FYI.

This story is over 5 years old.

Por Favor Mátame

A 100 millas por hora: una entrevista a Alan Vega

Una historia oral del punk por Alan Vega, el hombre al frente de Suicide.

Foto cortesía de Angela Wieland

Los viejos amigos la están palmando con tal rapidez que apenas tengo tiempo de lamentarme por uno antes de que aparezcan en Facebook noticias del fallecimiento de otro. Arturo Vega, Ronnie Cutrone, Mick Farren y Allen Lanier, todos murieron en los últimos dos meses. Estos nombres son familiares para unos pocos, pero no tan famosos como para merecer titulares. Sólo unos cuantos bonitos elogios en la web y puede que unas cuantas entradas en un vídeo o dos en YouTube. Supongo que a eso se reduce el mundo moderno: a un vídeo-obituario publicado en una página de Facebook con una cita divertida escrita en el cuadro de comentarios.

Publicidad

El mundo se está moviendo demasiado rápido. Es algo así como, vale, estás muerto, ¡EL SIGUIENTE! Se me ocurrió que iba a intentar ralentizar un poco las cosas. Quizá detenerlas un minuto o dos. Un momento para darme la oportunidad de recobrar el aliento antes de enterarme del siguiente suceso trágico.

El otro día estaba hablando con el fotógrafo Bob Gruen y me dijo que acababa de estar en el hospital, visitando a nuestro viejo amigo Alan Vega, el cantante de Suicide. Al momento pensé, mierda, no, otro no.

Por fortuna, Alan está bien. Si por alguna razón no le conoces, Alan es un tío que provocó una revolución en el rock'n'roll (junto a su colaborador desde hace largo tiempo, Martin Rev) con su dúo Suicide, allá entre los años 70 y 80. El grupo estaba 30 años por delante de su tiempo. Como Silver Apples y Kraftwerk, Suicide se adelantaron en solitario a todo el techno-rock que suena hoy en los clubes y restaurantes que se consideran a la última: ese monótono, interminable drone sin guitarras, zumbando a tal volumen que hace de la conversación algo obsoleto.

Suicide podían ser cualquier cosa menos aburridos. Todo lo contrario. Las suyas eran performances artísticas peligrosas, salvajes, impredecibles, caóticas. Eran todo un espectáculo y dejaban a todo cristo que se topara con un concierto suyo en el CBGB o el Max's con la boca abierta, pensando, ¿qué demonios es esto? Si aún no lo habéis hecho, tendríais que pillaros su primer y homónimo disco, en Red Star Records. Creedme, os va a encantar.

Publicidad

Aquí tenéis lo que Alan me contó de Iggy Pop, New York Dolls y la regla de Chrissie Hynde.

Marty Rev y Alan Vega en Berlín, 1978. Foto de Bob Gruen.

IGGY POP

Alan Vega:Una noche, en 1969, yo estaba en casa a las 2 de la mañana. Entonces emitían en la radio un programa estupendo llamado Alison Steele, the Night Bird. Por aquel entonces yo no había oído hablar de Iggy los Stooges, pero ella los estaba poniendo en la radio, sabes, esa canción formidable, "Now I Wanna Be Your Dog". Lo que me prendó de ellos fue la guitarra de Ron Asheton, tío, que era como una especie de cosa con wah-wah, y pensé, ¡Por fin hay alguien que vuelve a hacer algo con las guitarras!

Resultó que tocaban la noche siguiente en el World's Fairground, en Queens. Había un edificio, el New York Pavillion, que era lo que quedaba de la feria mundial de 1964. En un extremo había un enorme aparcamiento. ¿Sabes dónde estaba el Shea Stadium? ¿Por donde entró el tren? ¿Y que cuando salías de la estación del metro había que caminar después varias millas?

Pero podías oír la puta música atronando a millas de distancia. Debía ser una caminata de dos o tres millas. A medida que te ibas acercando te ibas encontrando miles y más putos miles de personas, todos drogados y de fiesta, ¡una escena tremenda, tío!

