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transporte público

Ir al trabajo en transporte público es lo peor

Una lista divertida de las peores cosas de viajar así.
(Foto via Flickr/Endlisnis) 

La peores cosas de viajar en transporte público

Pienso mucho en la forma en la que, en el futuro, iremos y volveremos al trabajo, ya que las ciudades actualmente son inviables y conforme pasen los años lo serán aún más. ¿Vivir en una gran ciudad? Venga ya. Eso es un chiste malo para idiotas. Piensa en un sitio que esté situado a una distancia que se pueda recorrer a diario y viaja desde allí, y ten en cuenta que todo lo que esté relativamente cerca de esas ciudades estará lleno de chalets impolutos propiedad de personas que habían habían ahorrado unos 100.000 euros allá en los años 90, una cifra que entonces parecía altísima.

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¿Se puede currar en Madrid e ir cada día desde… no sé, Toledo? ¿Supongo que si no podría vivir en no sé… Guadalajara?

En fin, lo que quiero decir con todo esto es que todos viajamos a diario en autobús, tren, metro o cualquier otro medio de transporte. Todos. Todos hemos sufrido ese trayecto, todos nos hemos olvidado el libro que íbamos a leer durante el viaje y todos nos hemos quedado mirando al móvil con la conexión 4G casi inexistente y nos hemos querido tirar de los pelos. El caso, que aquí os traigo la guía definitiva para esos viajes. Que conste que sé perfectamente que ninguno de vosotros se lee nunca las introducciones y pasáis directamente al primer titular con letra grande y en negrita para empezar desde ahí. ¡No soy idiota! ¡Sé cómo funciona el engagement! ¡Leed mis introducciones, cobardes!

LA INDIGNIDAD DE CORRER

Dejé de correr detrás de trenes y autobuses aproximadamente a los 22 años y me ha ido muy bien desde entonces. Si el destino ha querido que llegue tarde, yo no soy nadie para impedirlo. ¿Para qué correr con un café que se te derrama por la mano y un cruasán medio mordisqueado mientras se te sale el corazón por la boca y ves cómo las puertas se van cerrando? ¿Para que al final la gente murmure dentro del tren, te vea rojo como un tomate y sin aliento, y te mire con una sonrisa pensando, Mira, ya ha llegado el tardón? Un tren en marcha no me va a obligar a ejercitar mi preciado cuerpo. A mí no, gracias. Lo único que hago es caminar y si el universo quiere que llegue a tiempo, ya se las apañará.

LA GENTE QUE NO DEJA SALIR ANTES DE ENTRAR

problemas de ir a trabajar en transporte publico

Foto: Jake Smallwood

¿Qué les pasa a los que intentan subirse a un tren antes de que la gente haya terminado de bajarse? ¿En qué están pensando? Así no funciona esto, pero lo intentan de todas formas. Te estás riendo porque sabes que es verdad. ¿De qué van? De verdad… Apenas me puedo mover porque estoy rodeado por decenas de cuerpos humanos y me cae el sudor a chorros] Ese soy yo de camino al trabajo. ¿En qué están pensando? Vas a subir al tren, ¿no? ¡Pues te esperas! ¡Es una orden! ¿O no? Madre mía…

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LAS PERSONAS MAYORES QUE SE QUIEREN SENTAR

Odio que se suban al tren las personas mayores. Lo odio con todas mis fuerzas. Tienen dos formas de hacerte saber que se quieren sentar. Unas veces, te lo preguntan directamente de manera tan violenta que te peta la cabeza y antes de poder negarte ya estás de pie, pero otras veces, se quedan de pie en mitad del pasillo con cara de humillados y con una actitud pasivo-agresiva dejando caer que quieren sentarse.

Personalmente, no suelo ceder mi asiento a la gente mayor, pero a veces es complicado ganarles la batalla: tú sudas mientras ellos te miran fijamente contándote batallitas de la guerra con las piernas temblorosas. Hay algo en los ancianos que les hace querer sentarse a toda costa. De todas formas, ¿a dónde tienen que ir los ancianos tan pronto por la mañana? Que se vayan con sus crujidos articulares a tiendas de segunda mano o a ver plantitas a una hora más normal, pero que nos dejen las nueve de la mañana a los que pagamos el billete de autobús. Lo siento, creo que podréis sobrevivir si viajáis de pie.

