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Por qué nos fascinan los road trips

Ante esta avalancha de #summertime y #dreamholidays, es hora de recuperar un clásico que nos recuerda aquello de que lo que importa es el trayecto y no el destino: el road trip.
Imagen vía Unsplash

Se acerca el verano y es hora de planear un descanso de la rutina. De todas las formas de viajar posibles, la que más nos fascina es sin duda el mítico road trip. Inspirados por la energía de CK One Summer, te contamos por qué cambiaríamos una infinity pool por un coche y muchos quilómetros que recorrer sin pensarlo dos veces.

Viajar se ha convertido en un lujo al alcance de todos, y a la vez, parece que la competencia por haber ido al lugar más remoto y paradisiaco posible es más feroz que nunca. En cuanto se ciernen sobre nosotros los meses de julio y agosto, nuestras redes sociales se ven inundadas de imágenes de playas tropicales, resorts de lujo y aquellas dichosas infinity pools que nunca hemos visto en la vida real. Incluso cuando las vacaciones en cuestión son a destinos cercanos como Italia o Portugal, siempre parece que los demás han escogido un hotel más bonito, se están bebiendo un cóctel más sabroso o su tono de moreno es mucho más hollywoodiense que el nuestro. Ante esta avalancha de #summertime y #dreamholidays, es hora de recuperar un clásico que nos recuerda aquello de que lo que importa es el trayecto y no el destino: el road trip.

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Los primeros road trips de tu vida seguramente fueron en el asiento trasero y con sillita para bebés, para luego evolucionar en un constante “¿cuánto falta?” y acabar convirtiéndose un par de auriculares bien puestos para poder aislarse del resto. Sin embargo, esos viajes en familia poco tienen que ver con la muy diferente experiencia de ser tú quien toma las riendas, o el volante en este caso. La magia del road trip reside en la simplicidad del concepto: coger un coche y lanzarse a la carretera. Se trata, más o menos, de una premisa al alcance de todos, y sin embargo, o tal vez por esa misma razón, no hay dos road trips iguales.

En la carretera no habrá dos días iguales, la magia del road trip está en los pequeños detalles que se van sucediendo día a día

De la misma forma que al coger un avión destino Palma de Mallorca sabes con cierta seguridad cómo se desarrollarán tus vacaciones, al ponerte al volante no puedes predecir prácticamente ninguna de las aventuras que vivirás a continuación. Dada la cantidad de premeditación, repetición y homogeneidad que esconden nuestras rutinas, la promesa de sorpresas impredecibles que esconde el road trip se convierte en un lujo de valor incalculable. Cuanta menos planificación, mejor: la falta de expectativas es el ingrediente perfecto en cualquier aventura, ya que te mantendrá abierto a conocer gente nueva, tomar rumbos imprevistos y sobre todo dejarte impresionar quilómetro a quilómetro.

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¿Te topas con uno de esos pueblos de nombre graciosísimo e improbable? Date el capricho de hacer un parón para explorarlo. ¿Un conductor de camión se te pone a hablar en un bar de carretera? Perfecta ocasión para conocer más sobre ese microcosmos de ocho ruedas. ¿Verbena en el pueblo en el que pasas la noche? Olvida lo de madrugar al día siguiente y sal a beber con todo el mundo. Descubrir mundo te ayudará, casi sin darte cuenta, a descubrir cosas de ti que tal vez tenías olvidadas o de las que todavía no te has dado cuenta.

Viajar en coche tiene otra ventaja: te sobran cuatro plazas más que esperan a ser ocupadas. Sí, la modalidad viajero solitario e introspectivo es seductora, pero en verano es mucho más apetecible compartir la experiencia con amigos o pareja. Aparte de las ventajas obvias de poder turnar conductor y de gozar de entretenimiento en cualquier situación, los viajes por carretera equivalen a compartir muchas, muchísimas horas juntos, y eso te llevará a descubrir a los que te rodean de una forma nueva y totalmente imposible de experimentar en circunstancias normales. Los temas de conversación en un coche van desde relaciones familiares, hasta ambiciones vitales, pasando por rememoraciones de programas de TV de la infancia, experiencias sexuales y otras intimidades tales como la frecuencia con la que se va al baño (no niegues que has sacado el tema en público alguna vez).

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Prepárate para alguna que otra discusión, pero seamos sinceros: ¿acaso se puede calificar de amigo o pareja a alguien con quien nunca te has peleado? No vamos a incentivar las trifulcas, pero si ocurren, tómatelo con sabiduría y aprovecha para fortalecer vínculos. Compartir viaje también permite repartir responsabilidades, incluso a la hora de hacer la maleta. Los road trips son la ocasión perfecta para recuperar algo del espíritu hippy de compartir vestuario, comida, bebida, e incluso colonia, por lo que equiparse con una fragancia unisex como CK One Summer va como anillo al dedo. Al final del viaje las maletas se habrán mezclado y no tendréis muy claro qué es de quién, y lo mejor es que probablemente os dará igual.

Los viajes por carretera equivalen a compartir muchísimas horas juntos, y eso te llevará a descubrir a los que te rodean de una forma nueva y totalmente imposible de experimentar en circunstancias normales

Aunque a priori te parezca la contrario, en la carretera no habrá dos días iguales. La magia del road trip está en los pequeños detalles que se van sucediendo día a día: ver la puesta de sol con vuestra canción preferida de fondo, reíros de cómo ronca vuestra amiga cuando está dormida, comprar refrescos extravagantes en las estaciones de servicio o mantener conversaciones inesperadamente profundas con alguien a quien acabas de conocer.

Para mantener el recuerdo de esos pequeños momentos, tomaos el tiempo de confeccionar una buena banda sonora, de hacer fotos (y apostamos por la analógica, no tanto por cuestión estética, sino para evitar empache de teléfono), o de llevar un pequeño diario de viaje en el que ir anotando vivencias a lo Jack Kerouac. Pero, te digamos lo que te digamos, recuerda que no hay dos road trips iguales… ¡Así que es hora de empezar el tuyo!