Cuando llegué al interior, tenían a ese tío, David Peel, cantando "Have a Marijuana". Peel era el telonero, y los cabezas de cartel eran MC5. Eran los tiempos en su cojonudo segundo disco, Back in the USA, acababa de salir. Los MC5 ya tenían aquel primer disco en el que salía "Kick Out the Jams", y de ese otro grupo, Iggy and the Stooges, que también tocaban, yo no sabía nada excepto que los había oído por la radio la noche anterior.

Publicidad

Así que David Peel acaba con su rollo aburrido y entonces sale esta panda de tíos de aspecto chungo. Veo a un pavo detrás de un ampli. Parece una chica, ¿sabes, esas chicas con flequillo rubio? Un poco como Brian Jones, el mismo tipo de corte de pelo.

El tío este no llevaba camisa, sólo unos pantalones de peto rotos y unos mocasines ridículos. Así que sale y se queda mirando a la gente con ojos de loco antes de ponerse a gritar, "¡Jodeos, jodeos, jodeos!"

Entonces se lanzan con "I Wanna Be Your Dog" o "1969", ya sabes, esa con la letra que dice "¡Guerra en todos los USA!" Iggy se está lanzando al público y cortándose él mismo con una guitarra rota. ¡Poniéndose cada vez más y más loco!

Yo iba con un amigo y los dos estábamos ahí parados con la boca abierta, porque aquello era lo más grande. Sólo la forma en que Iggy salió a escena era como, "¿Pero qué coño es esto?" Entonces empezaba la música y era la anarquía total. ¡Se estaban jodiendo entre ellos con las guitarras! A ver, hoy no sería nada, pero esto era en 1969, finales de los 60, cuando toda esa música rollo paz-y-amor dominaba el pop, ¡y esto era algo nuevo!

La actuación de los Stooges duró 20 minutos y alguien tuvo el puto arranque de genio de poner el "Concierto de Brandemburgo" de Bach por los altavoces. El público le tiraba botellas y rosas. Te lo juro, fue hermoso. No lo olvidaré nunca, tío.

New York Dolls. Foto vía el usuario de Flickr H. Michael Karshis.

Publicidad

LOS NEW YORK DOLLS

La primera vez que vi a los Dolls fue probablemente en el Mercer Arts Center. Irónicamente, la primera vez que coincidí con ellos fue en el show de David Susskind, un programa televisivo de entrevistas en una cadena local de Nueva York. Estaban intentando hacerles una entrevista a este grupo llamado White Witch, y los Solls estaban ahí sentados. Estaban causando bastante revuelo en NYC en esos tiempos, e iban vestidos para matar, ya sabes, con zapatos de plataforma y toda la pesca.

Estaban David Johansen y Arthur Kane, y eran tope divertidos. David estaba ahí sentado tras los bastidores y se encuentra una foto de David Cassidy en una revista y decide que quiere esa foto, así que la arranca de la revista. David Susskind no estaba allí, pero el pijo de su ayudante se estaba poniendo de los nervios.

Yo me fui andando detrás de ellos cuando dejaron el estudio, y a su paso se debieron detener todos los coches de la puta calle. Esos tíos con zapatos de plataforma, con ese pelo y la purpurina a las dos de la tarde en Madison Avenue en medio de Manhattan. ¡Era salvaje! Yo iba detrás viendo las reacciones que provocaban, tío, y te lo juro, la gente se ponía en plan, ¿Pero qué coño es esto?

