Fotos de los protagonistas​
Fotos de los protagonistas
Identidad

Me quedé sin amigos cuando llegué a los 20

Historias de gente joven que sufre de soledad.

Aunque la pandemia ha hecho que todos nos sintamos tristes y aislados, la soledad ya era un problema mucho antes de que los confinamientos llegasen a nuestras vidas. En 2018, el Reino Unido nombró a su primera ministra de Soledad, mientras que, en 2019, un 27 por ciento de los jóvenes estadounidenses decían que no tenían ningún amigo íntimo.  

Las amistades y las interacciones sociales son una necesidad humana básica y las investigaciones muestran que la gente entre 16 y 25 años tiene mejor salud mental y lidia mejor con el estrés cuando tiene amigos íntimos. No obstante, no se suele hablar de los jóvenes que no tienen amigos, puesto que puede ser vergonzoso admitir que se sienten solos.

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Hemos contactado a Join US, una organización que facilita encuentros entre gente joven que se enfrenta a la soledad, que a su vez nos ha puesto en contacto con Miel, Emma y Olivia* para hablar de lo que se siente ser joven y no tener amigos y de si merece la pena pedir ayuda.

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Miel

Miel, 19

Nadie te habla de lo difícil que es hacer amigos. A mí me daba mucha vergüenza, especialmente a comienzos de la adolescencia. La imagen exterior que proyectas es muy importante y no tener amigos es muy patético. Durante mucho tiempo, sentí que era invisible a la gente de mi edad. El año pasado, cuando cumplí 18, acababa de cambiar de colegio e invité a un montón de compañeros para celebrarlo, pero no vino nadie. Fue entonces cuando me di cuenta de que, si no hacía algo, pasaría el resto de mi vida sola.

Siempre me ha costado hacer amigos. En la escuela las cosas fueron bien durante un tiempo. Fui a un colegio en una ciudad pequeña y era fácil ver a mis amigos después de clase. Pero cuando cumplí 8 años, me cambié a un colegio especial porque me diagnosticaron TGD no especificado, un trastorno dentro del espectro autista. La nueva escuela estaba en una ciudad a 30 kilómetros. Mis compañeros y yo éramos parecidos, pero nunca sentí una conexión real con ellos. También dejé de ver a gente después de clase. Quizás, por el trastorno autista, las habilidad sociales me resultan difíciles. Igualmente, intenté hacer amigos practicando deportes, pero pronto me di cuenta de que no me gustan los deportes de equipo y tampoco soy lo suficientemente competitiva como para jugar.

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Cuando llegué a la adolescencia, me empezó a hacer falta una verdadera amistad. Quería descubrir cosas, salir, ir de fiesta, tener aventuras. Quería con todas mis ganas expandir horizontes, pero no tenía a nadie con quien hacerlo.

Las vacaciones de verano eran especialmente duras. Tenía todo el tiempo del mundo para hacer cosas divertidas, pero no me atrevía yo sola. Por esa razón, muchas veces no hacía nada. También lo pasaba mal en momentos difíciles. Cuando un familiar fallecía, por ejemplo, deseaba tener a alguien con quien hablar de ello fuera de la familia.

Muchas veces veo gente que tiene un montón de amigos en redes sociales y siento envidia. Además, me pregunto si soy demasiado mayor para hacer amigos. A veces, parece que todo el mundo ha decidido ya con quién quiere juntarse el resto de su vida. Sé que suena dramático.

Después de la fiesta de mis 18, decidí contactar a Join Us. Leí en el periódico que facilitaban el contacto entre gente que sufría de soledad. Al principio, me pareció un poco intenso ir a los encuentros, porque me daba vergüenza. Pero resultó ser una muy buena decisión. La primera noche, tuve química con alguien y pronto empezamos a formar un grupo de amigos.

Ahora lo pasamos muy bien juntos, lo cual me ha ayudado mucho con la autoestima. Este año, por primera vez, tuve amigos divertidos a los que invitar a mi fiesta de cumpleaños. Una diferencia abismal comparado con el año pasado.

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Emma

Emma, 19

Nunca he tenido muchos amigos. En la escuela, tenía una amiga y a veces nos veíamos después de clase. En aquel momento, no me molestaba, porque no sabía nada.  Pero empecé a pasarlo muy mal cuando pasé a la secundaria.

