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Así se siente que tu novio salga del clóset

En algún punto me di cuenta de que no tenía interés de acostarse conmigo. Ya al final todo era un acto individual y estaba a nada de parecer una violación.

Estos chicos no son la pareja del artículo. Foto por Sarah Meyler de irlandeses celebrando el matrimonio gay.

Nunca pasó por mi mente que Paul fuera gay. Tampoco llegué a pensar que alguien con quien hubiera andado daría un giro tan dramático en sus preferencias sexuales. Además, cabe destacar que siempre tuve muy buenos comentarios en cuanto a mi desempeño sexual.

Pero tal vez fui un poco ciega. Casi siempre me preguntaba por qué él nunca tomaba la iniciativa en cuanto al sexo. Sabía que yo era la primera chica con la que estaba, así que pensé que podría tratarse de falta de experiencia. A pesar de eso, todo el tiempo deseaba que estuviera un poco más involucrado en los asuntos de la cama. La mayoría de las veces tenía que convencerlo de que tuviera sexo conmigo. Se excitaba mucho más cuando salían los nuevos sencillos de Rihanna.

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Extrañamente, su falta de interés empezó a gustarme. Yo controlaba cuándo y cómo teníamos sexo. Admito que cada vez tenía que seducirlo diferente y que no era nada fácil, pero me divertía.

Además yo era unos años mayor que él, así que me sentía como una versión más joven de la Señora Robinson y en general todo salía bien: mis esfuerzos para hacer que se la parara no resultaban en vano. Para los hombres es más difícil fingir un orgasmo que para las mujeres.


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Sin embargo, ya que mis intentos no siempre eran exitosos, desarrollé un caparazón para lidiar con el rechazo. Todos hemos escuchado el cliché de que la mujer está demasiado cansada o que le duele la cabeza, pero en nuestro caso era al revés. A veces parecía que sólo tenía sexo conmigo por lástima, y eso no es algo que prenda a nadie.

En algún punto me di cuenta de que no tenía interés de acostarse conmigo. Ya al final todo era un acto individual y estaba a nada de parecer una violación. Cuando mi lencería sexy y los juguetes sexuales dejaron de prenderlo, prácticamente se me acabaron las ideas y entonces mi placer dependía de mi mano.

Ése fue el principio del fin. Paul quería estar en todos lados, pero no entre mis piernas, y ya no pude más. Yo quería hablar, él no. Yo quería coger, él no. En poco menos de un año nos dimos cuenta de que nuestra relación no podía seguir. Cortamos y nos dejamos de hablar.

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Estos chicos tampoco son la pareja del artículo. Foto vía el usuario de Flickr Yağmur Adam.

Cuando me quedé soltera, mis amigas me confrontaron con sospechas que habían tenido desde hace meses. No me las querían decir cuando andaba con él por si estaba enamorada, pero de repente todo tenía sentido.

Un año después me enteré, gracias a amigos en común, que había salido del clóset. Claro que no fue tan sorprendente, ya que para mí, su verdadera orientación sexual había sido obvia desde hace ya un buen rato. Tal vez crean que me sentí insultada o con resentimientos, pero no fue así. Al contrario, me sentí muy feliz por él. Me sentí aliviada.


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La mayoría de las mujeres hetero con las que he hablado sobre el tema dicen que si supieran que uno de sus ex es gay, su autoestima se destruiría, ya que de cierta forma sería su "culpa". Una amiga me dijo que si un tipo saliera del clóset "después de estar con ella", dudaría de su propia femineidad y su ego se iría a la basura. Ésa es la mierda más grande que he oído.

Eventualmente Paul tuvo la decencia de buscarme y hablarlo conmigo, que es algo por lo que lo respeto mucho. Yo tenía muchas preguntas y él tenía las explicaciones que merecía. Hablamos mucho tiempo sobre inseguridades, represión, auto aceptación y entendí todo. De alguna forma siempre lo había entendido.