Algunas noches, Suicide y los Dolls tocaban simultáneamente en el Mercer Arts Center. Esto era, digamos que en 1973. No me puedo creer que un grupo como Suicide coexistiera con un grupo como los Dolls, mucho antes del punk. Una vez, después de que acabaran un concierto, tenían que atravesar la habitación donde nosotros estábamos tocando, y se quedaron un poco parados, mirándonos como si fuéramos de Marte, como si les diéramos miedo. Verás, íbamos vestidos con cadenas y cuchillos y mierdas de esas. Marty se quedaba ahí y tocaba una sola nota. Una noche se sentó y tocó una única nota durante todo el concierto. Y yo estaba fuera de mí, corriendo de un lado al otro como un lunático, con la gente tirándome botellas. A los Dolls los asustábamos un poco, ¿sabes?

Publicidad

Pero a mí me gustaba lo que hacían los Dolls, aunque pensara en ellos más bien como en una banda de música para fiestas. Cada concierto era una fiesta y todo el mundo se lo pasaba bomba. Todo el que era alguien en Nueva York en aquellos tiempos iba a sus conciertos. A David Bowie nunca lo vi en un concierto. Oí que revoloteaba alrededor de ellos, pero al que sí vi fue a Alice Cooper, pasándoselo en grande.

Pero, musicalmente, me parecía que justo empezaban a salir de los años 60 cuando Marty y yo ya habíamos hecho la transición hacia el futuro. Eliminamos la batería y la guitarra y empezamos a hacer lo que con el tiempo se conocería como techno.

Estábamos tocando música de los años 90 ó 2000 en 1973, y los Dolls seguían metidos en el rollo basado en el blues. Y esa es la razón de que pensara que no iban a llegar a ningún lado. No les deseaba nada malo ni nada de eso, pero me daba la sensación de que en lo que hacían no había nada de nuevo. Era casi como si estuvieran tocando música reaccionaria.

Por supuesto, David Bowie les copió hasta decir basta. Se fueron a Inglaterra, en esa gira en 1973 cuando murió su batería, Billy Murcia. David Bowie se apropió de su imagen justo ahí. Igual que los Sex Pistols lo copiaron todo de los Ramones cuando los Ramones fueron allí a tocar el 4 de julio de 1976.

Pero los Dolls estaban tan jodidos en sus vidas privadas que quién sabe si hubieran triunfado.

Publicidad

El CBGB después del CBGB. Foto vía el usuario de Flickr Rob Bouden.

EL CBGB ANTES DEL CBGB

Cuando empezamos a tocar por ahí, no había New York Dolls, ni Ramones, y ningún sitio donde tocar. Éramos el único grupo que estaba haciendo algo, por los clavos de Cristo. Sólo estaba el Mercer Arts Center, pero el sitio se hundió; un día se vino abajo. Hilly Kristal, es cierto, empezó algo en el CBGB antes del Mercer Arts Center. Tocamos en el CBGB en 1971 ó 1972, cuando Hilly trató de que allí tocaran grupos en directo, pero la cosa se murió hasta que Patti Smith, literalmente, lo abrió para él y se trajo consigo toda la escena artística.

Mira, yo había conocido a Marty en el Project of the Living Artist. Allí fue donde empezamos a relacionarnos. Lo que digo es que yo siempre estaba rondando por allí y me convertí en el encargado del sitio, porque como no tenía dónde vivir, pues estaba siempre allí. También había otros tipos pasando el rato. Tuvimos todos los tipos de chiflado que pueda haber.

Había una puta trifulca en cada concierto que dábamos, que en aquel entonces no fueron muchos, unos dos o tres al año. La gente se cabreaba un montón y gritaba, "¿Dónde está la batería? ¿Dónde está el bajo?" Era irreal, gente cabreándose tanto porque no éramos un grupo tradicional de rock.

Eso era lo que me encantaba de Suicide: surgió de cada uno de nosotros buscando algo. Yo estaba buscando el arte en la música, ¿sabes? Las artes visuales ya no me llenaban, y descubrí que tocando música podía acercarme más a lo que estaba buscando. No sé si alguna vez lo encontré, pero en algunas ocasiones estuve cerca.