EL INFIERNO POR EL QUE HAY QUE PASAR PARA COMPRAR UN BILLETE

¿Sabes esa sensación de terror cuando el cajero automático te rechaza la tarjeta porque estás a tres días de cobrar y no tienes fondos, pero no lo habías comprobado antes porque no quieres llorar? Si quieres multiplicar por mil esa sensación, te recomiendo que compres un abono mensual para ir y volver del trabajo en tren. Tienes que gastar una buena parte de tu sueldo en pagar por ir un par de veces al día en un tren de mierda que huele a podrido, feísimo, en el que no te puedes sentar, donde siempre hace o mucho frío o mucho calor y que una vez a la semana se para en un túnel durante cuarenta minutos entre dos estaciones sin previo aviso y sin ningún tipo de explicación, por lo que al final llegas tarde a trabajar o a cenar. Sin embargo, por alguna razón todo el mundo está contra ti. ¡Qué divertidos son los trenes!

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LA GENTE QUE NO TIENE CLARO QUÉ HACER CON LAS VENTANAS

¿Por qué abres la ventana en invierno, tío? Ya sé que está cargado el ambiente, pero es preferible eso a que nos llueva encima. ¿Por qué cierras la ventana en verano, tío? Ya sé que pueden entrar bichos, pero es preferible eso a morir. ¿Por qué haces dibujos con el dedo en el vapor condensado en la ventana del autobús los días de lluvia? ¿No te das cuenta de que ese vapor es el aliento de todos los pasajeros del autobús? Básicamente, lo que estás haciendo es poner la mano en la boca de todo el mundo a la vez y después te tocarás los ojos o la cara. Te mereces todos los catarros que cojas a partir de ahora. Solo te falta lamer el jodido suelo.

LOS IDIOTAS QUE NO SABEN EN QUÉ PARADA SE TIENEN QUE BAJAR

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El transporte público, una metáfora visual. Foto: Evan Sklar / Alamy Stock Photo

No lo puedo entender. Cuando mi parada está cerca (a ocho paradas o a quince minutos), empiezo a recoger inmediatamente y me quedo sentado muy nervioso para que la persona que está sentada a mi lado mueva las piernas de manera que pueda salir de la celda que compartimos durante unos minutos. Soy el típico pasajero que lo tiene todo pensado. Un verdadero genio.

Aun así, por alguna razón, cuando estoy en un autobús abarrotado de gente, siempre hay alguien al que no le da tiempo bajarse en su parada. No llegan ni en el momento en el que las puertas se abren (una buena oportunidad para bajarse) ni en los segundos posteriores en los que las puertas siguen abiertas de par en par, pero solo reaccionan cuando empieza a sonar la alarma que indica que se van a cerrar, momento en el que tienen que avisar al conductor tres veces y gritarle: “¡POR FAVOR, LA PUERTA!”. En ese momento, se vuelven a abrir las puertas y consiguen bajarse, pero los que nos quedamos dentro hemos pedido un tiempo muy valioso y se nos ha puesto un semáforo en rojo, así que ahora nos toca estar dos minutos parados mientras vemos a la persona que se acaba de bajar en la acera, enfrente de nosotros.

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Lo que quiero decir es que nunca me deis ningún tipo de poder, porque mi primera ley será construir gulags para que se pudra allí toda esta gente.

EL AUTOBÚS DE SUSTITUCIÓN EN EL QUE IMPERA LA LEY DE LA SELVA

Lo bueno de estos viajes es que, al estar todo el mundo en el mismo sitio a la misma hora, se da un respeto competitivo por los demás pasajeros en el momento de intentar subirse primero al tren para poder sentarse, que es el único objetivo que tenemos todos al subir a un autobús. Para ello, tienes que ser implacable y despiadado, pero sin dar codazos en la cara de los demás porque vas a tener que volver a verlos a la misma hora al día siguiente. Sin embargo, ¿qué ocurre si cancelan tu tren y tienes que coger un autobús de sustitución? En ese caso, sálvese quien pueda. Solo por no esperar un cuarto de hora más al siguiente autobús se han dado casos de mordiscos en el cuello y amenazas de muerte.

