apuñalado 35 veces sobrevive
Prosper. Foto by Raymond van Mil  
Testimonios

Me apuñalaron 35 veces y sobreviví

No podía sentir nada; solo podía ver blanco. Y sabía quién era la persona que me apuñaló.
Raymond van Mil
fotografías de Raymond van Mil
Noor Spanjer
tal y como se lo contó a Noor Spanjer
Amsterdam, NL

Lo raro es que no me di cuenta de que me habían apuñalado. La adrenalina entumeció el dolor. Mientras me llevaban en la ambulancia, le pregunté a los enfermeros qué había pasado. Me dijeron que no tenía buena pinta y que si había alguien a quien pudieran llamar. Les di el teléfono de mi madre. Esto fue en 2008.

No sentía nada, solo veía blanco.

La ambulancia se dirigía al hospital, en el este de Ámsterdam, pero antes de llegar allí los enfermeros cambiaron de idea porque estaba tan mal que tenían que llevarme a un hospital más grande. Ahí fue cuando pensé: Este es el final.

Publicidad


Tres días más tarde, me desperté en cuidados intensivos, con un tubo en la garganta y conectado a miles de cables. Los médicos me dijeron que podría haber muerto si hubiera llegado diez minutos más tarde.

Ocurrió el 7 de noviembre, que además es el aniversario de la muerte de mi padre. Dos años antes, estábamos en Panamá porque él estaba pensando en irse a vivir allí. Ese día, salió a hacer unos recados y decidió comprar marihuana de camino a casa. Le robaron y le dispararon en la cabeza. Cuando recibí la llamada por la noche, se me cayó el mundo encima. Unos días más tarde, volví a Ámsterdam, sin mi padre.

Después de aquello, comencé a liarla mucho. No tenía miedo de nadie, me juntaba con malas compañías y hacía tonterías. Algunas veces cuando salíamos, acabábamos pegándonos con otra gente. Pero, la verdad, no pasó nada malo, hasta que me apuñalaron.

1571911346658-201910227689

Esa noche, fui al centro después de trabajar para tomarme unas copas. Inconscientemente, tal vez pensé en mi padre, pero no lo tuve en mente. Era bastante tarde cuando me llamó mi novia: estaba en una discoteca en una de las plazas principales del centro y me preguntó si quería quedar con ella. Fui hasta allí caminando con la moto a cuestas.

De camino, me encontré con dos chicos que conocía del colegio. Solía salir con uno de ellos, con quien rapeaba y hacía beatbox. Había estado en su casa alguna vez y conocía a su madre, pero hacía años que no lo veía. Él siempre había sido muy de barrio, se juntaba con la gente equivocada, mucho peor que yo.

Publicidad

Algo no cuadraba. Dijo algo de mi novia, en plan: “¿Dónde está esa puta?”. No quería meterme en una pelea así que seguí caminando. No me di cuenta de que uno de ellos había dejado una bolsa de plástico con una botella de Red Label en mi moto. Quería sacar dinero de un cajero, pero todos los que probé estaban rotos. Eso, y que hubieran insultado a mi novia, me enfadó y me puso muy nervioso.

"Me di cuenta de que me corría sangre por la cara y no me encontraba bien. Me desplomé en el suelo"

Entonces, uno de ellos me llamó y me dijo gritando algo de su bebida. Sabía que estaba en mi moto, pero no me importaba. Nunca me hubiera peleado con él, pero estaba cabreadísimo y quería hacerle daño.

Los vi en la plaza y les dije que me siguieran para hablar. Cerca había un pequeño puente sobre un canal. Cuando llegamos, le di un puñetazo en la nariz. Comenzamos a pegarnos. Llegó más gente pero solo se quedaron de pie mirándonos. No se veía mucho y estábamos a tope de adrenalina. Creo que le di una patada en la cabeza.

1571911394599-201910227672

Pero entonces me di cuenta de que me corría sangre por la cara y no me encontraba bien. Me desplomé en el suelo. Uno de ellos me preguntó si eso era lo que buscaba. Le dije que se callara la boca y llamara a una ambulancia. Llegó más gente y salieron corriendo. Uno de ellos debió de llamar, porque en cuestión de minutos llegó la policía y una ambulancia. Tuve suerte de que estuvieran en la plaza de al lado.