Ya tenía muchos problemas de autoestima por haber sufrido acoso escolar. Cuando llegué a la secundaria, el acoso terminó, pero no conseguí hacer amigos. Cambié de colegio varias veces y siempre intentaba con todas mis fuerzas conocer gente nueva. Al principio, pensaba que todo iba bien, pero luego había alguna fiesta y mi nombre era de los pocos que no aparecían en la lista de invitados. También preguntaba a la gente con la que sentía una conexión si quería hacer algo después de la escuela, pero no parecía que nadie quisiese o tuviera tiempo. Después de un tiempo, empecé a sentirme tan avergonzada que dejé de intentarlo. Tampoco quería presionar.

Siempre invitaba a más de diez personas a mis fiestas de cumpleaños, pero tenía suerte si venían siquiera tres. Las fiestas grandes como Año Nuevo eran especialmente difíciles. Recuerdo ir con mis padres a las casas de sus amigos que tenían hijos de mi edad, pero no sin antes dejarme claro que no podía sentarme con ellos en la mesa.

Durante mucho tiempo, estuve triste por no tener amigos. Estuve enfadada conmigo misma durante años y me sentía muy estúpida.  No entendía por qué todo el mundo podía hacer amigos menos yo.

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Cuando llegué a la adolescencia, empecé a darme cuenta de que los chicos querían pasar tiempo conmigo. Yo ansiaba tanto la compañía que acabé en una posición vulnerable. Fue entonces cuando un chico con el que pasaba el tiempo abusó de mí sexualmente. Empecé a tener pensamientos suicidas y me ingresaron en la GGZ [una institución de salud mental neerlandesa]. Allí, me diagnosticaron TEPT y depresión. Me permitieron descansar en casa mientras me recuperaba, bajo supervisión estricta. Todavía podía ir al colegio, pero me controlaban cada paso. Ya no podía hacer nada sola.

Llegué a la GGZ hace unos meses. He aprendido mucho sobre mí misma. Ahora tengo claro que mi autoestima debe mejorar. Decidí ponerme en contacto con Join Us y me han ayudado mucho. Han conseguido que me esfuerce por sacar lo mejor de mí, pero también he aprendido que no hace falta aferrarse a amistades que requieren más energía de la que ofrecen. Puede ser algo difícil, especialmente si no tienes muchos amigos, pero es muy importante.

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Olivia

Olivia*, 25

Siempre he sido una persona muy social. Tenía muchos amigos en la secundaria y siempre tenía gente con la que pasar el tiempo. Pero cuando terminé mis estudios, todo eso cambió.

Me sobreestimulo muy rápido y me quedo sin energía en seguida. Era fácil mantener las amistades en la secundaria, pero se desmoronaron cuando me gradué y dejamos de vernos regularmente. De repente, requería mucho esfuerzo conectar con la gente.

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A día de hoy, todavía no he conseguido conectar con nadie o, por lo menos, no en los Países Bajos. Voy a Aruba frecuentemente de vacaciones y tengo amigos allí. Estamos tan unidos que somos como una familia. Quizás es más fácil porque allí estoy más relajada. Conocer gente en los Países Bajos a veces me resulta emocionalmente agotador. Mantener una amistad incipiente requiere mucha energía y, como no la tengo, mejor lo dejo así.

Muchas veces me apetece ir a pasear con alguien o tomar algo, pero no sé realmente con quién ir. Así que cuando llega el viernes por la noche, abro una botella de vino e intento pasármelo bien sola. Los fines de semana pueden ser duros, porque tengo demasiado tiempo libre para hacer cosas divertidas, pero no tengo a nadie con quien disfrutarlas. A veces me desconcierta: soy una persona social y quiero conocer a gente, ¿por qué no puedo?

En verano, veo muchas fotografías en Instagram de grupos de amigos que van juntos a festivales o salen a tomar algo. Parece que se lo pasan muy bien y me da envidia. En esos momentos, tengo que recordarme a mí misma que las redes sociales no son la vida real. Por suerte, gracias a la pandemia, no hubo prácticamente fotos de festivales este año.

El confinamiento ha hecho que sea más difícil aún conocer gente. Como tengo mucho cuidado, no he quedado con nadie en meses. Hace unos meses, pensé: “Si no veo a alguien pronto, no saldré de esta”. Fue en ese momento cuando contacté a Join Us.

Hasta ahora, solo he conocido gente en las llamadas de Zoom que organizan, pero me ha ayudado a seguir adelante. También he aprendido que estar sola no es algo de lo que avergonzarse. Durante mucho tiempo, pensé que tenía algún problema, pero conocer a otras personas que sufren de soledad me ha ayudado a darme cuenta de que hay mucha gente sociable, divertida y amable que tiene el mismo problema.

*Se ha cambiado el nombre