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Sexo

Cosas asquerosas que ponen cachondas a nuestras parejas

“Solía tener tiña corporal a menudo y a mi ex le fascinaba”.
SC
ilustración de Sophie Castle

Seamos sinceros: todos tenemos algo de nosotros que nos parece asqueroso. ¿Quién no ha dicho en voz alta que alguien huele muy mal para luego levantar el brazo, olerse la axila y darse cuenta de que es él el que huele? ¿O quién no ha recibido sexo oral y, mientras le dejaban los genitales limpios tras un día de sudor y roña acumulados ahí abajo, ha pensado, “Mejor que lo hagas tú que yo”?


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Pero son cosas que pasan. A veces hay cosas de nosotros que nos resultan asquerosas y que a nuestras parejas o amantes les ponen muchísimo. Aquí va una lista de varias de esas cosas. Por razones obvias, se han cambiado algunos nombres.

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Amor fúngico

VICE: Dime algo asqueroso que hicieras y que le encantara a tu ex.
Grace: Yo soy de campo y tenemos perros, gallinas, gatos, tortugas y un caballo, y muchas veces pillaba tiña de estar en contacto con los animales —sobre todo del caballo, yo creo—. A mi ex le fascinaba, e incluso a veces hacía dibujos de las ronchas que me salían.

¿Qué? ¿Y tú qué pensabas?
Yo lo veía perversamente romántico. Pensaba que estábamos tan enamorados que hasta mis hongos en la piel le parecían atractivos. Éramos jóvenes y todo el mundo era guapo, así que quizá le llamaban la atención las cosas asquerosas, digo yo. Luego conocí a su ex y me enteré de que estaba obsesionada con las infecciones fúngicas, con lo que me parece que tenía más que ver con ella que conmigo.

¿Crees que sentía cierta fascinación por las chicas de campo con hongos?
Él era de ciudad, así que puede. De hecho, volvemos a estar juntos.

¡Anda! ¿Ha vuelto por más tiña?
Ahora ya no tengo, aunque creo que la tienes siempre de forma subcutánea.

Una patilla llamada deseo

VICE: ¿Cuál es tu historia de atracción poco convencional?
Lea, 24 años: Digamos que soy una chica bastante peludita. Toda la vida he sentido un especial desprecio por mis patillas, y antes me las teñía o las disimulaba con trenzas hasta que conocí a mi expareja, que sentía verdadera obsesión por ellas.

¿Cómo te lo hizo saber?
Habíamos empezado a salir y estábamos tumbados en la cama, viendo la tele, cuando de repente empezó a tocarme un lado de la cara y dijo, “Me encantan tus patillas”. ¡Me mortificó! Casi me voy a mi casa.

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¿Alguna vez te dijo por qué le gustaban?

No lo sé… A mí me pareció rarísimo, pero él insistía en lo bonitas que eran y en que hacían que mi cara fuera muy suave al tacto. Siempre que podía, me las acariciaba. Hubo momentos en que llegué a pensar que le gustaban incluso más que el resto de mi cara.

¿Volviste a trenzártelas?
¡La verdad es que no! Sigo sin verlas como algo bonito, pero supongo que he aprendido a aceptarlas un poco más.

Las asas del amor

VICE: ¿Qué parte de ti que odias era la mejor para tu ex?
Nellie, 21 años: Lo cierto es que era yo la que encontraba atractiva una parte horrible de su cuerpo. El primer novio de mi vida se había roto las dos clavículas de pequeño y a mí me encantaba hundir las manos en esa zona, sobre todo durante el sexo.

Perdona, ¿qué has dicho?
Los huesos no se habían soldado bien y estaban un poco salidos. No estoy segura de la razón, pero podía enganchar los dedos en sus clavículas y me parecía supermorboso.

¿Por qué?
Lo veía como algo muy íntimo, como si estuviera dentro de su cuerpo, de su esqueleto.

“Si hay un pelo dentro, mejor aún”

VICE: Venga, sorpréndeme.
Hamed, 26 años: Me parece que no es tan raro: me encanta reventarle granos a mi pareja; cuanto más asquerosos, mejor. A mi mujer le salen siempre dos puntos negros justo debajo de la sien y me encanta estrujárselos para sacar la mugre y enseñársela. Aunque piensa que soy un asqueroso, ella al final cede a mis súplicas para que me deje hacerlo.

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¿Qué te atrae de eso?

De adolescente tenía acné y me reventaba todos los granos. Disfrutaba viendo cómo salpicaba el pus en el espejo, como si fuera una escena del crimen. Quizá sea una secuela de mi desgraciada pubertad con acné.

¿Cómo de intensa puede llegar a ser tu obsesión?
Me encanta hacerlo. También disfruto observando lo que ha salido del grano. Y si dentro hay un pelo, mejor todavía.

¿Tiene algún tipo de connotación sexual?
No, es porque me produce una gran satisfacción. No es que me atraiga la gente con acné, y tampoco veo esos vídeos de YouTube en los que aprietan poros obstruidos. Creo que es más por el acto de intentar convencerla y por la confianza.

El beso negro, mejor con aroma

VICE: Cuéntame tu historia asquerosa.
Emma, 30 años: Como mujer negra, me he dado cuenta de que a todos los chicos blancos con los que me lío les encanta comerme el culo por razones obvias y distintas, que son las que sean. Pero hubo un tío con el que me estuve viendo un tiempo que llevaba el tema de comerme el culo a niveles estratosféricos.

¿A qué te refieres?

Cuando comer un culo sale mal

Pues que estaba totalmente obsesionado, y cuando más… eh… oliera el tema, más parecía gustarle. Por ejemplo, le encantaba cuando no me había lavado en un par de días o cuando volvíamos de salir por la noche y estaba toda sudada.

¿Y a ti te gustaba?
Al principio me daba igual, pero llegó un punto en que tuve que decirle que vale, que estaba bien, pero que a mí tampoco me volvía loca el tema del culo. Al cabo de un tiempo empezó a darme asco y acabé saliendo de puntillas de la relación.

Y la gran pregunta: ¿le besabas después?
Ni de coña.