una sentada, que es lo que ocurre cuando bebes agua”, me cuenta el Dr. Murad. “A menos que estés deshidratado por el calor, por hacer ejercicio o porque estés enfermo, el agua entra y sale de tu cuerpo como si nada”.

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Pregunto a Elaine Anderson, dietista autónoma que lleva décadas en el sector, y a Haleh Moravej si conocen algún estudio que respalde esta dieta. Ambas contestan que no y señalan que va en contra de todo lo que aconsejan las instituciones sanitarias, entre ellas la Organización Mundial de la Salud, el Colegio Médico de Harvard y cualquier otro sitio web relacionado con la salud.

“Yo aconsejaría a la gente que no dejara de beber agua”, dice Haleh. “Nuestro cuerpo es un 70 por ciento agua… podría ser desastroso. La hidratación es vital para la concentración, el estado anímico y el bienestar, además de para la actividad física. Necesitamos que el agua rompa los nutrientes, lo necesitamos para nuestro metabolismo […] Hay muchas más pruebas de que la deshidratación no es buena”.

A pesar de la falta de evidencias científicas, tanto Sophie como Alise aseguran no haber tenido ningún problema.

“Dejé de tomar sal y aceite”, dice Sophie. “Vivo a base de frutas y verduras con alto contenido en agua y eso, combinado con el ayuno seco, es saludable para tu cuerpo. La gente se espanta cuando escucha que no hace falta beber agua o líquidos, pero tiene sentido científicamente, y cuando lo entienda, será todo muy diferente”.

El espanto que describe Sophie es totalmente entendible: tras nuestra primera conversación, Elaine me cuenta que cuando habla con otros dietistas sobre el tema, siempre se sorprenden de que haya gente dispuesta a renunciar al agua por completo. Añade que nunca ha oído que alguien haya dejado de beber a propósito por motivos de salud y me dice que los humanos la necesitamos para transportar minerales y eliminar toxinas del cuerpo.

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Esto, claro, sin tener en cuenta el ayuno seco, una dieta por la que han optado Sophie, Alise y muchos otros instagramers de salud y bienestar.

"El hecho de que se promocione el ayuno en las redes sociales es preocupante cuando se tiene en cuenta la relación que existe entre Instagram y los trastornos alimenticios"

El ayuno seco es cuando no comes ni bebes nada por un periodo de entre doce horas y diez días. Algunas religiones utilizan el ayuno como una forma de reflexión y contemplación y se lleva haciendo cientos de años, pero morir de hambre en nombre del bienestar es una moda relativamente nueva. Además, no es algo que los expertos en alimentación aprueben, especialmente si basas tu dieta exclusivamente en alimentos con alto contenido de agua.

Varios estudios sugieren que el ayuno intermitente, no comer nada entre 16 y 24 horas, puede tener beneficios para la salud. Sin embargo, la mayoría de estos estudios fueron breves y probados solo en animales. Además, se ha señalado que el ayuno intermitente puede ser peligroso si pesas poco o tienes algún trastorno alimenticio.

Si planeas ayunar más de 24 horas, la generalidad de los sitios web recomienda pedir consejo a un médico o especialista. Hay varios estudios que han revelado que, en algunas personas, los ayunos prolongados pueden ser beneficiosos. Sin embargo, en otro estudio en el que 768 personas ayunaron durante al menos 48 horas, un 72 por ciento de los participantes sufrió algún efecto secundario como fatiga, insomnio o mareos. No solo se desaconseja en personas con trastornos alimenticios, también en personas con diabetes o baja presión arterial, personas que están bajo medicación y mujeres que estén tratando de concebir, embarazadas, o en lactancia.

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El hecho de que se promocione el ayuno en las redes sociales es preocupante cuando se tiene en cuenta la relación que existe entre Instagram y los trastornos alimenticios, o el problema de que la gente use la palabra “bienestar” para esconder problemas reales de alimentación. Buscar el bienestar de manera obsesiva puede llevar a una nueva condición, la ortorexia, que Sanitas describe en su sitio web como “una preocupación obsesiva por la ingestión de alimentos sanos”.