Publicidad

Tres días más tarde, me desperté un poco mareado por la morfina. Mi familia y mi novia estaban allí. El tubo que tenía en la garganta me impedía hablar. Todos querían saber qué había pasado, porque no tenían ni idea. Pero yo tampoco.

"Me habían apuñalado dos veces en el hígado y, el resto, en la espalda y los brazos. Tenía puntos en la cara y en la cabeza. Los doctores tuvieron que abrirme para ver exactamente dónde sangraba"

Los médicos le habían dicho a mi familia que probablemente no sobreviviría, y cuando me desperté, me habían operado ya tres veces y tenía un colapso pulmonar. Me habían apuñalado dos veces en el hígado y, el resto, en la espalda y los brazos. Tenía puntos en la cara y en la cabeza. Los doctores tuvieron que abrirme para ver exactamente dónde sangraba. 300 puntos en total: me graparon el abdomen entero. Me inyectaron 12 litros de sangre, aunque el cuerpo humano solo tiene unos 6 litros en total. No paraba de perder sangre.

El cirujano dijo que me habían dado unas 35 puñaladas, pero yo no veo tantas cicatrices. Cuento solo entre 10 y 20. Pero tengo una cicatriz enorme que puede ser de varias puñaladas. En cualquier caso, son muchísimas. Apuñalar a alguien un par de veces puede ser un acto reflejo, pero tantas veces es otra historia.

Estuve en el hospital casi dos meses. A veces, era insoportable. Tuve tres drenajes fijados por un tiempo hasta que consideraron que ya podía estar sin ellos. Pero no resultó ser así. Aún había muchos fluidos, que casi hacen que me colapsara el pulmón de nuevo, y me dificultaban la respiración. Así que me hicieron un agujero en el pecho con un aparato que parecía una tijera. Pude respirar de nuevo, pero era muy doloroso. Ahora sé lo que se siente cuando te apuñalan.

Publicidad

Después del incidente, decidí cambiar completamente de estilo de vida. Mi padre era músico y me dejó muchos de sus instrumentos. Mientras estaba en el hospital, decidí hacer algo con ellos. Le pedí a uno de mis amigos que se trajera su guitarra, pensé que sería útil.

"No sé cómo las cosas se fueron tanto de las manos esa noche, pero creo que lo puedo entender. Él quería demostrar a sus amigos que era un chico duro y quería ser un gánster"

Al final, estuve en rehabilitación y me dieron dos años de baja. Uno de los amigos de mi padre me enseñó a tocar la guitarra. A día de hoy, me he convertido en un buen guitarrista, estoy en algunos grupos y he tocado en algunos más grandes festivales y en el icónico Paradiso en Ámsterdam. Corté la relación con los “amigos” que ni me llamaron ni se preocuparon. Me dediqué por completo a ser músico y he conocido a mucha gente maravillosa gracias a ello.

Creo que mi padre tiene que ver con lo que me pasó. Con la vida que llevaba, algo me tenía que pasar. Es duro pensar que para que se diera ese cambio me tuvieran que apuñalar, pero me ayudó mucho. Es como si me hubieran reprogramado. Estoy seguro de que una gran parte de mi padre volvió cuando me desperté en el hospital. Ahora vivimos esta vida juntos. No lo hecho de menos, sé que está dentro de mí.

El chico que me apuñaló fue arrestado esa misma noche. La policía encontró en la escena el arma: una navaja. Hubo un juicio, pero no fui. No estaba preparado física o mentalmente para verlo. Le cayeron dos años en prisión y le aconsejaron que no se pusiera en contacto conmigo. No lo he vuelto a ver, creo que se fue a vivir al campo.

Lo conocía y sé que puede ser un buen tío. No sé cómo las cosas se fueron tanto de las manos esa noche, pero creo que lo puedo entender. Él quería demostrar a sus amigos que era un chico duro y quería ser un gánster. Pero en realidad, ni él ni sus amigos eran gánsteres.

Durante los primeros años desde que lo soltaron, me he imaginado qué haría si lo viera. Quizás lo esperaría en alguna esquina, lo sorprendería y lo mataría. Pero creo que es solo una fantasía y nunca lo haría, porque no serviría de nada. Ambos hemos aprendido una lección.

Este artículo apareció originalmente en VICE Netherlands.