Felicidades, has llegado a los veinte, o quizá ya llevas ahí un tiempo, igual que yo. De cualquier modo, es probable que no sean como pensabas que deberían ser: quizá te habías imaginado haciendo películas independientes, viviendo en un estudio con ventanas enormes y tarros de especias cuidadosamente etiquetados. Quizá pensabas que al menos habrías aprendido a hervir un huevo y que la yema quedase perfectamente blanda o que diseñarías tus propios vaqueros.
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Pero la vida es así: un día te estás graduando en Historia del Arte con el diploma bajo el brazo y una total confianza y de repente llevas tres años viviendo en una casa compartida mohosa y mal comunicada, el mismo aro en la nariz que cuando tenías 17 años y una ligera aunque insostenible adicción a la cocaína.No te estreses: tienes veintitantos y todavía te queda mucho sufrimiento y cosas por aprender que te definirán y moldearán en el futuro. Habrá buenos y malos momentos, y con suerte saldrás de esa década en la que reina la diversión siendo una versión de ti con más confianza, despreocupación y seguridad; o eso me han dicho. Sin embargo, aquí tienes todas y cada una de las crisis por las que vas a tener que pasar antes de que eso suceda, normalmente a las 2 de la madrugada mientras estás en la cama sin poder dormir o con los ojos como platos del baño de algún club.Si miras las fotos de tus padres con Kickers y sudaderas Lacoste, que son exactamente iguales que las que sacas a tus mejores amigos con cámaras desechables, te das cuenta de algo, “Mis padres tenían mi edad cuando se conocieron, me tuvieron, se graduaron de la universidad o compraron una casa: he pasado esa etapa y no ha ocurrido nada de eso, ¿cuál es mi línea temporal? ¿Tengo que seguir creyendo que todo eso me pasará a los 29 como a las influencers?“Mi piel estará radiante, mi cerebro será una máquina que funciona a la perfección”, piensas mientras te dispones a comer un bol de tabulé con caballa un viernes noche, antes de intentar ver algún vídeo de yoga en YouTube; pero en lugar de ello estás viendo historias de Instagram y te das cuenta de que literalmente todo el mundo está en algún sitio excepto tú: en un club, alrededor de tías sin sujetador, viviendo la vida, pasándoselo bien en su paso por esta década mientras tú estás comiendo unos crackers. ¿Cuál de los dos eres?
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