Elaine no tiene tiempo para seguir el ayuno seco y lo describe como “aterrador”. Asimismo, subraya la falta de evidencia científica que respalde sus supuestos beneficios. Dice que los periodos largos de ayuno pueden provocar deshidratación, hipotensión, cansancio y dolores de cabeza, además de los problemas que puede provocar a largo plazo en los riñones.

Sophie hace ayuno intermitente entre las 6 de la tarde y las 11 de la mañana y dice que la primera vez que ayunó le “pidió ayuda al universo” y después experimentó “una curación extrema”. Alise ayuna por periodos más largos y cree que la comida es “una distracción absoluta y una atadura enorme”. Dice: “Creo que hay algo más en la vida que desayunar, comer, cenar e ir a trabajar”.

Está claro que este estilo de vida no les ha dejado ninguna secuela a corto plazo, porque entonces no seguirían haciéndolo. No obstante, recomendar estas dietas activamente en internet como si fueran una opción saludable, sin ninguna dato real o consejo para seguirlas de forma segura, puede ser problemático.

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Según indica Elaine, #nowater se utiliza a menudo en publicaciones relacionadas con “la buena alimentación, el estilo de vida sano y el bienestar”. El peligro aquí está en combinar el no beber líquidos con otros consejos sobre salud y bienestar, que aunque bienintencionados, pueden llevar a confusiones. De igual manera, se expone a una audiencia cada vez más numerosa de gente que busca nuevas formas de sentirse bien.

A menos que tengas el nivel de vida de Sophie y Alise, que se pueden permitir estar un año de vacaciones, no te va a ser tan fácil conseguir zumo de sandía recién exprimido o un kilo de uvas todas las mañanas para desayunar. Puede que la fruta y verdura con alto contenido en agua sea hidratante, pero eso no significa que debas imitar estas dietas y dejar de beber agua sin reemplazarla por otros líquidos.

“Cuando se trata de salud, la mezcla de la influencia con la credibilidad puede tener aplicaciones potencialmente peligrosas"

Cuando les pregunto a ambas mujeres si no creen que es peligroso aconsejar las dietas sin agua, no parece preocuparles. Alise dice que cada persona es libre de hacer lo que quiera que vea en Instagram y añade: “Tienes una herramienta y tú decides cómo usarla”. Sophie tiene claro que su Instagram no debería hacer pensar a la gente que abstenerse de beber agua y hacer ayunos secos es la panacea y cuando sus seguidores le piden consejo siempre contesta que un cambio tan drástico en la dieta debería hacerse paulatinamente y con mucho cuidado.

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El Dr. Murad tampoco parece inquietarse. “No me preocupa que la gente vea 'sin agua' y deje de beber por completo. Su propio cuerpo, a través de la sed, les pedirá que beban”.

A estas alturas, no hace falta decir que la gente cree todo lo que ve en Instagram y se lanzan a imitar a sus ídolos instagrammers. Es algo que en la agencia londinense de marketing Digital Fairy conocen muy bien. Me cuentan que Instagram desempeña un papel “extremadamente poderoso” cuando se trata de consejos de salud, ya que no deja de ser una plataforma visual que presiona a la gente a querer verse más atractiva.

“Este tipo de contenidos tan chocantes sobre salud pueden generar intriga y fidelizar”, dice un representante. “Cuando se trata de salud, la mezcla de la influencia con la credibilidad puede tener aplicaciones potencialmente peligrosas. El riesgo no es que acabes con un vestido de poliéster que has visto en Pretty Litte Thing y que no te queda bien, estamos hablando de daños en el riñón o problemas en el corazón”.

Pero ese es el problema. Una cosa es elegir llevar ciertas dietas y otra muy distinta es predicarlo por las redes sociales a un ejercito de seguidores que probablemente no tengan los mismos recursos para seguirlas y, para colmo, sin la información necesaria para entender lo que están haciendo. Eso es una irresponsabilidad y puede ser extremadamente peligroso.

A pesar de los libros, blogs y cuentas de Instagram que hay sobre el tema, los estudios científicos sobre las dietas sin agua son escasos. Por ello, en una era en la que un par de fotos bien hechas, miles de seguidores y una marca personal fuerte son suficientes para dar credibilidad a alguien, hay que tener muchísimo cuidado con cualquier influencer que predique un dieta milagrosa que podría acabar haciendo mucho daño.

@emiliabona