Publicidad

Verás, Marty había empezado en un grupo de jazz llamado Reverend Heat, el grupo más de la puta hostia que yo había visto. Tenía como tres trompetas, dos sets de batería y cuatro clarinetistas, y tocaban toda la noche. Los músicos cambiaban cada poco tiempo. Hubo un momento en que el grupo eran tres tíos. Un poco después ya eran doce.

Yo iba para allá y me ponía a aporrear una pandereta, ya sabes, mierdas así. Pero lo clave en Marty era que él fue el primer tío que vi tocando un teclado eléctrico en un grupo de jazz. Entonces sólo tenía 20 o 21 años, pero ya le habían echado de la NYU Music School por ser demasiado algo o yo qué sé. Y cuando yo estaba improvisando con otro grupo, Marty entraba y cogía unos lápices, se sentaba en el suelo y se ponía a acompañarnos con los lápices como baqueta. En cierto sentido no era música, tío, todo era un caos, sólo improvisábamos.

En esos tiempos yo tocaba la trompeta y Marty unos tambores enormes. Esto no lo sabe nadie, tío. Nos poníamos a hacer cosas la noche entera. Nuestro primer concierto fe en este sitio, y no sabíamos ni por dónde empezar, así que empezamos con un sonido y así se fue desarrollando la cosa. Al final salió de aquello una canción, puede que dos años más tarde.

Lo que pasó fue que el batería decidió, después de dos o tres conciertos, que seguir con nosotros era cometer suicidio, así que se largó del grupo. Marty conocía a un montón de músicos y hablamos de quizá meter a un batería, pero la idea de Marty era que debían estar muy dedicados al grupo. Creíamos tanto en ello que la idea de que alguien lo dejara nos parecía totalmente mal. A Marty le parecía que nunca íbamos a encontrar a nadie más con un compromiso tan fuerte como el nuestro, así que, ¿para qué molestarse?

Publicidad

Yo estuve de acuerdo, y entonces, milagrosamente, no sé que le empujó a ello, Marty se trajo una caja de ritmos, una especie de cosa de metal de aspecto rarísimo, sabes, que tocaban en bodas y en Bar Mitzvahs.

Cuando Marty trajo la caja de ritmos algo empezó a emerger de la música. Vaya, un guitarrista no habría aportado nada, de todos modos. Solíamos ensayar entre tres y cuatro horas. Aquellos eran los días del ácido, y terminábamos derrengamos después de los ensayos, pero nuestra dedicación era total.

O sea que nos miramos el uno al otro y dijimos, "¡No necesitamos a nadie más!"

Era una gran máquina de rock'n'roll, tío, así fue cómo salió "Ghost Rider" y todas esas primeras canciones cojonudas que hicimos, gracias a esa caja de ritmos que hacía "bub-a-boom".

Ilustración de Aeneastudio.

CHRISSIE HYNDE

Yo estaba casi terminando Collision Drive, mi segundo disco en solitario, en 1983. Estaba sentado en la oficina de mi compañía de discos y de repente recibo una llamada de teléfono pidiéndome que haga de telonero para los putos Pretenders en América.

Pensé, ¿Qué? ¿De dónde ha salido esto, tío?

De todas las personas, fue Chrissie Hynde la que convirtió la gira en un puto infierno, porque el grupo estaba como una cabra y los roadies estaban como una cabra. Habían pasado por momentos muy malos. Mira, era una gira que al principio se había tenido que cancelar porque el batería había atravesado una ventana con una mano, el batería que luego murió. La única persona decente en el grupo era el guitarrista, un tío dulcísimo de Texas, pero que también murió por una sobredosis de cocaína.

Publicidad

Pero en esa gira fue Chrissie la que me estuvo desquiciando de la puta hostia.

En primer lugar quería que la follara, y yo no quería. Por eso se llevó de gira a Iggy más adelante.

Ella no sabía entonces que estaba embarazada de su hijo con Ray Davies, así que después de mi actuación, cada puta noche, Chrissie estaba por ahí dando vueltas diciendo, "¡No sé si tengo el período o no!"