LOS AUTOBUSES LLENOS DE NIÑOS

He pensado en la mejor y la peor sensación del mundo. Estoy bastante seguro de que son estas:

LA MEJOR SENSACIÓN DEL MUNDO

Ser un niño y estar a punto de decir la palabra “puta” por primera vez > > > [ cualquier otro sentimiento, incluido el amor] > > >

LA PEOR SENSACIÓN DEL MUNDO

El autobús en el que viajas se frena para que se suba una clase entera de niños con camisetas de colores fosforescentes que no dejan de hablar del “dab-dance”, de Pokémon y demás tonterías.

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¿Es posible que esta división sea perfecta, que sea un genio y que haya captado la esencia de las emociones humanas? Yo creo que sí. De todas formas, te aconsejo que te bajes del autobús y esperes al siguiente. Evita a toda esa fauna, aunque llegues tarde al trabajo. Al fin y al cabo a nadie le importa si estás o no estás allí.

TE HAS OLVIDADO EL LIBRO Y LOS AURICULARES Y NO TIENES ABSOLUTAMENTE NADA QUE HACER

Tienes los auriculares en el bolsillo del otro abrigo, pero no pasa nada porque puedes avanzar con la página del libro que llevas leyendo tres meses. Genial, solo te quedan dos páginas para acabarlo, eso te da para cinco minutos y encima tienes que cargar con el libro. Es increíble lo poco que aguanta nuestra mente sin poder entretenerla de ninguna forma. Te dedicas a leer la publicidad del libro y después miras el tráfico por la ventana.

Después, empiezas a pensar: ¿Y si tenemos un accidente en una isla tropical y tenemos que crear una nueva sociedad todos los pasajeros? Te preguntas quién sería tu esposa y a quién tendrías que matar en caso de que hubiera una guerra por la autoridad. Seguramente al anciano que está junto a la puerta. Supongo que lo entendería, ¿no? Podrías atacarlo por la espalda con un coco y darle una paliza de muerte. [Tu cuerpo te pide sangre enemiga]. Bueno, igual hay un periódico de esos gratis a mano, tampoco hay que preocuparse demasiado. [Estás gritando sin camiseta con una mancha de sangre en el pecho] ¿Dónde está ese periódico? [Tú, gritándole como un loco al cielo perfectamente azul sobre tu cabeza]. Anda, una entrevista de un minuto. Nunca me decepcionas, periódico gratis del metro.

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‘¿PODÉIS HACER HUECO, POR FAVOR?’

problemas de ir a trabajar en transporte publico

Entiendo que sea necesario decir esto alguna vez, ya que el transporte público es un lugar en el que la gente no tiene sentido del espacio, pero uno de los sonidos más insoportables del mundo es la frase “¿Podéis hacer hueco para que quepa la gente, por favor?” dicha en voz alta en un tren abarrotado a una temperatura inhumana. Nunca he reunido el valor para decir algo así. Prefiero morir aplastado en una esquina del tren o empotrado como un girasol contra la puerta, que hablar en público en un tren lleno de gente. Además, se puede escuchar a la gente murmurar que no es posible.

“¿Podéis hacer hueco?”, dicen con delicadeza. Después, explotan: “¡Por favor, hay que gente que está intentando subir! Pues que les jodan. Hay un tren cada dos minutos. Que les den a todos. Aquí tampoco hay hueco, capullo. ¡No se va a mover nadie porque ni siquiera podemos arrastrar los pies! ¡No sobra espacio! ¡Cállate la boca!

LOS HOMBRES TRAJEADOS QUE CONVIERTEN SU VIAJE EN UN RITUAL HORRIBLE DE PRESENCIAR

Lo podemos encontrar en la línea pintada al borde del andén que indica el lugar donde se abren las puertas: ahí está esperando, demasiado cerca de las vías, leyendo los correos. Obsérvalo de arriba a abajo: traje, camisa, sin corbata (todavía) y zapatillas. A veces, se pone a afeitarse con una maquinilla eléctrica, va con su libro electrónico y se mueve por el tren como pez en el agua. Es el primero en entrar, girar a la derecha y encontrar un asiento libre. Se pone los auriculares inalámbricos y unos minutos antes de bajarse empieza a recoger con nerviosismo.

