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Fotos: @fixzion

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Drogas

Fui a una Posada Cannábica donde había piñatas con porros y ponche de marihuana

Regalos 420, barra de dabs, piñatas con porros, ensalada navideña y ponche cannábico.

“¡No pisen la fruta!”

La séptima piñata cae al piso y sobre ella se lanzan cerca de 20 personas, todas adultas, todas pachecas, y todas intentando agarrar uno de los preciados globos de colores que vienen adentro. Ignoran los condones y la fruta, porque todos buscan ganar uno de los papelitos que vienen en los globos. En estos papelitos hay premios: playeras, encendedores, gorras y porros de marihuana; y es por eso que personas de entre veinte y cuarenta años se empujan, gritan y se jalan el pelo como niños.

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“La idea era hacer 420 porros, pero la verdad es que nos seguimos, así que no sé cuántos quedaron en total”, me dice Alonso, organizador de la Posada Cannábica. “Ya ves como es la banda. Cuando se trata de trabajar todos se sordean, pero si se trata de hacer porros, ahí sí; ni si quiera hay que decirles”, me dice divertido al terminar la última piñata, refiriéndose al equipo del Blog Cannábico, con el que por segundo año consecutivo organiza la Posada, además de otros eventos informativos y recreativos como la Copa Cannábica y el Encuentro Popular de Cannabis Medicinal.

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Una de las siete piñatas con premios cannábicos.

En esta ocasión la Posada se lleva a cabo a las afueras de Tepoztlán, Morelos, en un terreno con cabañas, terraza, jardines y una cascada que desciende hasta un arroyo escondido entre la maleza. La convocatoria reunió alrededor de 150 asistentes, entre los que se encuentran growers y empresarios cannábicos, productores de marihuana, extractores y aficionados de la planta, que entre tipis colocados en el jardín principal recorren los diferentes stands de colectivos mexicanos relacionados con la marihuana: desde las semillas de Zapata Seeds y las cajetillas del THC Crew, hasta cogollos de calidad internacional, extractos de más de siete colores y todo lo necesario para fumar, comer, tomar o untarte marihuana.

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Además de la enorme oferta de mota, lo más atascado se encuentra en la terraza, donde una multitud semi organizada hace una bola de espera para la barra de dabs en la que se invita a los asistentes de la posada a disfrutar de finos extractos elaborados en México con flores cultivadas por growers nacionales.

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Por si fuera poco, a un lado de la barra de dabs se encuentra el menú de comida cannábica, elaborado por el colectivo Amor del Verde, que con unas trufas de chocolate ganaron el premio al mejor comestible en la copa del Gallo de Oro a principios de diciembre. Sin embargo, para la posada elaboraron un menú especial navideño, que consta de macarrones con queso, tocino y cannabis, ensalada navideña con cannabis y ponche cannábico. Hasta la cerveza tiene mota y la puedes adquirir en una barra repleta de Cannabeer.

Cuando termino de recorrer todo el espacio, siento la navidad en mi cabeza. En pocas palabras, hay todo lo necesario para pasar la más feliz de las fiestas.

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Cuando termina la séptima piñata, los ganadores se dirigen al stand de El Blog Cannábico para canjear sus premios y comenzar la fiesta. Un porro de medio metro recorre la posada mientras el escenario donde a lo largo del día se realizaron diferentes talleres cannábicos es tomado por una serie de DJs que tocan desde dub hasta techhouse para no dejar de bailar hasta las 3 de la madrugada.

Los invitados que pasarán la noche en el terreno rodean una fogata que durará un buen rato en llamas. Así, después de un largo recorrido por los más novedosos manjares cannábicos, cuando la música termina y en la fogata reina el silencio, me arrastro a una de las cabañas para descansar unas horas y continuar con el segundo día de la Posada Cannábica.

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Al abrir los ojos me paro y me dirijo a la barra de los dabs, pero antes de empezar la fiesta me distraigo por el poderoso olor a barbacoa con el que son recibidos los invitados que poco a poco se van despertando, excepto aquellos que no durmieron para cuidar el fuego, y que merecidamente desayunaron antes que el resto.

Mientras muerdo mi taco de cabeza con salsa roja y tortillas hechas a mano, veo como llega una olla humeante llena de ponche cannábico. Con guayabas y un par de cañas, me sirvo un vaso para hacer mancuerna con la barbacoa. Mientras termino de desayunar los invitados siguen despertando, y poco a poco se vuelve a formar la barra de dabs, con su respectiva bola de curiosos.

Para el mediodía ya es otra fiesta. La barra de dabs avanza a todo vapor mientras la barra de alcohol comienza a dar servicio. En el escenario se llevan a cabo un par de talleres más, intercalados con música para hacer pausas de reflexión.

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Ponche cannábico.

Armado con algunos premios de la piñata me doy otra vuelta por el arroyo. Esta vez tomo un camino secreto que me lleva a unos pasos de la cascada. Con el sonido del agua de fondo prendo el último porrito navideño. Poco a poco también siento el efecto del ponche en mi cuerpo. El calor de la navidad combinado con la buena vibra del cannabis me hacen sentir chistoso y buscar rostros en las arrugas de los árboles.

En medio de la naturaleza y con el cuerpo relajado por la marihuana, lo único que se me antoja es una mandarina, de esas que fueron salvajemente pisoteadas en la piñata. De todas maneras aún hay ponche y muchos dabs, además de ungüentos, porros y las mejores flores del país. Se apaga el porro y siento el espíritu de la navidad envolverme, y aunque ya está terminando esta fiesta, estoy seguro que la posada cannábica es una de esas tradiciones que sí me gustaría celebrar año con año.

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Mira más fotos abajo:

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