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Feminismo

Dos estudiantes han llenado el metro de Madrid con carteles contra el acoso sexual

"Yo como mujer lo he vivido en mis propias carnes. Más de una vez me he bajado de un vagón llorando".
Carteles antiacoso Metro Madrid
Todas las imágenes cortesía de Sara y Javier

Sara y Javier tienen 22 y 25 años, estudian publicidad y la semana pasada imprimieron 300 carteles con un protocolo sobre cómo hay que actuar en casos de acoso sexual en el metro. Se pasaron un día entero de vagón en vagón, pegándolos al lado de los letreros que indican qué hacer en caso de emergencia en el suburbano madrileño.

"Pegamos tanto en trenes como en andenes de estaciones. El cartel adquiere mayor sentido colocándolo junto al original, que Metro de Madrid elaboró para casos de emergencia. Ambos conviven sin rechazo visual, incluso que se complementan entre ellos, ayudando al pasajero a visualizar dos protocolos fundamentales en un mismo espacio físico. A día de hoy continúan pegados", cuentan Sara y Javier, que tuvieron un encontronazo con los trabajadores de Metro de Madrid el día de la pegada.

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"Fue duro pero también productivo", coinciden ambos. "La gente nos veía e incluso nos ayudaba a colocarlos, notamos una buena aceptación entre la gente. El problema y la situación desagradable vinieron al día siguiente, cuando volvimos a la carga. Un señor que no pertenecía a Metro se acercó a nosotros alterado y enfadado, espetándonos que lo que hacíamos estaba mal y que no teníamos autorización ninguna para llevar eso a cabo. Literalmente nos arrancó un cartel de las manos cuando intentábamos colocarlo en uno de los andenes de la línea 6 de metro en la estación de Pacífico.

Después avisó al personal de Metro y tres trabajadoras bajaron para pedirnos explicaciones. Una de ellas reconocía que la intención era buena pero no teníamos autorización, y las demás no mostraron una actitud tan amigable. Nos llevaron a una sala de empleados de la estación, tomaron nuestros datos y nos despidieron con un 'tened cuidado, porque Metro es muy poderoso'".

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La mayoría de ellos siguen pegados en andenes y vagones. "Yo como mujer lo he vivido en mis propias carnes. Desde que empecé la Universidad he estado viajando de un lado para otro casi a diario y más de una vez he tenido que bajarme del tren llorando por alguna mala experiencia con el acoso en el transporte público", cuenta Sara.

"Cada vez que salgo de noche y cojo el metro me pasa también que me repasen de arriba abajo una y otra vez sin ningún pudor. Y eso también es frustrante. Cuando iniciamos la acción de los carteles le pedí a mis seguidoras de Instagram que me contaran anónimamente sus experiencias con el transporte y el acoso y las respuestas fueron masivas. Ahí es cuando nos dimos cuenta de lo importante que era lo que estábamos haciendo", añade.

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Javi también ha vivido casos de acoso en el metro, pero como testigo. "Soy de Sevilla y cuando hacía menos de dos semanas que me había mudado a la capital iba en la línea 3 y una mujer comenzó a discutir con un hombre recriminándole tocamientos. Él se mostró gruñón, nervioso. El vagón iba lleno y esto hacía que la situación fuera más tensa aún, hasta que el hombre se bajó en la siguiente estación mientras escupía insultos. Como testigo me sentí impotente y a la vez ignorante ante algo tan desprevenido y violento", comenta.

Conscientes de que el acoso en el transporte público está a la orden del día, ninguno de los dos entiende por qué esta iniciativa parte de dos estudiantes como ellos (y de sus bolsillos, "la impresión en pegatina no es barata", dicen) en lugar de desde las instituciones.

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"Creemos que este proyecto es necesario. Cuando empezamos con él contactamos con varias organizaciones feministas y en defensa de los derechos de la mujer y nos dieron apoyo para extender y dar voz a nuestra idea. Algunas nos confirmaron que existen protocolos de actuación ante acoso sexual en el ámbito laboral y callejero, pero no para el trasporte público, con más énfasis en el metro que es un trasporte donde el espacio es especialmente limitado y hay muchas aglomeraciones. Esto hace que la ausencia de unas pautas de actuación ante estos casos sea más grave", comentan.

Aunque no hay datos oficiales sobre el acoso en el transporte público hace poco más de un mes fue detenido un hombre que presuntamente había agredido a cuatro mujeres en las dependencias del Metro de Madrid. "Estamos hartos, como mucha gente, de que las mujeres se expongan a la violencia en sus casas, en sus puestos de trabajo, en las calles y en los vagones. Así que tenemos la obligación y el compromiso de seguir con esto hasta que logremos ser escuchados. Detrás de la iniciativa estamos solo dos personas, pero son millones los que apoyan la causa. Ya hemos presentado la idea en el Consorcio de Transportes, y aunque aún no hemos recibido respuesta esperamos que finalmente salga adelante. Es muy fácil para una institución decir que apoyas y formas parte del movimiento feminista, queda muy bien. Pero hay que ponerlo en práctica".

Sigue a Ana Iris en @anairissimon.

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