Se trata de un ritual inquietante y deprimentemente eficaz que tiene demasiado integrado. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando en el mismo sitio? ¿Cuántas veces se ha levantado a las cinco de la mañana? Hace lo mismo todos los días del año, sin excepción. De hecho, empiezas a reconocer patrones en sus trajes: azul los lunes y los miércoles, gris oscuro los martes y los jueves, y sin americana los viernes, como premio. Haces cola detrás de él mientras el tren se acerca. Un momento, estás… estás haciendo una forma perfecta con los pies en la línea amarilla. ¡Y llevas traje! Vas corriendo al baño (sabes exactamente dónde están los baños en esa estación porque has estado ahí quinientas veces) a lavarte la cara y te miras en el espejo: es la cara del hombre trajeado la que se ve reflejada. Además, vas por la página 200 del libro electrónico que estás leyendo. Estás condenado a vivir así todos los días de tu vida hasta que te mueras.

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NADIE SABE LLEVAR BIEN LA MOCHILA

Las mochilas van a la espalda hasta que estás en un autobús, metro o tren, donde te la quitas y la sujetas del asa con las manos. Si veo que alguien me da en la cara con una mochila de montaña gigante, aunque solo lleve zapatillas, un libro y una botella de agua vacía, le digo cuatro cosas bien dichas. De igual manera que no se puede conducir un coche sin carné, es incomprensible que no hagamos exámenes de cómo llevar una mochila antes de dejar que la gente las compre en las tiendas.

DAR LAS GRACIAS AL CONDUCTOR

DAR LAS GRACIAS AL CONDUCTOR: EL DEBATE

¿Das las gracias al conductor cuando te bajas del autobús? La respuesta debería ser “no”. ¿Por qué debería darte las gracias por hacer tu trabajo? Ya he pagado el billete y el autobús iba a recorrer el mismo camino si no me hubiera subido. El hecho de que yo esté dentro y que tú lo conduzcas es irrelevante para la interacción. “Tío, muchas gracias por conducir un autobús por un carril especial que se ha construido específicamente para que circulen los autobuses”. Venga, hombre. Ni de broma.

Sé que este no era el debate, pero ya lo he dicho. Sé que todo esto da lugar a la frase “Si no eres amable con los camareros, eres una basura de persona”, sobre la que, por alguna razón, se suele debatir mucho. Puedes dar las gracias al conductor si quieres, pero si es estrictamente necesario solo puedes hacerlo si te bajas por la puerta delantera, ya que si lo haces por la puerta del centro tienes que gritar y… no, por la puerta trasera tampoco, es de estar enfermo. Siento informarte de que si llamas al conductor “conductor”, como en la frase “gracias, conductor”, eres de los que votas a los conservadores.

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No vas diciendo por ahí “gracias, portero” si te dejan entrar en una discoteca ni “gracias, camarero” a no ser que seas un cretino. ¿No ves lo fácil que es no agradecer nada a nadie en estos tiempos? El mundo sería un lugar mejor si aboliéramos el concepto de la cortesía

LOS QUE NO ENTIENDEN QUE HAY ASIENTOS DONDE NO PUEDEN SENTARSE

problemas de ir a trabajar en transporte publico

Foto: Guy Moberly / Alamy Stock Photo

Existe un orden natural a la hora de elegir dónde mear en los baños públicos que todos los hombres conocen: el sitio más alejado de la puerta, el más cercano y el de enmedio. Aquel que elija el de enmedio teniendo libres los demás es un perturbado. No hay nada que me ponga más nervioso que mear al lado de alguien que ha elegido ponerse ahí. ¿Qué quieres, tío? ¿Me estás queriendo decir algo?

Pues sentarse en el autobús es parecido. El orden es: ventana en los asientos de la izquierda, ventana en los asientos de la derecha y resto de asientos. Nadie debería sentarse al lado de otro ser humano a no ser que se conozcan o el resto de asientos estén ocupados.