Siempre estaba hablando de su puta regla, ¿y a mí qué me importaba su regla? Apenas la conocía. A ver, ¿por qué razón estaba hablando de su regla? A mí me pareció que simplemente estaba intentando llevarme al catre o algo así, pero la verdad es que estaba preñada. Llevaba un mes o dos de embarazo. Por eso estaba siempre gritando.

Y el grupo estaba teniendo todo tipo de problemas. Eran unos capullos. Se hacían unas rayas de metro y medio a un lado del escenario, y se iban allá y se las metían. No iba bien.

Yo recibía abucheos todas las noches, porque salía al escenario y no cambiaba mi actitud por nadie. Era desagradable. Salía ahí y todos los del público me mandaban a tomar por culo con el dedo incuso antes de empezar. Bautizamos la gira como "el tour del jódete", y aquello se esparció. Supongo que la gente hablaba de ello y se convirtió en la cosa que había que hacer. Tocamos en un montón de universidades e institutos en Carolina del Norte, Pensilvana, Kentucky, todos esos grandes estados en los que todo el mundo te enseña el dedo.

Publicidad

La verdad es que yo creo que el público disfrutaba con aquello. Me parecía que los chavales se lo estaban pasando en grande, sabes, porque acostumbraba a ver a la gente riéndose y pegando botes arriba y abajo y haciéndose los chungos. Así que pensé que en realidad les estaba molando, ¿sabes?

Los mánagers de Chrissie me querían fuera de la gira. Lo interpretaron como no era, lo de toda esa gente enseñándome el dedo, pero yo les dije, "¡No, yo me quedo!"

Al comienzo de la gira, los roadies les pegaban patadas a mis amplis y mierdas por el estilo, pero al cabo de un mes o dos en la carretera con ellos, resultó que eran tipos bastante majos. Dejaron de hacer pruebas de sonido para los Pretenders, y cuando montaban el equipo, en vez de tocar canciones de Chrissie tocaban temas míos.

Así que un día se presenta de improviso el mánager de Chrissie y oye a los roadies tocando mis canciones, tío, ¡y se quedó a cuadros! ¡Se cabreó mucho!

Creo que por eso me quería fuera de la gira, porque nos estábamos haciendo muy amigos con esos tíos. Era muy divertido oír hablar a aquellos pavos de la "mala influencia" que yo era.

DEMASIADO LIMPIO

Ahora ya no hay peligro. Todos los grupos hacen los mismos movimientos, los mismos gestos. Y son todos demasiado limpios. Hoy iba andando detrás de un grupo de músicos que iban cargando con sus hachas, intentando parecer tope cool y tal. Parecen putos yuppies, tan limpios, ¿sabes? Parece como si acabaran de salir de la ducha, tienen ropas bonitas… A ver, ¡que parece que acaban de salir del instituto!

De todas las putas bandas que veo ahora, tal vez una haya tenido un momento de autenticidad sobre las tablas.

Todo el mundo actúa como si estuviera pensando en lo que supuestamente tiene que hacer, en vez de sentir algo auténtico y transmitirle eso al público. Hemos entrado en la "era de lo inauténtico", y no parece que nadie se haya dado cuenta. ¡Cristo! ¡Hay que joderse!

En 1975, Legs McNeil fue el cofundador de Punk Magazine, y esta es en parte la razón de que tú sepas qué significa esa palabra. También es el autor de Por favor, mátame, lo que le convierte en algo así como en el Studs Terkel del punk rock. Además de su columna para VICE sigue escribiendo en su blog personal, pleasekillme.com. Síguelo en Twitter - @Legs__McNeil

Más artículos de Legs McNeil:

Black Flag: anatomía de una querella

David Bowie me robó mi disco de Suicide, así que yo arranqué los tapacubos de su limusina

¡Feliz, feliz, feliz! - Un recuerdo de Arturo Vega