Como en el caso de los urinarios, ¿no es de locos? Si te sientas a mi lado teniendo libre un asiento doble, voy a estar todo el viaje nervioso pensando en qué vas a hacer. ¿Me vas a apuñalar un riñón? ¿Te vas a poner a olisquearme? ¿Me vas a hablar? No puede salir nada bueno de aquellos que ignoran el orden natural de las cosas y siembran el caos. No bajes la guardia.

LA FAMILIARIDAD INCÓMODA DE LOS QUE TE RODEAN

Sí, conoces a ese tío, el que siempre hace un crucigrama y después se pone un episodio de Top Gear en su iPad. También conoces a esa mujer, la que siempre come una rama de apio de camino a casa, también al joven que se corta el pelo fatal y que una vez te recogió el billete de tren que se te había caído. Los conoces a todos: sus caras, sus gestos, sus tics y sus hábitos. Imagina lo horrible que sería que uno de ellos te hablara. Por ejemplo, el hombre que va en traje al trabajo y vuelve a casa con la camisa remangada: “Qué calor hace hoy, ¿verdad?” Me da lo mismo tu vida, tío, déjame en paz. Cambia tu ruta de camino al trabajo.

LA GENTE QUE DEMUESTRA QUE TIENE HUMANIDAD

Siento decirlo, pero odio a la gente que va en transporte público recordándome que son seres humanos que tienen corazón y sentimientos. Me revuelve el estómago. ¿Comer? “ Vete a comer a otro lado, asqueroso”. ¿Maquillarse? “Píntate en tu casa, engendro”. ¿Cortarse las uñas? “Metería en la cárcel a todos los de tu calaña”.

Cuando alguien hace otra cosa distinta a quedarse sentado sin moverse y seguir las normas (no comer, no pestañear, no hablar, no sangrar, no dormir, no vomitar…), pienso que igual soy la única persona decente que queda en este planeta. Además, cuando hago alguna de las actividades anteriores, que suele ser una vez a la semana, cuando voy con mi barrita de cereales y mi vaso de leche, pienso que debería poder hacerlo, porque yo creo la realidad.

TODO LO QUE PIENSAS DE LOS DEMÁS LO ESTÁN PENSANDO TAMBIÉN DE TI. ADEMÁS, PARA ELLOS NO ERES MÁS QUE UN EXTRA EN SU VIDA MONÓTONA. LOS VAS A VER DURANTE LOS PRÓXIMOS CINCO AÑOS A NO SER QUE ALGUIEN SE MUDE A OTRA CIUDAD, CAMBIE DE TRABAJO O SE MUERA

Tienes que trabajar para vivir y solo te puedes permitir vivir lejos del trabajo debido a un sistema injusto que bebe de ello y al hecho de que en el trabajo no te pagan lo suficiente (da igual la cifra que sea, nunca es suficiente, un hecho que se cumple casi siempre). Independientemente de la distancia a la que esté tu casa de tu puesto de trabajo, todo ese tiempo que gastas al ir y volver te quita tiempo libre y te consume por dentro. ¿Te das cuenta de que te fuiste a tomar unas cervezas después del trabajo para no coger el tren de siempre y ahora estás haciendo tiempo y sabes que vas a llegar tarde para cenar? ¿Te das cuenta de que estás fuera de casa con los amigos a altas horas de un domingo y a la mañana siguiente tienes que levantarte más temprano de lo normal para coger el tren que lleva días yendo más despacio de lo normal?

Estás atrapado en una espiral laboral y ahora tu vida es una rutina horrible: te levantas, te duchas, te pones el traje de los martes, coges las llaves, hablas educadamente con la chica de la cafetería que te sirve todas las mañanas “lo de siempre” a pesar de que te odia y se te caen todas las migas por el suelo. Mientras tanto, ves que el tren está llegando, te guardas la media magdalena en el bolsillo y agradeces que hoy haya asientos libres porque estás muy cansado y lo necesitas, por lo que te sientas y sacas un libro para leer la misma frase una y otra vez sin avanzar porque estás muy cansado. Muy cansado. Mucho. Vas a tener que hacer esto el resto de tu vida. A pesar de haber comprado una taza para estos viajes, no te sientes mejor cuando piensas en la muerte inevitable. Por favor, decidme que hay uno de esos periódicos gratis cerca.

@joelgolby

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